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Bomberos voluntarios del Sur: los primeros en llegar al siniestro

Los bomberos voluntarios del Sur desempeñan desde hace décadas un papel clave ante las emergencias por su proximidad a los accidentes e incendios y la falta de parques profesionales en la comarca
La mayoría de intervenciones en Santiago del Teide son rescates de montaña . BBVV Santiago del Teide
Voluntarios de Adeje, en el edificio derrumbado en Los Cristianos. BBVV Adeje

A finales de 1985, en pleno boom turístico, un grupo de hoteleros del sur de Tenerife decidió crear el denominado Grupo de Autoprotección de Playa de Las Américas (GAPA), dada la escasez de efectivos y medios materiales para hacer frente a posibles emergencias, sobre todo en materia de incendios, en el principal núcleo turístico de la Isla.

En aquellos años, el parque de bomberos más cercano era el de Santa Cruz, ubicado a 80 kilómetros, cuyos profesionales, junto a los del municipio alemán de Unterhaching, con los que se llegó un acuerdo de intercambio, impartieron los primeros cursillos. El 26 de junio de 1986 comenzó la andadura oficial de los bomberos voluntarios de Playa de Las Américas, que cuatro años después sustituirían tal denominación por la de Adeje.

Carlos Barrera, jefe de los bomberos voluntarios de Adeje, lleva 27 años en una organización que hoy cuenta con 34 miembros y 12 aspirantes. “Somos pioneros en Canarias, en nuestro parque se han formado compañeros de otros municipios e incluso de islas como La Palma y La Gomera”, manifestó a este periódico. Sobre el tipo de incidencias que atienden con más frecuencia, Barrera señaló que la mayoría de salidas se deben a incendios y a accidentes de tráfico, “además de algún que otro rescate de gatitos en los árboles”.

Hay sucesos que tanto a él como a sus compañeros les han dejado huella. “Las intervenciones que nos han marcado han sido un fuego en un apartamento de Callao Salvaje, en el que murió un niño que encontramos debajo de una cama, y tres personas fallecidas en la galería de agua de la parte alta de Chío. Aquello fue muy complicado. Nosotros sacamos el primer cuerpo, mientras que las otras dos víctimas las rescataron los bomberos de Santa Cruz con equipos especiales de oxígeno”.

Pero también les ha marcado tragedias como el derrumbe del edificio Julián José, en Los Cristianos, el 14 de abril de 2016, siniestro al que llegaron antes que ningún otro cuerpo de emergencia. “Fue desolador, cuando vimos aquello nos preguntamos cómo era posible que una de las fachadas siguiera en pie. La primera persona que salvamos estaba casi en la superficie de los escombros”.
Ahora quieren presentar, cuando la pandemia dé una tregua, un libro sobre los primeros 35 años de actividad. “A ver si el virus nos deja y nos da una oportunidad”.

La mayoría de intervenciones en Santiago del Teide son rescates de montaña . BBVV Santiago del Teide

El embrión de los bomberos voluntarios en Santiago del Teide, la segunda organización en antigüedad de la comarca del suroeste, se remonta a unas inundaciones que sufrió Los Gigantes en las navidades de 1988, según explicó a DIARIO DE AVISOS Federico Linares, responsable de la asociación. “El día 30 de diciembre de ese año se constituyó Protección Civil en el municipio, con un jeep, que era del antiguo jefe, Juan José Pérez, donado a la asociación y con el que empezamos a hacer los primeros servicios”, recuerda Linares, con 28 años de bombero voluntario a sus espaldas.

“En aquel momento colaborábamos en incendios y en todo lo que podíamos. Después se formó, oficialmente, el cuerpo de bomberos de Santiago del Teide y a partir de ahí el Cabildo, con Ricardo Melchior en la Presidencia, nos cedió un vehículo 4×4 y una autobomba”, explicó el responsable, que destacó la mejora del parque móvil con el paso de los años y la incorporación de nuevos vehículos, el último cedido por el Ayuntamiento el año pasado para extinciones y excarcelaciones.

Un total de 45 miembros forman parte de la asociación, incluidos los aspirantes. El 60% de los servicios son rescates de montaña, la mayoría en Masca, donde hasta antes de la pandemia realizaban entre dos y tres servicios semanales. El resto de intervenciones se reparten entre incendios en viviendas y mobiliario urbano, así como en tareas de prevención ante el lanzamiento de fuegos artificiales o la celebración de carreras deportivas.

Los bomberos voluntarios más veteranos de Santiago del Teide no olvidan el suceso que más dolor les ha causado hasta la fecha: el fallecimiento, en un accidente de tráfico a principios de los años 90, de un compañero cuando conducía un camión que se dirigía a sofocar un incendio en Icod de los Vinos.

Cercanía

La proximidad de los bomberos voluntarios es una de las bazas fundamentales a la hora de atender una emergencia, un extremo que realza la labor que prestan estos cuerpos dada la escasez de los parques profesionales en el Sur, que solo cuenta con el de Las Chafiras, en San Miguel de Abona, extremo que corrobora Linares: “En Santiago del Teide estamos bastante alejados y cuando llegan los profesionales, afortunadamente, solo les queda supervisar, especialmente en los casos de incendios”. La asociación dispone de un parque de bomberos con más de una docena de efectivos en la zona costera, además del ‘cuartel general’, en el casco municipal, que concentra el mayor número de personal y vehículos.

Efectivos de Guía de Isora refrescan una zona de pinar quemada. BBVVGuía de Isora

Un cuarto de siglo contempla a los bomberos voluntarios de Guía de Isora desde que una veintena de miembros, la mayoría empleados del Ayuntamiento, se constituyeran como Agrupación Municipal de Protección Civil el 6 de julio de 1996 y empezaran a dar sus primeros pasos en una sede de 50 metros cuadrados en la urbanización El Pinillo, en el casco isorano, y con un camión cisterna de la marca Pegaso como único vehículo.

La iniciativa surgió después de un incendio, en septiembre de 1995, en el pinar de Tágara, que movilizó a numerosos jóvenes y operarios municipales que voluntariamente se prestaron a colaborar en las labores de extinción. Aquel suceso abrió los ojos a las autoridades municipales a la hora de impulsar la creación de un cuerpo coordinado que supiera cómo actuar y dispusiera de los medios adecuados para responder ante una emergencia.

El actual jefe de los bomberos voluntarios de Guía de Isora, Francisco Ruiz, uno de los fundadores del colectivo, señaló a este periódico que por aquel entonces “colaborábamos en la extinción de incendios forestales o en fincas, y participábamos en retenes de fuegos artificiales durante las fiestas patronales de los barrios”. En 1998 adaptaron sus estatutos y se configuró como asociación de bomberos voluntarios ‘Guaria’, topónimo de un barranco del municipio.

Actualmente, en plena celebración de las bodas de plata, Ruiz lidera un equipo de 19 componentes. Subraya que las intervenciones más habituales se reparten entre incendios urbanos, accidentes de tráfico y rescates. Destaca la “buena colaboración” con los profesionales del Consorcio y tira de sentido del humor para referirse al déficit de medios preventivos cuando nació la agrupación en el municipio: “Si hubiera habido entonces un parque profesional, hubiésemos hecho un equipo de fútbol sala, pero las necesidades en ese momento eran esas”.

Preguntado por las incidencias que más impacto han causado a lo largo de estos 25 años, Ruiz no duda en afirmar que “los incendios y accidentes de tráfico con víctimas mortales”, aunque reconoce que “hay otros sucesos que también te llegan, como la búsqueda de un joven de un centro ocupacional que lo encontramos perdido en el monte antes de que cayera la noche. Aquello fue una alegría muy grande”.

Además de una vocación común por dedicar gran parte de su tiempo a prestar servicio a la sociedad y ayudar a los demás, los responsables de los bomberos voluntarios de Adeje, Santiago del Teide y Guía de Isora, comparten el agradecimiento hacia sus ayuntamientos, la población de estos municipios “por el cariño que nos transmiten” y los compañeros que han formado parte en algún momento de estos colectivos. También subrayan su gratitud al Consorcio de Bomberos de Tenerife, cuya integración definen como “un paso adelante” y un “avance en la organización”.

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