Ayer en la mañana se produjo el óbito del sacerdote Asterio Cabrera Concepción. Una feligresa amiga resumió con acierto en una sencilla frase lo que muchos sentimos al conocer la noticia: “Él ya llegó”.
Había nacido en 1941, en El Taboco, barrio del municipio palmero de Puntallana, y sus familiares y amigos coetáneos recordaban episodios de su niñez, cuando anidó la vocación sacerdotal que creció entre juegos de procesiones y ratos de silencio en la parroquia de San Juan Bautista, iglesia de cuidada sello a la que volvía cada verano, atento en especial a La Galga con sus fiestas de agosto entorno a la ermita de San Bartolo
Asterio Cabrera pertenece a una generación de sacerdotes que supo acoger sin reservas los signos que se van desgranando el paso de los tiempos. Su labor pastoral comenzó como diacono en la iglesia santacrucera de San Pio X y de inmediato fue designado párroco para la de La Frontera (El Hiero). Luego pasaría a las parroquias de Nuestra Señora de la Luz, San Juan y San Lucas, en Arico a la que sumó la de Nuestra Señora de Fátima, en el Porís. Le designaron años más tarde como párroco de San Matías, en Taco asumiendo por igual la de San Jerónimo, las San Juan de la Cruz (Ofra) y las de San Martín de Porres, y San Sebastián.
Su espíritu generoso y comprometido ante la realidad circundante le llevó a desempeñar el cargo de conciliador en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), así como el cargo de capellán en el Centro Penitenciario Tenerife II y en el Centro de Inserción Social de Tenerife.
En los últimos años convivio con otros sacerdotes mayores en la residencia San Juan de Ávila de La Laguna, desde la que se desplazaba diariamente para prestar apoyo a sus compañeros, supliéndoles en las celebraciones litúrgicas. Era frecuente encontrarle en Guamasa, María Auxiliadora, San Sebastián, San Matías… Hace unos días le sobrevino un derrame cerebral, que se manifestó al término de la misa que hacía en la Iglesia de la Concepción de La Laguna, por lo que tuvo que ser intervenido de urgencia en el Hospital Universitario de Canarias, donde falleció.
Asterio fue el benjamín del matrimonio de Pedro Cabrera y Modesta Concepción. Le presidian sus hermanas Onelia, Sara y Denia, y su hermano Pedro, nacido en Cuba, al que visitó e invitó a conocer la tierra de su padre. Sus muchos sobrinos y numerosos amigos sienten hondamente el vacío que deja su partida, si bien se sienten reconfortados por el trabajo que con tanta generosidad ha realizado, fomentado en especial el desarrollo de las comunidades parroquiales.
Desde pequeño percibió que la identidad canaria es fruto del empeño de muchos que no dudaron en avanzar hacia otros caminos. Cuba por ello ocupo un lugar preferente en su atención, contribuyendo desde la Diócesis a prestar atención y apoyo al clero cubano, interesándose asimismo por la formación y la consolidación de nuevas vocaciones.
Asterio Cabrera celebró sus bodas de oro en 2018, año en el que fue elegido pregonero en las fiestas de San Juan Bautista de su pueblo natal, momento que le permitió recordar el indisoluble vinculo que supo consolidar con sus orígenes y la vocación de servicio que ha mantenido a lo largo de su fecunda vida pastoral.