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La reconstrucción vital de La Palma desde las aulas del Valle de Aridane

El presidente del Gobierno canario se rinde frente a la fuerza y la generosidad de profesores y alumnos en los centros, encarando el futuro pese a que muchos han perdido sus hogares bajo la colada del volcán

La reconstrucción de La Palma también está en las aulas, en centros de Infantil y Primaria, como el Princesa Acerina, donde desde hace ya varias semanas se han sumado nuevos alumnos, caras nuevas con vidas nuevas tras dejar atrás sus hogares, algunos sepultados bajo la lava, otros cubiertos de ceniza.

El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, recorrió ayer varios centros y en todos ellos encontró muchas historias, las de profesores que han perdido sus viviendas y que viven en una provisionalidad accidental, que al mismo tiempo dan seguridad y apoyo a alumnos, muchos de ellos también con padres y madres en similares o peores circunstancias. “Yo he venido a dar las gracias a la comunidad educativa, a los docentes y no docentes que vienen a trabajar cada día, profesores que han perdido sus casas y están trabajando, a darle las gracias a los jóvenes, a los niños de Todoque y Los Campitos, colegios que han sido sepultados por la lava y se levantan con ganas de aprender y con ganas de salir de esta”. El titular del Ejecutivo autonómico explicó que estos alumnos “están lanzando un mensaje al resto de Canarias y al mundo” en momentos muy difíciles. Y en ese mensaje una defensa de la escuela pública, de sus docentes, cuyos testimonios le conmovieron. “Tenemos magníficos profesionales en Canarias que priorizan el derecho a la educación antes incluso que a su dolor interno”, aparcando la aflicción por la pérdida de todo su pasado para atender a los alumnos del Valle de Aridane.

Todos los docentes y los miembros del equipo directivo, con Pino Mazorra al frente, Rita Gómez y Antonia Arroyo, jefa de estudios y subdirectora, respectivamente, tienen claro que lo primero es el bienestar socioemocional de la comunidad educativa del centro ante una situación tan excepcional, en la que se han vivido momentos de crisis, con desalojos, sin clases, con carreras, tensiones, angustia que hay que reconvertir en una construcción individual a partir de la fuerza colectiva. Eso es ahora este centro, los otros del Valle de Aridane, espacios de seguridad en los que, además de impartir contenidos, se construyen los cimientos emocionales de una reconstrucción vital imprescindible.

Calixto Herrera, coordinador de Salud en el área de Innovación, también entre aulas y en los pasillos de los colegios del Valle, está cumpliendo un papel trascendental ante la pérdida y el duelo. “La pérdida en este caso en La Palma parece formar parte del aire que respiramos, perdidas que exigen un acercamiento sensible para ayudar en ese proceso de reconstrucción para volver a encontrar una identidad tras lo perdido”.

Este trabajo junto a alumnos de los colegios del Valle tendrá que ser continuado en el tiempo, más allá del fin del volcán. “El volcán se apagará, pero hay otros volcanes internos que se despiertan en las personas, dentro de los adolescentes, los niños. Todo esto va a exigir un trabajo de apoyo”, explica Herrera.

Los colegios pasan ahora a ser un recurso comunitario fundamental para recuperar la esperanza. Es lo que creen los especialistas, conscientes de que en muchos hogares los adultos están inmersos en sus propias batallas vitales para asimilar la pérdida, e incluso para dar un sentido a todo lo que ha ocurrido en dos meses, con graves experiencias de pérdidas no solo materiales, sino emocionales.

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