
Han pasado cuatro meses desde que el Ayuntamiento de Santa Cruz terminó las obras de repavimentación y mejora de la accesibilidad de la parte alta de la avenida de Venezuela, que implicaban también mejoras en el alumbrado público y las aceras. Unos trabajos que contaron con un presupuesto de más de 734.000 euros, destinados a aportar calidad de vida a los vecinos y que permitiría revitalizar la economía de la zona. Sin embargo, tras las obras, que duraron algo más de ocho meses, muchos de los comerciantes no tienen la sensación de que esa revitalización económica sea así. Aseguran que no han recuperado la actividad que tenían y que las campañas del Consistorio capitalino para incentivar las compras y dinamizar la zona no han dado sus frutos.
Salva, el dueño de la Panadería Churrería La Salud, cuenta a DIARIO DE AVISOS que la situación es complicada. Hay más movimiento porque la gente se puede mover por la calle, obvio, pero lo pasamos muy mal. Durante las obras no producíamos ni la tercera parte de lo que solemos hacer. Para mí fue peor que la COVID, porque durante la pandemia la gente tenía que salir sí o sí para comprar, pero si no tienes cómo llegar, te quedas en casa o compras en otro sitio”.
A pesar de ver poco movimiento, este empresario es positivo y está convencido de que, de cara a Navidad, la situación va a cambiar. “Tiene que mejorar. Yo tengo siete empleados y uno aguanta porque llevan toda la vida, pero es muy duro llegar a fin de mes y no tener para pagar los sueldos”, explica.
Dábel, del Bar Nena, señala que lo pasó realmente mal durante las obras y que ahora es cuando empieza a ver algo de luz y de movimiento. “Sufrimos la pandemia y las consecuencias de las obras. Los meses de verano fueron horribles. La gente perdió la costumbre de venir a comprar por aquí, porque tenía miedo a caerse, pero parece que ahora la cosa empieza a moverse. Eso sí, la realidad es que los trabajos me hicieron mucho daño, y a día de hoy no sé cómo mi negocio sigue vivo”, detalla.
El dueño de este pequeño bar cuenta que por la zona “han cerrado unos cinco o seis negocios”, al no poder hacer frente a los gastos. “La calle estaba rota y seguíamos pagando impuestos, sin ingresar nada de dinero. Eso no es fácil de sobrellevar”, añade.
Por su parte, Teresa trabaja en una carnicería de esta avenida. Es de las personas que dicen no haber notado nada de mejoría. “Seguimos igual, porque la gente que bajaba en guagua hasta aquí y se paraba en la molienda de gofio, se acostumbró a ir a otro sitio, y no ha vuelto. Aquí solo viene la gente de la zona. Esto no es lo que era”, dijo.
Pedro es empleado en otro bar y señala que la avenida “es una zona de mucha afluencia” y que habría estado bien destinar un espacio para hacer aparcamientos. “Si hubiesen tenido eso en cuenta, la cosa seguro que ahora sería distinta”, manifiesta.
Encontramos a Ana, en otra venta. Cuenta que “desde la pandemia y las obras todo ha caído. Las obras se juntaron con las del parque de Las Indias y fue un caos. Habría sido mejor llevarlas a cabo en tramos, porque la gente se olvidó de esta zona”. El caso de José, el gerente de un negocio de kebab, es diferente. Su empresa se dedica al reparto de comida a domicilio y por ese motivo ha conseguido mantener las ventas. Pero señala que “gracias a las licencias que les han dado a los bares de la zona para poner terrazas, se ve algo más de vida”.
En otro local trabaja Felipe, que apunta que “algo ha mejorado la situación, pero no para echar cohetes”. Cree que el descenso de las ventas es “por culpa de las grandes superficies, de la economía, de las obras y de la pandemia”.
En definitiva, que “la gente se contiene más a la hora de gastar”. Cuenta que el Ayuntamiento intentó hacer alguna campaña para incentivar las compras, pero que para la época del año en la que estamos no se ha notado nada. “Se ve que esto no arranca”, indica.
Por último, Evelio, que lleva un pequeño estanco en la zona alta de la avenida, señala que “ya se ve más movimiento”, aunque poco para lo que estaban acostumbrados. “Perdí todos los clientes de paso. Fue un palo después de la pandemia y remontar no es fácil”, explica. Asimismo, relata que los meses que duraron las obras fueron “horrorosos” y que no se planteó cerrar, sino todo lo contrario: “Tuve que abrir más horas, trabajar más, para poder ganar algo de dinero. Vivía con lo que suelo ingresar los fines de semana, que es muy poco, y que es el dinero de la gente de la zona que deja aquí al venir de comprar”.
Evelio es de los que apostaba por hacer las obras por fases, porque dice que “después de tantos meses así, la gente cambió de zonas para comprar”. Además, respecto a las campañas del Ayuntamiento para dinamizar la zona, confiesa que “pasaron en dos ocasiones para publicar un cartel con los negocios de la avenida y no hicieron nada más”.