La recuperación e inauguración de la Casa Grande, un símbolo para el barrio de La Rosas y para todo el municipio de San Juan de la Rambla, fue una carrera de fondo que inició en 2003 la anterior alcaldesa, Fidela Velázquez, cuando era consejera de la oposición por el grupo Socialista en el Cabildo de Tenerife para evitar lo que vino después, la pérdida de la cubierta y el robo del brocal del pozo, una pieza única.
La continuó durante dos mandatos, pero fue entre 2015 y 2018, cuando la entonces responsable insular de Patrimonio, Josefa Mora, y el expresidente del Cabildo, Carlos Alonso, le dieron un impulso que continuaron a partir de 2019 y hasta hoy sus sucesores en el cargo, Emilio Fariña y Pedro Martín, respectivamente.
Finalmente, tras dos años de obras, el inmueble, una de las principales muestras de la arquitectura rural de mediados del siglo XVIII, fue rehabilitado y ayer inaugurado para disfrute de los vecinos. “Serán ellos quienes decidan qué otros usos quieren darle”, declaró el alcalde, Ezequiel Domínguez. En principio, será un centro de divulgación e interpretación agrícola con cursos para la formación de jóvenes en el sector y también dirigidos a colectivos con necesidades especiales.
El mandatario detalló que la vivienda, construida por el matrimonio conformado por Rosario Oramas y Jesús María Delgado y Bermúdez, reproduce un estilo sencillo y funcional, casi sin elementos accesorios, que sigue el modelo traído por los colonos portugueses después de la conquista.
Era de dos plantas y servía de matriz sobre la finca sobre la que se construye y de conexión con sus productos agrícolas con el resto de la Isla pues se sitúa al borde del camino real de medianías. Por todo ello, “no merecía acabar en el suelo”, sostuvo el alcalde.
El acto contó con la asistencia de todos los implicados en esta tarea, Pedro Martín; Emilio Fariña; la concejala de Patrimonio, Gloria Méndez; Josefa Mora; Carlos Alonso; técnicos de la Corporación insular, y responsables de la empresa que ejecutó los trabajos.
La vivienda tiene 441 metros cuadrados y en el exterior, una superficie de 1.100 metros cuadrados, en la que también se mejoraron los muros de contención, se crearon aparcamientos y espacios al aire libre y se logró recuperar el antiguo aljibe. En el interior, las acciones se centraron en mejorar y acondicionar el conjunto arquitectónico y dotarlo de baños y vestuarios y salas polivalentes.
Emilio Fariña indicó que la actuación se enmarca en el Plan Insular de Patrimonio y se trabaja de la mano del Ayuntamiento para impulsar nuevas actuaciones similares “con el objetivo de seguir poniendo en valor la historia, la identidad, la cultura y el patrimonio histórico, sobre todo de municipios de menos de 20.000 habitantes”.
Por su parte, Pedro Martín subrayó la “responsabilidad de todas las administraciones públicas” para intervenir en materia de patrimonio, “porque si no hacemos, se iría perdiendo y con ello, también nuestra historia, cultura, parte de la vida del pueblo y parte de la identidad comunitaria”.
Por lo tanto, confirmó el compromiso del Cabildo de seguir trabajando “y así se reflejará en los presupuestos”.