Arqueología espacial. Esta puede ser una de las diversas lecturas, quizá de las más extremas, que se pueden hacer de una de las iniciativas vinculadas a la búsqueda de “inteligencia” extraterrestre más originales de cuantas han surgido en los últimos años: el Proyecto VASCO. La capitanea la astrónoma Beatriz Villarroel, recientemente distinguida con el Premio L’Oréal-Unesco For Women in Science.
En más de una ocasión hemos escuchado a algunos astrónomos referirse a su disciplina como a una especie de arqueología, e incluso de paleontología especial, en la medida en la que en diversos ámbitos de tan vasta ciencia se observa y estudia un cielo que es puro pasado, ancestral pasado. La estampa nocturna que observamos a simple vista, y en especial aquella que para los astrónomos se hace visible gracias a la tecnología, dejó de existir en su mayor parte hace mucho tiempo, y paradójicamente, solo las distancias colosales que nos separan de ella y que mantienen visible su brillo, nos permiten aproximarnos a lo que un día fueron eso objetos que la componen. El Proyecto VASCO, Vanishing & Appearing Sources during a Century of Observations, o Fuentes que desaparecen y aparecen durante un siglo de observaciones coteja el pasado y el presente de nuestro cielo en busca de lo que “ya no está”. Básicamente tiene como objetivo localizar “estrellas-objetos” astronómicos que hayan podido desaparecer del cielo, comparando antiguas fotografías con la realidad observable hoy en día. Al frente del mismo está Beatriz Villarroel, investigadora del Instituto Nórdico de Física Teórica, de la Universidad de Estocolmo e investigadora visitante en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Su Proyecto VASCO le ha valido el Premio L’Oréal-Unesco For Women in Science en la categoría de Jóvenes Talentos Internacionales. Con ella hablamos para DIARIO DE AVISOS.
-El proyecto es un buen ejemplo de que es posible enfocar la investigación astronómica desde puntos de vista distintos, originales ¿Cómo se le ocurrió esa idea?
“Cuando era estudiante, solía escribir fábulas cortas, en este caso una fábula relacionada con la astronomía. La idea se me ocurrió allí, en medio de mi afición a escribir: ¿alguien había buscado objetos que se desvanecieran?”
-¿De dónde procede, qué antigüedad y qué volumen tiene el material fotográfico para realizar ese trabajo comparativo?
“Usamos imágenes de los años 50 e imágenes del cielo tal como es hoy. Las imágenes de la década de 1950 se basaron en material de placas fotográficas. Las imágenes del cielo de hoy, fueron tomadas con tecnología CCD. En total, son muchos terabytes de datos de imagen los que estamos procesando.”
-Que un objeto astronómico esté visible en el pasado y hoy no lo esté, ¿a qué se puede deber? ¿fotografías defectuosas o dañadas? ¿una estrella que ha muerto? ¿un agujero negro que se lo ha tragado?
“Hay varias explicaciones diferentes. Cuando hacemos nuestras búsquedas, exigimos que los objetos se ajusten a los criterios de los objetos astrofísicos reales en cuanto a su forma y distribución de la luz. Esto significa que eliminamos la mayoría de los defectos, aunque no todos. Si uno encuentra un objeto visible en una sola imagen de los años 50 y que no se ve en ningún otro lugar, esto podría ser un transitorio de corta duración que se iluminó en esa sola imagen. Un ejemplo es una estrella fulgurante que deja un punto brillante en una sola imagen. Si uno tiene la suerte de encontrar un objeto que se ve en “varias” imágenes diferentes en la década de 1950 y también es visible en la década de 1980, y que ahora ha desaparecido de nuestro cielo, eso es más interesante. Un escenario hipotético en el que esto sucede, es cuando una estrella masiva colapsa directamente en un agujero negro sin emitir una supernova brillante. O podría tratarse un fenómeno completamente nuevo. Nadie sabe si estos eventos pueden ocurrir y, de ser así, cuán comunes son.”
-Uno de los mayores atractivos públicos del proyecto es que, esas cosas que ya no están, podrían ser incluso tecnología extraterrestre que pasó por nuestro perímetro o nos observaba, ¿satélites, sondas, estaciones espaciales orbitando, esferas de Dyson…?
“En este momento no tenemos evidencia de ningún artefacto extraterrestre involucrado en ninguna de nuestras observaciones. Pero entre las firmas ET hipotéticas que buscamos en el proyecto VASCO, se incluyen todas las posibilidades que usted menciona.”
-¿Se trata de una posibilidad que se toman en serio o sólo de un buen reclamo publicitario para el gran público, para la ciudadanía? Para usted parece plausible, pues evocando la reflexión que sobre la tecnología realizó Arthur C Clarke, asegura estar “buscando magia”
“Nos tomamos muy en serio la posibilidad de buscar a ET. Por ejemplo, recientemente publicamos un nuevo artículo en Acta Astronáutica, en 2022, donde describimos cuidadosamente una prueba sobre cómo utilizar la metodología VASCO para comprobar la posibilidad de artefactos ET en órbita alrededor de la Tierra, usando el cielo no contaminado de principios de la década de 1950, anterior al lanzamiento del Sputnik I.”
-Aplicando la lógica de VASCO, parece que echar una ojeada al trabajo previo, al material y a los registros acumulados por los astrónomos a largo del tiempo, puede darnos sorpresas…
“Muchos de los sondeos astronómicos en el dominio del tiempo existentes que los científicos utilizamos para nuestra investigación astronómica convencional también pueden utilizarse para hacer investigación SETI, y a través de la búsqueda de “anomalías” podemos ampliar tanto el conocimiento astrofísico como la búsqueda de candidatos dignos de seguimiento SETI. Eso es precisamente lo que pretende hacer VASCO.”
-¿Han obtenido ya resultados localizando esas “estrellas desaparecidas”? ¿Han podido explicarlas convenientemente?
“Para los aproximadamente 100 transitorios que publicamos en 2020, creemos que lo más probable es que se trate de eventos naturales. Imaginamos que se trata de sucesos de corta duración en los que algo se encendió durante unos minutos. Ejemplos de tales eventos podrían ser las llamaradas de enanas M o algunas estrellas en erupción. Uno de estos casos resultó ser particularmente interesante y gran parte del trabajo realizado en los últimos dos años ha sido un seguimiento de este candidato en particular. Para entender exactamente lo que encontramos, necesitamos más observaciones con telescopios profundos.”
-El Proyecto VASCO es colaborativo, abierto a la cooperación de expertos y de ciudadanos. ¿cómo se gestiona esa colaboración de los aficionados?
“Cualquier astrónomo aficionado puede colaborar con nosotros participando en el proyecto de ciencia ciudadana que está abierto al público en general (http://ml-blink.org). Trabajamos mucho más con dos equipos de ciencia ciudadana en África, en Nigeria y Argelia. Es un viaje maravilloso juntos.
-Usted tiene raíces españolas y estuvo vinculada al Instituto de Astrofísica de Canarias, ¿qué relación y recuerdos tiene?
“Mi abuelo materno era de Asturias, pero fue enviado de niño solo a la URSS durante la Guerra Civil española. Formó parte de los llamados “niños de Rusia”. Y bueno, está entrevista la estamos haciendo desde mi espacio como visitante en IAC…”