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Eduardo Noriega: “Las plataformas son como vender tu alma al diablo, y lo haces muy a gusto, pero el cine es insustituible”

El actor participa en la I Muestra de Cine Español de Tenerife, que se desarrolla hasta hoy en La Laguna y está dedicada a Santiago Tabernero
El actor Eduardo Noriega participa en la I Muestra de Cine Español de Tenerife. / Sergio Méndez

La Laguna es el escenario de la I Muestra de Cine Español de Tenerife. Una cita que en su edición inaugural está dedicada al guionista y director Santiago Tabernero, del que ayer se proyectó Vida y color y hoy (19.00 horas) se pasará Presentimientos. Pero para participar en esta iniciativa de la Asociación Cultural Charlas de Cine, Multicines Tenerife y el Aula de Cine de la Universidad de la ULL el cineasta no ha venido a la Isla solo. Lo acompaña el actor Eduardo Noriega, con quien DIARIO DE AVISOS ha tenido la ocasión de conversar.

-Está en Tenerife con motivo de la I Muestra de Cine Español, dedicada a Santiago Tabernero. Usted participó como actor en su película Presentimientos (2014), pero también como guionista. ¿De qué manera contribuir a la creación de la historia influyó en la construcción de su personaje?

“La película nació de una amistad. Santi me pidió que colaborase en el guion, a partir de la novela de Clara Sánchez. De entrada, escribir me pareció una locura. Pero no había una producción, ni unas fechas ni unas exigencias. Eso nos liberaba de cualquier presión. También ayuda trabajar con alguien a quien admiras y a quien quieres. La novela nos enmarcaba el proyecto. Teníamos que traicionarla para mantener su esencia en la pantalla. Al terminar el guion pensamos que de ahí podía salir una buena película y buscamos productor. Cuando ya había fecha de rodaje, me puse en las manos del director. Ya no era guionista. Fue una dicotomía muy natural”.

-¿Hay muchas diferencias al trabajar con directores que son guionistas frente a quienes dirigen un relato de otra persona?

“Sí que las hay. Los primeros conocen muy bien la historia y suelen ser unos apasionados de su proyecto. Hay una motivación y una implicación que transmiten al resto del equipo. Es cierto que hay directores de encargo que hacen suya la película y se involucran como si la hubieran escrito, porque toca claves que los identifica, pero lo habitual es que un director se vuelque más con su historia”.

-Podría entenderse que tras la interpretación y la escritura de guiones el siguiente paso es la dirección. ¿Contempla en un futuro abordar esa otra faceta?

“Ojalá algún día encuentre el proyecto que me anime a dirigir. Los actores estamos cerca de la cámara y vivimos y trabajamos con diferentes miradas. En mi caso sería algo esporádico. Lo mismo que como guionista: me gustaría repetir la experiencia, pero mi vocación es la de actor”.

-¿Cómo se acerca a los personajes que interpreta? ¿Varía mucho de una película a otra?

“Sí, depende del género, de la propia película… Por suerte, he tenido una gran diversidad de profesores de teatro, con sus propias metodologías. Cada proyecto lo afrontas de una forma. No es lo mismo que hagas una película a que trabajes en una serie, o que el personaje haya existido o no. En el caso de Inés del alma mía [la serie basada en la novela homónima de Isabel Allende sobre Inés Suárez, la primera española en llegar a Chile], interpreto a Pedro de Valdivia, un conquistador español que existió e incluso hay cartas que le escribió a Carlos V. Empecé por ahí, por lo que se sabe de este hombre. Y también por la novela de Isabel Allende. Tenía mucho material antes ponerme con el guion. Otras veces todo el trabajo parte de tu interior, de las emociones, de lo que has vivido y puedes aplicar al personaje”.

-¿Cómo se siente más cómodo, con un director que le muestre todo lo que necesita para su papel o con alguien que le deje vía libre y sea muy receptivo a sus propuestas?

“Me gustan los directores que hacen los deberes, que se apasionan por la película que quieren rodar y te dan todo tipo de información. Eso te sirve de guía. Pero también creo que un director inteligente y sensible escuchará todo tipo de propuestas. No solo del actor, del director artístico, del cámara, de los encargados del vestuario y del maquillaje… Y luego deberá aceptarlas o rechazarlas. Que haya un intercambio de ideas es parte del proceso. Cuanto más involucres a tu equipo, más va a crecer la película. El actor, por ejemplo, le da tantas vueltas a su personaje que acaba viéndolo con sus propios ojos y a lo mejor surgen cosas que el director no había imaginado”.

-Se cumplen 25 años de Tesis, una película rodada prácticamente entre amigos y apadrinada por José Luis Cuerda, que supuso el despegue de las carreras de su director, Alejandro Amenábar, de usted o de Fele Martínez. ¿Sería hoy más complicado o más sencillo sacar adelante un proyecto como este?

“Sería complicado. Hablamos de un director novel de 23 años. Aquello fue una locura de José Luis Cuerda. Alguien le dio un cortometraje de Alejandro para que viera a una de las actrices y Cuerda dijo: “La actriz muy bien, pero ¿quién es este cineasta?”. Cuando Alejandro le pasó el guion de Tesis, José Luis Cuerda no solo tuvo la visión de producirla, sino también de que él no era quien debería dirigirla. Estaba convencido de que Alejandro Amenábar lo iba a hacer muy bien. Todo esto es algo que es muy difícil que se dé hoy. Ya lo era entonces”.

-¿Qué opina de las plataformas digitales? ¿Hay más posibilidades de contar historias y de llegar al público o lo alejan de las salas de cine?

“Las plataformas han sido un regalo para la industria. Se produce más que nunca, se ve más que nunca. Es cierto que estamos en una especie de consumo compulsivo. Nos vemos tres series en un fin de semana y las olvidamos al instante. La experiencia cinematográfica es todo lo contrario, es insustituible. Es quedar con alguien, elegir la película, tomar algo y comentarla. Creo que todo esto se calmará y que debe ser compatible con el cine. Lo difícil será animar a gente de menos de 20 años a ir a una sala. Pero esa es también la labor de los cineastas, no solo de los exhibidores: hacer películas que atraigan a un público que no es tan aficionado a ir al cine. Las plataformas te quitan cosas, pero te dan otras. Que tu trabajo lo vean en decenas de países al mismo tiempo es maravilloso. Y es una oportunidad única para los creadores. Es como vender tu alma al diablo, pero la vendes muy a gusto. Debe haber espacio para todo”.

-¿De qué manera ha vivido los momentos más duros de esta pandemia?

“Los primeros meses estaba muy afectado pensando en la cantidad de gente que moría, la que estaba sufriendo en los hospitales, las personas que perdían sus negocios o sus trabajos… En el encierro me dio por ver cine, cientos de películas clásicas. Desde el cine mudo al español, pero también Murnau, Fritz Lang, Hitchcock, el cine de los 70, el de Japón, el soviético. Habitualmente leo, pero la lectura me exigía una capacidad de concentración de la que no era capaz. Me evadí con el cine, más que con la música o la lectura”.

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