
Setenta días después de que Francisco García, de 47 años, cayera al mar en la costa de Granadilla de Abona arrastrado por una nasa que se le enganchó en una pierna cuando faenaba a bordo del barco familiar Punta Abona, nada se sabe del pescador de Tajao.
Pese al tiempo transcurrido y la falta de medios técnicos, sus familiares, amigos y vecinos no pierden la esperanza de hallar su cuerpo, y casi dos meses y medio después de su desaparición mantienen un operativo silencioso aunque constante para dar con su paradero.
El helicóptero y la embarcación de Salvamento Marítimo que rastreaban la zona los primeros días han desaparecido de la costa sureste de la Isla, pero un equipo coordinado por el buceador y fotógrafo profesional Moisés Pires, que ha participado en operaciones como la del Prestige, en Galicia, o Costa Concordia, en Italia, se moviliza prácticamente todos los días para buscar a Francis.
Según explicó Pires a DIARIO DE AVISOS, además de las limitaciones técnicas, las tareas de búsqueda se han complicado por los fuertes vientos de las últimas semanas y la profundidad de la zona, lo que obliga a mantener unos protocolos de seguridad que impiden, por ejemplo, bajar a más de 40 metros de profundidad.
“Las posibilidades de éxito son escasas, han pasado más de dos meses y el tiempo juega un papel fundamental en este tipo de actuaciones, pero el ánimo está alto en el equipo, no nos planteamos retirarnos, la idea es seguir buscando, haremos todo lo humanamente posible”, manifestó el coordinador de la búsqueda.
Pires indicó que las tareas acaban de entrar en la “fase profunda”, lo que ha llevado a dividir la zona de rastreo en dos áreas, una “interior”, que se extiende desde la punta del muelle de Granadilla hasta Montaña Roja, y otra “exterior”, para lo que es necesario el uso de robots submarinos y sonares de barrido lateral, que permiten cartografiar los fondos marinos.

Punto caliente
Pese al amplio radio de acción de la búsqueda, el experimentado buceador mantiene que el “punto caliente” sigue siendo el lugar donde Francis cayó al agua el 20 de junio, una zona de casi 100 metros de profundidad situada a un kilómetro de la costa entre el puerto industrial y la zona de Montaña Pelada.
“El cuerpo no emergió, no se ha visto, puede que aún esté enredado y algo lo retenga ahí abajo; ya se han recogido varias nasas de las que tiró en su día”, indicó Moisés Pires, que, dada la profundidad, considera fundamental disponer de un sonar, “para que nos diga qué hay en el fondo”.
El equipo de buceadores cuenta con un robot enviado desde Gran Canaria con el que han realizado algunos rastreos, pero un problema con el cable de vídeo impide su uso desde hace varios días, así que tendrá que ser reparado. Miembros del operativo, voluntarios, familiares y amigos de Francis mantienen frecuentes reuniones (la última, ayer por la tarde en El Médano) para intercambiar información y plantear las estrategias de búsqueda.
La desaparición de Francis ha movilizado a vecinos, pescadores y clubes de buceo, que se han volcado en su búsqueda. “Su familia está destrozada”, subraya Pires, pero no tirará la toalla. Como manifestó recientemente uno de sus miembros, “no queremos quedarnos con la sensación de no haber hecho todo lo posible por encontrarlo”.