
A pesar de las múltiples versiones existentes, lo que nunca varía en la leyenda guanche que achaca las erupciones volcánicas a la fuga de un demonio llamado Guayota (y al que solo el dios Achamán logra devolver al interior de la montaña en cuestión) es que dicho diablo aprovecha su escapada para secuestrar a Magec, dios de la luz y del sol, quien desaparece súbitamente entre las negras nubes que, precisamente, alertaban a los aborígenes del inicio de las mismas.
Gracias a la ciencia, hoy en día no hay que recurrir a mitos y fábulas para explicar lo que sucede en La Palma desde el pasado 19 de septiembre, pero viene a cuento rememorar el dato para advertir que, ahora como entonces, las toneladas de ceniza expulsadas a la atmósfera suponen (como la lava o la sismología asociada, por citar otros dos ejemplo) una fuente de serios problemas para la población afectada.
Así, transcurridas dos semanas y media desde que el magma lograse fisurar la corteza terrestre en los altos de Cumbre Vieja, y justo cuando la lava parece dar un respiro al descender por los terrenos que ya destruyó, al igual que también se desliza a través de un tubo volcánico bajo la superficie, la ceniza adquiere triste protagonismo por los cambios del viento, que han multiplicado la lluvia de ceniza que arruina, sepultándolos bajo un negro manto, los cultivos, además de amenazar la salud de quienes padecen problemas respiratorios previos. Por si fuera poco, prácticamente ha vuelto a paralizar el tráfico aéreo con La Palma, dado que, tras las cancelaciones anunciadas para hoy por Binter y Canaryfly (entre llegadas y salidas, un total de 38 vuelos suprimidos), al cierre de esta edición solo Iberia mantenía activos su conexión entre Madrid y la Isla Bonita.
En cuanto al parte diario ofrecido desde el Pevolca, destacar que el volcán ha afectado ya a un total de 93,4 hectáreas de cultivos, de las cuales 35,6 son de explotaciones plataneras (unas 73 fanegadas); 32,9 de viñedos; 6,7 de aguacateros; y el resto, con otros cultivos. En total, la superficie afectada por las coladas es de casi 422 hectáreas, 1,81 más que el pasado martes.
Resta añadir que, de momento, se sigue sin noticias de Achamán, o, lo que es lo mismo, no hay modo de saber cuánto durará la erupción que nos ocupa.