Antonia María Martín Estévez trabaja en el Mercado Municipal del Puerto de la Cruz desde su inauguración, en noviembre de 1986. En ese momento, fue concebido como una infraestructura moderna y funcional que sustituía a la antigua recova ubicada junto al Ayuntamiento, en la que se ofrecía una amplia variedad de alimentos frescos.
Antonia abrió su local, el número 14 de la primera planta, con apenas 22 años junto a su marido, quien después se fue a trabajar fuera pero que ha vuelto y juntos comparten las tareas del día a día en el puesto. Acomodan con meticulosidad la verdura y la fruta, atienden a los clientes, toman los pedidos, aconsejan cuando se les requiere y regalan una sonrisa y una palabra amable. Ese es su mayor secreto para conservar una clientela fiel que se extiende a varias generaciones.
“Hay clientes que me compran de cuando yo estaba en la plaza de Europa, y ahora vienen también sus hijos y los nietos”, comenta orgullosa.
Una clienta “de las de siempre”, que escucha la entrevista refuerza su declaración: “Es que nos gusta la dependienta”, dice.
En estas más de tres décadas y media, el inmueble y la actividad que allí se genera han cambiado y mucho, aunque ha sido en este último año cuando se acometió la gran obra que todos los comerciantes esperaban. “Antes se habían cambiado los pisos y se pintó dos veces pero esta es la mejor reforma que han hecho”, apunta.
En concreto, se refiere a la actuación integral que se lleva a cabo en las instalaciones -todavía no ha culminado- para rehabilitarlas y modernizarlas. El cambio de imagen exterior está a la vista de cualquier transeúnte, no solo de los asiduos al Mercado. La fachada ha sido pintada de blanco y luce nueva cartelería. El Plan de Señalética y nueva imagen corporativa también incluyen la renovación de 60 rótulos comerciales.
A ello se le suma la instalación de un ascensor panorámico exterior que aun no se ha puesto en funcionamiento; la renovación de los baños de la primera planta; el arreglo de los desperfectos de pintura, tanto exterior, lateral como en los puntos donde se quitaron algunos elementos, como vallas, bancos y las dos grandes jardineras que había en el hall central. Además, se ha instalado cristalera en los pasillos, en la fachada y en los dos laterales de la parte gastronómica que aportan luz y más seguridad y se ha hecho un jardín vertical que embellece la entrada.
Obras necesarias
Reformas que, según Antonia, eran muy necesarias y contribuyen a que la gente quiera ir allí a comprar en lugar de acudir solo a los supermercados. “A la gente joven le gusta venir”, asegura.
Aunque hubo épocas en las que mermó un poco el trabajo, no puede decir que le falte, todo lo contrario. Ello la ha obligado a tener un empleado, una sobrina que la ayuda vigilando el local los días más fuertes de actividad y hay tenido que diversificar su oferta con víveres, productos básicos de limpieza “y lo que el cliente pida, yo le voy trayendo”.
También tiene un grupo de “extranjeros” fijo que en los tres meses que pasan en el Puerto de la Cruz la tienen como principal proveedora.
Esta mujer, nacida en Icod de los Vinos, que trabajó siempre en el Puerto de la Cruz pero qu vive en La Orotava, asegura que “se piensa jubilar en el mercado”. “Para lo que me queda…”, bromea.
Lo único que echa en falta Antonia son más locales como el suyo. Cuando el recinto abrió sus puertas eran 16 los puestos de fruta y verdura y ahora solo quedan dos ya que el resto ha sido reemplazado por bares, cafeterías y puestos de comida.
La diversificación de los puestos es una de las cosas que demanda Eulogio díaz, otro de los históricos del Mercado. Propietario de la librería Siddhartha, ubicada en la planta baja, ya vendía material antes de su apertura al público “y al mismo tiempo colocábamos las losetas por fuera”, recuerda.
Tenía 29 años, trabajaba con su compadre en un bar, no les iba bien y decidieron montar la librería-papelería cuando se enteraron que abría el Mercado, que desde entonces ha ido evolucionando. “Cuando se inauguró no había grandes superficies ni cadenas de supermercados y era un ir y venir constante de gente”, apostilla.
“El declive es ahora. Antes vendíamos el doble y ahora estamos ras a ras. Los préstamos de libros en los colegios hace que no se venda como antes y entendemos que sea así”, sostiene.
Coincide con Antonia en que la mayor obra y la más necesaria es la que se está llevando a cabo en la actualidad, curiosamente, cuando menos gente hay. “En agosto te puedes pasar dos horas y no ves a nadie”, asegura.
Una afirmación con la que el concejal responsable del Mercado, Roberto Medina, no está del todo de acuerdo si bien reconoce que “el Mercado necesitaba inversiones y un cambio de imagen. Había que modernizarlo, hacerlo más atractivo y llevarlo al siglo XXI”.
Para ello, el Ayuntamiento ha procedido a acometer una serie de trabajos que han sido sufragados con una subvención heredada del anterior mandato que había que ejecutar, recursos propios y ayudas de otras administraciones, como el Gobierno de Canarias.
Ascensor exterior
Una de las grandes actuaciones es la instalación del ascensor panorámico exterior aunque todavía no ha sido puesto en funcionamiento debido a que hubo un error en la parte superior de la extracción de los motores de aire y fue necesario volver a pedir las piezas para cambiarlas. “Por suerte ya llegaron así que queda poco para inaugurar esta infraestructura que ansía todo el mundo y que es un elemento de accesibilidad clave aunque las rampas son totalmente transitables para personas con movilidad reducida pero permite moverse fácilmente dentro del mercado”, promete.
La tarea no ha terminado, aclara. Todavía queda mucho por hacer. El siguiente paso es la remodelación del parking -incluye el sistema de extracción de humos y de seguridad contra incendios- y para poder realizarla el Ayuntamiento ha puesto una enmienda a los Presupuestos Generales del Gobierno de Canarias.
Baños para personas ostomizadas
A ello se añade la rehabilitación de plaza anexa, los baños de la planta baja que estarán adaptados para personas ostomizadas y el cambio de imagen del rastro semanal con la instalación de carpas y marquesinas, entre otras reformas. Las dos últimas actuaciones ya disponen de financiación y Medina confía que este año se hagan realidad.
Otro de los objetivos que se plantea el Gobierno municipal para 2022 es sacar a licitación los once locales que están pendientes: nueve en la primera planta, dos en la planta baja y el supermercado. Para ello, se hizo una pequeña encuesta con el Programa en Alternancia con la Formación y el Empleo (PFAE) de Atención Comunitaria sobre el modelo de negocio que faltaría en el recinto entre los que salieron una tienda de animales y una panadería.
“Hay muchos cambios por delante para hacer que el Mercado Municipal sea el que se merece la ciudadanía del Puerto de la Cruz y un atractivo para los turistas que nos visitan”, subraya el concejal, para quien no hay duda que en los dos últimos años “hay un antes y un después” en esta instalación.