De forma habitual, los platos combinados incluyen carne procesada como salchichas o embutidos. Teniendo en cuenta que los alimentos ultraprocesados en general —y las carnes procesadas en particular— han demostrado ser perjudiciales para la salud en múltiples sentidos, un plato combinado de estas características parece lo contrario a saludable.
La evidencia científica actual es clara al respecto, consumir este tipo de carnes aumenta el riesgo de padecer cáncer colorrectal, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares general, como señala el presidente del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, Frank Hu, en The New York Times.
En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que la carne procesada poseía “evidencia suficiente” para asociarse con el cáncer en los seres humanos. Mientras que organizaciones como el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer recomiendan comer poca o ningún tipo de carne procesada y limitar la carne roja a tres porciones semanales. Estando además esta última relacionada también con un potencial riesgo cancerígeno (“probablemente cancerígena”, según la OMS) y un aumento del riesgo de enfermedades cardio y cerebrovasculares. Presente además en muchos platos combinados, el típico filete con patatas fritas.
Patatas fritas
El problema de consumir patatas fritas de forma habitual está más en la forma de prepararlas que en el alimento base. “La patata en sí no presenta ningún inconveniente, el problema es que esté frita en aceite. Además, depende mucho de la calidad del mismo, no es lo mismo el aceite de oliva virgen extra que el de girasol”, explica Bárbara Sánchez, dietista y nutricionista que trabajó con el Atlético de Madrid femenino durante más de 8 años y Madrid Club de Fútbol femenino.
La experta señala que la fritura convierte las patatas en un alimento con grasa saturadas. Una grasa que puede elevar el colesterol en sangre, aumentando la probabilidad de sufrir enfermedades del corazón y cerebrovasculares. También elevan los niveles de ‘colesterol malo’ (LDL) y reducen los niveles del ‘colesterol bueno’ (HDL). De forma general, esto favorece un aumento de peso.
El problema del cocinado en frito no sólo lo tienen las patatas fritas de los platos combinados, estos perjuicios son compartidos con los calamares a la romana o las croquetas, otros ingredientes habituales en los platos combinados. En un análisis publicado por la revista ‘Journal of Clinical Nutrition’, se investigó la dieta de distintos individuos a lo largo de los años, centrándose en el consumo de comida rápida y fritos. Concluyendo que consumir de forma habitual este tipo de alimentos se asoció significativamente con el riesgo de incidencia de diabetes tipo 2 y enfermedad coronaria.
Además, los alimentos fritos contienen acrilamida, un compuesto sobre el que recaen indicios de ser cancerígeno, según el Instituto Nacional del Cáncer. Esta sustancia puede producirse cuando los alimentos que contienen el aminoácido asparagina, como las patatas, se calientan a altas temperaturas en presencia de algunos azúcares.
Algunos estudios realizados en modelos animales han encontrado que la exposición a este componente incrementa el riesgo de sufrir varios tipos de cáncer, ya que en el cuerpo, esta sustancia se convierte en un compuesto llamado glicidamida, la cual causa mutaciones y daños al ADN.