Alquilar un piso en Canarias en los tiempos que corren requiere tiempo, paciencia y dinero, no solo para los jóvenes que quieren independizarse, sino también para familias con varios hijos y a cargo de personas mayores. La realidad es que los precios se han disparado en las Islas un ocho por ciento en el segundo trimestre del año, lo que sitúa al Archipiélago entre las comunidades autónomas que han registrado mayores subidas en los últimos meses, según los datos del último índice inmobiliario elaborado por Fotocasa.
Asimismo, se da la circunstancia de que los requisitos que imponen tanto propietarios como inmobiliarias son cada vez más inasumibles para buena parte de la ciudadanía, sobre todo para aquellas personas que cuentan con una nómina inferior a los 1.500 euros.
En esta situación se encuentra Ángel, de 41 años, quien se ha dirigido a DIARIO DE AVISOS para hacer pública su complicada situación, con la esperanza de encontrar una solución para no quedarse en la calle con su familia, que está compuesta por su esposa, suegra y tres hijos, dos de ellos menores de edad y uno con una discapacidad del 40%.
Este vecino de Ofra lleva 15 años viviendo en el mismo piso, por el que paga un alquiler de renta antigua de 412 euros. Según cuenta en una conversación telefónica con este periódico, su anterior arrendador falleció y sus herederos han decidido vender la propiedad.
Le han dado a su inquilino dos años para que abandone la vivienda. Una prórroga que finaliza en casi dos meses, concretamente el 2 de noviembre. El problema es que no ha logrado encontrar una alternativa que se ajuste a su situación económica. “Me piden una nómina de 1.500 euros y la mía es de 1.200”, indica.
“No quiero quedarme en la calle con mis hijos”
Ángel no quiere verse en la calle con su familia y por ello la angustia crece cada día que tacha en el calendario. “Yo voy al Ayuntamiento y me dicen que hasta que no tenga una orden de desahucio no me pueden ayudar, cosa que a mí no me gusta porque los dueños del piso se han portado muy bien conmigo. Si llegan a ser otros, me hubieran echado. No quiero hacerles eso ni quedar mal con ellos”, asegura.
La situación de su hijo, de 14 años, y de su suegra, de 67 y con problemas de corazón, hace que las opciones habitacionales se vean reducidas, principalmente porque deben ser accesibles para ellos. Sin embargo, insiste en que lo que quiere es pagar un alquiler. “No quiero que nadie me dé o me regale nada, sino una casa para yo poder pagarla”.
Así, Ángel vive con la incertidumbre de no saber qué hacer en caso de no encontrar una solución. No obstante, tiene claro que no recurrirá a opciones que se encuentren al margen de la legalidad, como la okupación. “Hay gente que dice que me quede de okupa, pero no lo voy a hacer porque eso es ilegal”, sentencia con rotundidad.
Antes de colgar, este vecino de Ofra ha querido lanzar una petición de ayuda. “Si alguna persona, algún alma caritativa, que tenga una casa, aunque tenga que pintarla o arreglarla, que me la alquile a mí. No gratis, yo quiero pagar“.
La historia de Ángel, con sus matices y diferencias, es la de muchos canarios que buscan una vivienda. Y es que los requisitos, fianzas, honorarios de las inmobiliarias y primeras mensualidades convierten los alquileres en un lujo que cada vez menos personas se pueden permitir. “Hoy vi uno para el que piden una nómina de 2.000 euros y un fiador que cobre 2.500. Yo no conozco a nadie que gane eso”.