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Apolo 1, la chispa que mató a tres astronautas

Se cumplen 55 años del accidente que costó la vida al equipo de la que pretendía ser la primera misión tripulada del programa concebido para llevar a la Humanidad a pisar la Luna
Desde la izquierda, Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee, poco antes del accidente que acabaría con sus vidas NASA

Aprender a provocar una pequeña chispa fue todo lo que necesitaron nuestros primitivos ancestros para ser capaces de encender un fuego y cambiar para siempre el camino que seguiría la evolución de la Humanidad. Miles de años más tarde, en plena cima de su desarrollo tecnológico, nuestra especie había fijado su objetivo en viajar más allá del planeta que la vio nacer. Los primeros pasos ya habían sido dados, llevando a los pioneros de la exploración espacial a orbitar la Tierra en las primeras naves tripuladas e, incluso, a flotar en el vacío del espacio con la única protección de ingeniosos trajes. El siguiente paso era caminar sobre la Luna y el ambicioso programa para conseguirlo llevaría por nombre Apolo.

Una simple chispa, similar a aquella que diera comienzo a nuestro incipiente dominio del fuego, bastó para finiquitar la vida de tres hombres de la manera más horrible y poner en jaque la continuidad del programa. Ocurrió el 27 de enero de 1967 en la rampa 34 del centro espacial de Cabo Cañaveral, durante una prueba de verificación de la nave Apolo 1 con tripulación.

Virgil Gus Grissom, comandante, Ed White, piloto del módulo lunar y Roger Chaffee, piloto del módulo de mando, debían simular todo el protocolo de lanzamiento, desde el momento de enfundarse sus trajes espaciales hasta el final de la cuenta atrás. Durante el desarrollo de la prueba, exactamente a las 18.30, hora local, un cortocircuito en la cabina provocaría la chispa que resultaría fatal en un entorno presurizado con oxígeno puro y lleno de materiales inflamables. El voraz incendio fue prácticamente instantáneo y todo sucedería muy rápido. “¡Hay fuego en la cabina!”, gritó Chaffee por la radio, “¡sacadnos de aquí, nos quemamos!”. A continuación, la radio solo transmitió los terribles gritos de los tres hombres atrapados y consumidos por el fuego y, apenas 15 segundos después, se hizo el silencio.

Imagen del estado del interior de la nave tras el incendio. NASA

Irónicamente, uno de los procedimientos a ensayar aquel día incluía la apertura de emergencia de la escotilla de escape en caso de incendio. Pero esa triple escotilla, cuya primera puerta debía abrirse hacia adentro, nunca llegó a ceder debido al aumento de la presión en el interior y la complejidad del mecanismo, convirtiendo la nave en una trampa mortal de la que nunca hubo posibilidad alguna de escape. White y Grisom se encontraron cara a cara con la muerte intentando desesperadamente forzar la salida, mientras que Chaffee ni siquiera tuvo tiempo a quitarse los cinturones que lo sujetaban a su asiento.

Casi seis minutos después del primer aviso, el personal de la NASA logró al fin abrir las tres compuertas y acceder a la nave para sofocar el incendio en su interior, pero ya era demasiado tarde. Al disiparse el humo pudieron encontrar a los tres astronautas sin vida y comprobar horrorizados que sus trajes espaciales estaban parcialmente derretidos y se habían fundido con la nave, lo que complicó enormemente su rescate. Sin embargo, las autopsias desvelarían que pese a presentar graves quemaduras, estas no parecían letales y que la causa de la muerte de los tres hombres había sido la asfixia por la inhalación de monóxido de carbono.

Nailon, velcro, tela, plásticos, papel… la cantidad de materiales inflamables en la cabina del Apolo 1, unido a la atmósfera de oxígeno puro y el deficiente aislamiento del cableado eléctrico resultaron una combinación mortal. El desarrollo y fabricación de la nave por parte de la empresa North American había generado innumerables discusiones entre sus ingenieros y los astronautas de la NASA, que manifestaron continuamente sus quejas respecto a la seguridad del vehículo, incluso en una época en que los protocolos de seguridad eran demasiado laxos, por no decir inexistentes en ocasiones.

El traje de vuelo de Roger Chaffee NASA

El accidente del Apolo 1 evidenció esas enormes carencias y el programa estuvo a punto de ser cancelado antes de que hubiera más desgracias. Sin embargo, tras un año y medio en punto muerto, Apolo pudo continuar gracias al desarrollo de nuevas medidas de seguridad y el rediseño de cientos de componentes que acabarían por convertir la nave en el vehículo que llevaría y traería de vuelta con éxito a todos los astronautas que dejaron sus huellas en la superficie lunar. Sin duda, el precio a pagar para llegar a ese punto resultó demasiado alto, pero fue en parte lo que hizo posible los viajes a la Luna.

De no haber perdido la vida en el Apolo 1, es probable que Gus Grissom hubiera pasado a la Historia como el primer hombre en pisar la Luna, en lugar de Neil Armstrong. Pero el destino, en ocasiones, rezuma crueldad y la Historia quiso recordar a Gus como una de las tres víctimas de aquel fatídico accidente.

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