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José Saramago: “El hombre se volvió loco cuando descubrió que era inteligente”

El escritor portugués José Saramago vivía en 1995 en la isla de Lanzarote, cuando publicó su novela más célebre, 'Ensayo sobre la ceguera', escrita bajo la indudable influencia del paisaje volcánico de su casa, en Tías, de tierras calcinadas
José Saramago
José Saramago. | EUROPA PRESS

El escritor portugués José Saramago vivía en 1995 en la isla de Lanzarote, cuando publicó su novela más célebre, Ensayo sobre la ceguera, escrita bajo la indudable influencia del paisaje volcánico de su casa, en Tías, de tierras calcinadas. Saramago ideó una epidemia de ceguera blanca, premonioria de la que íbamos a padecer un cuarto de siglo después. Ahora, cuando en noviembre se celebrará el centenario de su nacimiento, rodeado de un creciente culto al novelista que autoexilió en Canarias, desempolvo esta entrevista realizada en su arcadia insular el año del Ensayo sobre la ceguera, hace 27.

– Gracias por recibirnos en su casa de Lanzarote.

“No hay que darlas, esto es lo más natural del mundo”

– Las primeras impresiones de la crítica dicen que es una obra cumbre, su mejor novela.

“Pues mira, la novela está ahí, y ha sido bien acogida, es cierto, por la crítica, pero igual el acogimiento del público ha sido magnífico no solo aquí, también en Portugal, en Argentina y en Italia. Y qué es lo que yo puedo decir si le llaman obra cumbre, pues ellos lo sabrán, si están diciendo que es mi mejor novela, pues no lo sé, el autor no puede y no debe además opinar mucho de su obra, lo único que puede decir es que está contento con lo que ha hecho si ha cumplido la intención que tenía. La novela, pienso, está, sobre todo, diciendo lo que yo quería decir. A partir de esto, ya en las valoraciones el autor no tiene que entrar.”

– Es una especie de gran metáfora sobre la ceguera de la civilización actual. ¿Por qué ensayo?

“Sí lo es, pienso que sí, pero la novela se llama ensayo por una casualidad. Normalmente, lo que pasa conmigo es que lo primero que se me presenta es el título, un título que lleva dentro ya la idea. Entonces, lo que ocurrió es que se me presentó el título tal cual es. Ensayo sobre la ceguera, pero si me preguntan si creo que esto es un ensayo, yo diría, claro, que no. No es un ensayo, es una novela, pero la idea se me presentó así y yo tenía la obligación de aceptarla. Ha pasado en esta novela como en la anterior El Evangelio según Jesucristo, que no es un evangelio según Jesucristo, no es Jesucristo quien narra su propia vida, pero la novela nació con ese título y yo lo conservé”.

“Ahora, con independencia de estas anécdotas de lo que es mi creación literaria, lo que sí estaba muy claro desde que la idea se me presentó es que no me quería referir a la ceguera de los ciegos. Yo quería hablar de todos nosotros desde un punto de vista mío pesimista, según el cual nos comportamos de una forma que no tiene nada que ver con la racionalidad, es decir, yo sigo diciendo que es cierto que nosotros nos decimos que somos seres racionales, pero no nos comportamos según lo que llamamos la razón, pienso que mejor se comportan los animales que se gobiernan por el instinto y que el instinto sirve mejor a los animales que la razón a los hombres en el sentido de que el instinto es conservador, mientras que la razón se ha presentado a lo largo de nuestra historia, y muchísimas veces desgraciadamente, destructora. Si vemos el espectáculo del mundo ahora mismo y nos preguntamos si es de seres racionales la vida que estamos haciendo, vemos que algunos prosperan gracias a la desgracia y miseria de millones y millones de humanos, también ellos racionales, pero que son víctimas del abuso y del mal uso de la razón por parte de otros. Creo que he dado un discurso un poco largo, pero necesario.”

– La violencia, las guerras, la discriminación. ¿Es decir, usted le cuenta al mundo que está ciego, no porque se haya vuelto loco, sino por voluntad propia?

“Yo tengo otra teoría, que el hombre se volvió loco cuando descubrió que era inteligente y no aguantó la inteligencia. Son formas de decir que es mucho más serio que estas pequeñas metáforas. Es la incapacidad que yo tengo de entender a una especie como esta, que es capaz de todo, en el sentido bueno y positivo, pero que parece que esta más preocupada, por ejemplo, en llegar a la Luna, que es una cosa estupenda, pero que no llegamos al otro, y cuando hablo del otro, es del diferente, el que no tiene nuestra raza, nuestra religión, nuestro color, nuestra cultura, es decir, todo lo que implica el respeto al otro. ¿Cómo es que podemos llegar a todo y no podemos llegar al otro en el sentido de reconocerlo? No es la tolerancia, porque la tolerancia es casi tan mala como la intolerancia, porque lo contrario de la intolerancia no es la tolerancia. La tolerancia no es más que aceptar provisionalmente al otro, por ejemplo, lo que pasa con los inmigrantes, mientras sean necesarios, encantados, pero cuando cae la economia de un pais y no son necesarios, allí se presenta el problema, todos fuera. Personas que antes eran tolerantes, que toleraban a los inmigrantes, se vuelven intolerantes cuando las circunstancias económicas, sociales y políticas cambian, entonces no es la tolerancia la que es necesaria, sino el reconocer al otro en su diferencia y respetarlo en su diferencia. Lo que está pasando en el mundo, la verdad es que, a pesar de tantas religiones, filosofía, derecho y tanta ley, todavía no hemos llegado a la perfección, que sería no hacer al otro lo que no queremos que nos hagan a nosotros mismos. Toda la ideología, el derecho y la ley se concentran y condensan en una palabra tan sencilla como esta. No se necesitarían códigos ni leyes si tuviésemos claro esto que es tan sencillo”.

– Usted dice que quizá como conclusión de su novela habría que decirle a la gente que bastaría con levantarse cada día y decir : “Hoy no voy a hacerle daño a nadie ni a nada, sino a portarme bien y ser bueno”. Algo tan sencillo y tan difícil, por lo visto.

“Es muy difícil, esa es la utopía, imaginar que una mañana todo el mundo se despierte diciendo hoy no haré daño a nadie. Con esto a lo mejor se puede imaginar que yo soy tonto, porque en primer lugar no prospera y en segundo lugar toda la historia de la humanidad está allí para decir que esto no ocurrió y no ocurrirá nunca, pero lo que sí tenemos que hacer es no aceptarlo como si fuera irremediable, sin ninguna solución. Es cierto que cada uno de nosotros individualmente no puede cambiar nada, pero si entendemos que es necesario cambiar, si lo pensamos, entonces, el hecho de haberlo pensado muchos, sí podríamos ser todos mejores. Pero no aspiro a tanto, que es necesario cambiar es cierto, vamos en la buena dirección y esta buena dirección no tiene que ver con la moral, tiene que ver solo con esto que hemos hablado antes sobre respetar al otro en su totalidad, entonces las cosas empezarán a cambiar, pero no tengo ninguna ilusión. Lo que pasa es que el mundo está en manos de una minoría y no son los gobiernos los que van a mandar, eso son tonterías. Que no vengan con las virtudes de la democracia, que tiene muchas, incluso pueden tenerlas todas”.

– ¿Cuál es el verdadero Gobierno del mundo, a su juicio?

“El verdadero poder es el poder financiero y nosotros nos cansamos de hablar de democracia y no nos damos cuenta de que el que gobierna no es democrático. No vale la pena hablar de democracia como nosotros hablamos, lo que yo quiero decir es que una democracia funciona como fachada de una realidad distinta y eso no es democrático, suele pasar y ha pasado siempre y ahora muchísimo más con la globalización económica del mundo. Es verdad que el dinero no tenía color, pues ahora no tiene ni raza ni nacionalidad. El dinero es su propia raza y hay una nación, un país, una entidad que se llama dinero y eso no es democrática”.

“Si queremos dar un contenido a la democracia, lo primero es participación ciudadana sistemática, continua y cotidiana en todo, entonces la democracia empezará a tener un sentido, pero mientras el poder real esté en manos de un grupo minoritario de señores que pueden hacer tambalear una economía, un país… hoy los gobiernos no son sino comisarios de ese poder. No es ningún líder en particular el que manda en Europa, parece, pero no, son los funcionarios quienes mandan, son las multinacionales, que quieren hacer de Europa un supermercado y los gobiernos están allí para cumplir y nada más, da igual que sea centro, derecha, izquierda, la ideología puede influir al menos estéticamente, pero no vale la pena que nos engañamos a nosotros mismos, hay que enfrentarse con la verdad, que es la única forma de cambiarla”.

– ¿Cómo llega usted a la isla de Lanzarote?

“Yo llegué aquí por una casualidad, porque mi mujer tiene una hermana que vive aquí desde hace 14 o15 años y vinimos invitados por ella y su marido, pero, bueno, yo no pensé sino en venir a Lanzarote de vacaciones. Es a raíz de la publicación del Evangelio según Jesucristo, en una intervención disparatada, por no decir estúpida del Gobierno de mi país prohibiendo que la novela fuera presentada a un premio literario europeo, lo que me dejó muy triste, muy infeliz, porque, mientras vivimos bajo una dictadura, eso ya se preveía, pero que en democracia alguien se permitiera prohibir que un libro participara en ese premio… Fue entonces que yo andaba buscando una casa cerca de Lisboa para estar más tranquilo y todo esto acabó por convertirse en mudarnos para Lanzarote, inicialmente con la idea de quedarnos un tiempo y otro tiempo en Lisboa, pero después muy rápidamente mi mujer y yo nos dimos cuenta de que estábamos perfectamente aquí y además muy cerca de Lisboa, y es que es más rápido viajar allí desde aquí que de algún pueblo del norte de Portugal”.

– Ya usted puede responder a la vieja pregunta. ¿Qué se llevaría a una isla?

“Es una cosa extrañísima, es como si hubiéramos hablado de premoniciones, yo he escrito una novela que se llama La balsa de piedra, que habla de convertir la idea de una isla y hacerla flotar por el océano hasta el Atlántico Sur finalmente. Esto lo publiqué en el 86 y cinco o seis años después estoy en una isla. Aunque todavía no es oficial, me han hecho hijo adoptivo de aquí, lo que me ha emocionado muchísimo porque la verdad es que pensé que eso podía ocurrir, pero que ocurra en tres años es algo que me ha emocionado mucho. Alguna vez he dicho que esta no es mi tierra, pero ya es tierra mía”.

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