“El cambio de dinámica es claro y se corresponde, sin duda alguna, a la pérdida de energía del proceso eruptivo que empezó a detectarse a finales de octubre”. Con esta contundencia se expresó ayer el coordinador científico del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), Nemesio Pérez, a preguntas de este periódico, después de que dicho organismo valorase a última hora de la tarde en sus cuentas de las redes sociales la novedosa aparición de depósitos de azufre elemental en la zona del cono eruptivo, un hecho que “NO [en mayúsculas en el original] implica un final de la erupción, pero sí un cambio claro en su dinámica”.
Además de lo positivo que resulta detectar tales depósitos por cuanto su color evidencia una temperatura más baja, cabe recordar que ya esta misma semana se habló de unos “signos positivos”, que, ahora señala Pérez, son parte de este cambio en la dinámica eruptiva, y que pasan por el hecho de que, por ejemplo, “el penacho es ahora más frágil y el viento lo doblega, no como al principio”, además de que hay descensos en las emisiones de SO2 (dióxido de azufre) y el tremor ha disminuido.
Dicho de otra manera, y a pesar de lo particularmente variable que está resultando el fenómeno eruptivo surgido el pasado 19 de septiembre en la zona de Cumbre Vieja (La Palma), por primera vez el mismo presenta una serie de indicios que animan a cierto optimismo, por mucho que nada apunte todavía a un final próximo. No en balde, durante la erupción del volcán de San Juan, que tuvo lugar en 1949 no muy lejos del actual, hubo una pausa de hasta cinco días en los que cesó una actividad que, súbitamente, se reinició pasadas esas jornadas.
Pero, ¿por qué esa novedosa aparición de depósitos de azufre elemental es positiva? Es el geoquímico y especialista en gases volcánicos de Involcan, Pedro Hernández, quien aclara que, como se ha dicho, su presencia con ese color tan característico del azufre implica necesariamente una temperatura menor en los gases emitidos. “Ahora hay que esperar porque, lógicamente, solo podemos verlo, dada la ubicación que tiene, y para saber más tenemos que acceder cerca de la zona del cráter, y eso mejor hacerlo de día. Hasta que tomemos muestras y las analicemos, solo podemos hacer suposiciones”.
Al igual que Nemesio Pérez, Hernández insiste en que “nada permite anunciar que el final esté cerca. Pero sí hay un cambio en la dinámica eruptiva, por mucho que para extraer conclusiones definitivas este tipo de parámetros positivos deben repetirse unas dos semanas. Lo primero será conocer mañana [hoy para el lector] a cuánto ascendió la emisión de dióxido de azufre, que la última medición fue de unas 31.000 toneladas. Y le garantizo que nunca he visto pasar de una cantidad así a cero en un solo día”.
Ya en la comunicación diaria del Pevolca, la responsable de vulcanología del IGN, Carmen López, sostuvo que “el volcán no está parado, está emitiendo lavas, hay un proceso de reajuste interno que hace que haya una sismicidad todavía muy intensa y una señal de tremor asociado al funcionamiento de este sistema de emisión de material. La estabilidad no significa que el volcán esté parado, sino que tiene un comportamiento similar en estos días”, a la par que comentó que en los últimos días hay menor emisión de lava, tiene “menos intensidad” pero hay “pulsos” en momentos determinados.