
Los expertos insisten en que predecir el final de la erupción volcánica de Cumbre Vieja es imposible. Fundamentalmente porque no todo el magma puede acabar saliendo a la superficie, circunstancia que dependerá de la cantidad de material que almacena el subsuelo y de cuánto llega a la cámara somera, que es la que ahora se está vaciando.
Una parte de ese magma (mezcla de roca fundida y gases que salen a más de 1.000 grados centígrados de temperatura) puede enfriarse en profundidad y no emerger. Esa es la principal incógnita que impide establecer un pronóstico aproximado sobre el fin del proceso eruptivo. De hecho, Canarias, a lo largo de su historia, ha visto volcanes de 10 días de duración, pero también de varios años, aunque esta última opción parece descartada.
Sobre la aparición de más fisuras, los especialistas consideran improbable que tal posibilidad se acabe materializando, ya que si el magma ha conseguido abrirse camino por la línea actual, el proceso de desgasificación, en marcha desde el domingo a las 15.10 horas, no precisaría en principio de nuevas fisuras. Otra cosa es que sumen más bocas a las diez actuales en el trazado de la fisura abierta en función del magma que vaya bombeando el subsuelo.
Mientras, la lava, condicionada por la orografía, avanza a una velocidad de 700 metros por hora y a medida que se aleja de las bocas se enfría y ralentiza su marcha.
Su altura ha alcanzado en La Palma los 12 metros y ha engullido viviendas completas de dos plantas.
Respecto a la nube generada por el volcán (producto de la explosividad), cuya altura puede superar los 3.000 metros de altura, los especialistas recuerdan que se compone de los gases que se desprenden del magma y salen a la atmósfera, además de piroplastos o cenizas. Esos gases que desprende el magma son fundamentalmente vapor de agua, CO2 y sulfurados de flúor y de cloro, entre otros componentes, que pueden resultar perjudiciales para el ser humano, aunque aclaran que el riesgo para la salud (con síntomas como la irritación en las vías respiratorias y escozor en los ojos) dependerá de la concentración, la cercanía y del tiempo de exposición. El comportamiento de la nube está supeditado a los vientos, que, en estas fechas, soplan en dirección noreste por debajo de los 3.000 metros y en sentido noroeste a partir de esa cota.
El fenómeno que se vive desde el domingo en el suroeste de la isla de La Palma no difiere de otras erupciones volcánicas registradas en el Archipiélago, aunque la interacción con el agua aumenta su explosividad, advierten los expertos, ya que genera un efecto de vaporización –al liberar los gases de la lava en contacto con el mar- originándose grandes columnas y detonaciones, por lo que conviene alejarse de la costa. De continuar el impulso magmático, los científicos dan por hecho que la isla aumentará su tamaño al ganarle terreno al mar, como ocurrió hace ahora 50 años.
EVOLUCIÓN
Los geólogos y vulcanólogos que siguen de cerca la evolución del nuevo volcán, aún sin nombre reconocen el drama que viven numerosos vecinos del Valle de Aridane que han perdido sus casas, pero subrayan que asistir a una erupción y seguirla hasta el final es una experiencia única y una oportunidad excepcional para profundizar en el estudio de este tipo de fenómenos. “Son sentimientos encontrados: se trata de una tragedia para los vecinos y una ocasión histórica para los científicos”, señalan.
La mayoría de expertos admite que les ha sorprendido la rapidez eruptiva tras un enjambre sísmico de solo ocho días y recuerda que los volcanes funcionan por pulsos en función de la actividad de la cámara magmática, aunque subrayan el comportamiento “predecible” de Cumbre Vieja.
A muchos les recuerda al caso del Teneguía por la expulsión de la lava, los piroplastos, su evolución y la forma de la nube. Pero, como anunció ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, “aún quedan jornadas muy largas por delante”.