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Juanjo, enfermero con COVID persistente: “La banalización de la pandemia no ha sido buena, deberíamos tener empatía y precaución”

Fue uno de los primeros enfermeros en Tenerife que se contagió de COVID-19 que arrastra todavía, tras más de dos años, síntomas que le han incapacitado
Juanjo Manzano, enfermero con COVID persistente
Juanjo Manzano, enfermero con COVID persistente. | Marta Torres

Un gran número de infectados por el coronavirus presentan COVID persistente, un conjunto muy diverso de síntomas que permanecen después de la infección, que incluyen fatiga, disnea, dolor torácico, palpitaciones, tos seca, hipotensión, síntomas gastrointestinales, confusión mental, fiebres, cefaleas, parestesia, vértigo, ansiedad, depresión o estrés postraumático. El 13% de la población que se ha infectado por el SARS-CoV-2 sufriría la persistencia de síntomas más allá de los seis meses, lo que significaría que 1,7 millones de españoles padecen COVID persistente, cifra que en Canarias rondaría los 55.000. La Asociación COVID Persistente Islas Canarias lleva más de un año insistiendo en la creación de un registro de pacientes, la formación a los sanitarios sobre los síntomas que permanecen y la incapacidad que generan, su difusión y la puesta en marcha de unidades multidisciplinares de atención en hospitales. Juanjo Manzano, uno de los primeros enfermeros en Tenerife que se contagió de COVID-19, arrastra todavía, tras más de dos años, síntomas que le han incapacitado poder volver a trabajar.

-Continúa el largo camino de los afectados por COVID persistente. ¿Siguen sin lograr avances para ser reconocidos como patología invalidante?

“Para que se reconozca una nueva enfermedad debe haber evidencias científicas. Las del COVID persistente ya están y se define como una prolongación de los síntomas o nuevas formas que aparecen tres meses después de infectarse de COVID-19 sin que haya relación con otras patologías. Hay muchos síntomas que aparecen de manera súbita después de la infección y le pasa a un montón de gente, eso hay que investigarlo. No criticamos que las administraciones hayan dejado pasar el tiempo para observar qué está pasando, lo que criticamos y demandamos es que todo esto ya está comprobado, se sabe que existe, y ahora lo que hay que hacer es estudiar la COVID-19 persistente en profundidad, ver cuáles son los problemas que está generando y, aunque no sepamos tratarlo, habrá que dar una solución a estos nuevos síntomas, a esta nueva enfermedad que estamos padeciendo y darnos atención”.

-Han lamentado la falta de empatía de algunos sanitarios. ¿Continúa produciéndose?

“Todavía hay una gran falta de formación entre los sanitarios y también hay mucha incomprensión, tanto por la sociedad en general como especialmente por los sanitarios que ponen en duda lo que estamos padeciendo, y descartan de inicio y sistemáticamente que pueda ser causado por la COVID-19. Reivindicamos que dentro de la lista de posibles causas de unos males que aparecen después de una infección de coronavirus, esté la COVID persistente, que se codifique y que se cuantifiquen los afectados. Actualmente, todo lo que está relacionado con la COVID son estimaciones, mientras que en las primeras tres olas se enumeró la gente que estaba infectada y se podía relacionar esta causa y su efecto, ahora mismo si tienes COVID ni te dan una baja y no vas ni al médico. De esta manera, ¿cómo demuestras que los síntomas que padeces derivan de la enfermedad pasada? En mi caso estaba claro, estuve ingresado 10 días con una neumonía y tengo mis analíticas, pero los que se contagiaron en estas últimas olas y en unos meses sigan padeciendo cansancio, dolor en las articulaciones, niebla mental, diarrea, etc., no podrán relacionarlo. Hay que cuantificar si somos el 3%, el 5% o, como dice The Lancet, el 13% de afectados con COVID persistente, que es una barbaridad. Recientemente firmamos con los dos colegios de farmacéuticos de Canarias un convenio que tiene entre sus objetivos la creación de un registro de pacientes, dar información a la sociedad sobre la enfermedad y aconsejar a los afectados que pidan cita con el especialista que pueda tratarle”.

-Hay múltiples síntomas, pero escasos tratamientos.

“Los tratamientos que hay disponibles actualmente son para paliar los síntomas. Los que ya estamos contagiados y tenemos la COVID persistente demandamos de la Administración que nos ponga los medios para poder sobrellevar esta situación. También necesitamos mucha investigación, formación a profesionales sanitarios exponiendo la patología, la apertura de más unidades multidisciplinares para atender a pacientes… La banalización de la pandemia denominándola gripalización no ha sido buena, entendemos que no podemos quedarnos en casa, pero tal vez deberíamos tener empatía y, sobre todo, precaución a la hora de evitar contagiarnos. No pasa nada por llevar la mascarilla en un avión, en un lugar con mucha gente, en el cine durante dos horas o evitar sitios muy llenos. Son normas de precaución lógicas para evitar los contagios. La gente sabe cómo se contagia el coronavirus y las medidas que se han de tomar”.

-Las consecuencias para el 13% pueden ser síntomas duraderos o incluso la muerte, más de 2.000 en Canarias.

“Hay mucha gente que tiene síntomas y va renqueando por la vida. No puede trabajar bien, ha bajado su rendimiento, se cansa más que antes, tiene más dolores, diarreas, tiene niebla mental, le cuesta relacionar cosas, tiene pérdida de concentración. Muchos llegan a casa reventados, tienen un peor rendimiento que antes del contagio. Si es una persona entre 100 no se notaría, pero si ya hablamos de 13 entre 100, empezaría a lastrar no solo a la empresa, sino a la sociedad. Conocemos a gente que ha sido despedida por tener esta patología, ya que hay días que uno está un poco mejor y en otros no. En mi caso, tengo un cansancio permanente que no se puede explicar, me duele todo el cuerpo. Tengo niebla mental, síntomas neurológicos. Me ha afectado a un nervio del pie y tengo cojera, también al hombro y las articulaciones. Hemos banalizado esta enfermedad, de tal manera que lo que importa es recobrar la vida anterior. Se está mirando hacia otro lado para recuperar la economía, que consumamos, salgamos a comer, nos vayamos de vacaciones… Entendemos que no podemos hacer una vida como si estuviéramos en confinamiento, pero hay que recalcar que el resultado de contagiarte de la COVID-19 no es el mismo que de una gripe, aunque quieran vendernos lo contrario. Es lamentable que las autoridades vayan al discurso de restar importancia a los fallecidos con frases como que se están muriendo, pero son personas hospitalizadas, son mayores, tienen patologías previas…”.

-Se decía que los niños eran más inmunes y un estudio cifra que el 18% mantiene síntomas durante más de tres meses.

“Una persona habitualmente coge una gripe, la pasa y se olvida, y con la COVID si te contagias tienes más del 13% de probabilidades de no olvidarte en mucho tiempo. Hay gente que está mal, va renqueando en su vida diaria, y eso no es un mero trámite, como quieren hacernos creer. En el caso de los niños, se está viendo que estamos ante una enfermedad nueva, y darle margen para que se expanda es un riesgo. Desde la asociación exigimos que se tenga en cuenta a los afectados. La derivación a las unidades interdisciplinares es importante. En mi caso, me han tratado 12 especialistas. Al enfermo hay que guiarlo hacia el neumólogo, el reumatólogo, el nefrólogo, el traumatólogo, o dará saltos sin que nadie le dé una respuesta. El COVID no es una cuestión solo respiratoria o pulmonar, ya que desarrolla síntomas variados. En los centros de salud debe haber gente muy formada que sea capaz de derivar a la Unidad COVID hospitalaria. Y no solo hay que atender a los que tienen en la lista porque necesitaron un ingreso hospitalario en las primeras olas, ya que hay mucha otra gente que pasó la enfermedad en casa de manera más o menos leve y no está en ninguna lista. Por otro lado, hay personas que llevan más de un año y todavía no tienen cita para rehabilitación respiratoria, que es importante para poder vivir, y otra gente que tiene problemas se ha tenido que pagar alguna cita con un fisioterapeuta”.

-Usted es uno de los muchos sanitarios (enfermeros, médicos o farmacéuticos) que enfermaron en las primeras oleadas. ¿Se sienten decepcionados con una Sanidad que apenas hizo cribados en esos momentos en los que faltaba material de protección, y con una sociedad que les aplaudía y ahora les critica?

“Me confirmaron el contagio el 6 de marzo de 2020, fui de los primeros ingresos hospitalarios y viví la pandemia como enfermo, no como enfermero. Cuando envié el mensaje diciendo que me ingresaban por una neumonía provocada por la COVID-19 no se hizo ningún cribado en mi unidad. Muchos sanitarios que tuvimos la COVID en la primera ola estamos con una baja por incapacidad laboral normal, una contingencia común, al ser casi imposible demostrar que el contagio fue en el desempeño del trabajo. Hay compañeros a los que nos han dado la incapacidad laboral y a otros no se les ha renovado la baja y se les ha obligado a incorporarse a sus trabajos, en muchos casos sus jefes han comprobado que no podían desempeñar su labor con normalidad. Son las mismas experiencias que vemos en la asociación, muy dispares, con gente que está en indefensión ante la posibilidad de un despido porque, obviamente, no tienen capacidad para trabajar como antes. Mantengo el contacto con mis compañeros y veo que todas las semanas hay dos o tres mensajes pidiendo enfermeros que hagan doblajes de turnos, es decir, tienen a la plantilla saturada de trabajo, con apenas descanso ni vacaciones. Vienen de una pandemia donde lo han dado todo [se emociona y se le entrecorta la voz], se han dejado la piel, y, como dijo Churchill: ‘Nunca tantos debieron tanto a tan pocos’. En cuanto a la sociedad, al principio vimos muestras de cariño y aplausos, pero esa palmadita en la espalda ya se ha olvidado, ya todos estamos en vida normal, y ahora dicen que era nuestro trabajo. Seguramente debíamos estar allí afrontando una enfermedad desconocida, trabajando con el EPI durante horas y luego no poder llegar a casa y abrazar a nuestros hijos, por el miedo a llevar el virus. Muchos sanitarios han sufrido mucho, están padeciendo el estrés postraumático y, posiblemente, lo hicieron más allá del deber. Nunca me he sentido tan orgulloso de pertenecer al colectivo enfermero como en esta pandemia”.

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