santa cruz

“A los hermanos de la Logia de Añaza, víctimas de la represión”

El Templo Masónico acogió ayer la ceremonia de colocación de la primera piedra por el inicio de su rehabilitación y el entierro de una cápsula del tiempo en el patio del edificio
Templo Masónico
Foto: Sergio Méndez

El Templo Masónico de Santa Cruz se convirtió ayer en un espacio para la memoria y para la reconciliación. La puesta de la primera piedra simbólica de las obras de rehabilitación de este inmueble único en España y Europa, con una cápsula del tiempo enterrada en su patio delantero, sirvió para recordar a los masones de la Logia de Añaza, impulsores de su construcción, y también unos de los primeros represaliados tras el estallido de la Guerra Civil. Han pasado más de 80 años desde aquel momento, y ayer su recuerdo impregnó una ceremonia que corrió a cargo de Jesús Soriano, soberano, gran comendador del Supremo Consejo del Grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España.

El alcalde, José Manuel Bermúdez; el presidente del Parlamento, Gustavo Matos, y los portavoces de los partidos políticos representados en el Ayuntamiento asistieron como invitados al ritual denominado como tenida blanca, en la que los no iniciados pueden asistir como oyentes. Una urna recogió los periódicos del día, y un mensaje en el que se recordaba a la Logia de Añaza. “A los hermanos de la Logia de Añaza, víctimas de la represión”, comenzaba el escrito.

La urna también incluyó una carta del alcalde, en la que se describe la realidad social del momento. En la misiva podía leerse: “Esta caja del tiempo va a ser testigo mudo de la recuperación de un edificio emblemático, este Templo Masónico, que es ejemplo de lo que todos queremos para el futuro de nuestra capital. Este templo, que será centenario en 2023, representa la generación de oportunidades, el cambio de un modelo en el que historia, cultura y turismo cobran protagonismo en la construcción de la Santa Cruz del futuro, capital que consolida su posición como tractora de la economía y el empleo insular”.

A estos elementos se unieron dos libros en formato facsímil. Uno de ellos es la Historia del Supremo Consejo del Grado 33 para España y sus dependencias y de la Masonería Española”, publicado en México por la masonería española en el exilio, y el otro libro, publicado en 1905, es Masonería española, del catedrático de historia Miguel Morayta, “antecesor mío como gran comendador y quien consiguió en este país la libertad de cátedra”, explicó Jesús Soriano tras la ceremonia.

La urna fue consagrada con vino y aceite, parte del ritual masónico y que es “una ofrenda a Dios, el arquitecto del universo”, apuntó el gran comendador.

Soriano puso de relieve cómo la recuperación del Templo Masónico, convertido en centro de estudio de la masonería, tras las obras de rehabilitación, devuelven el edificio a su origen, el de un centro dedicado al conocimiento y la enseñanza, que sirvió de escuela a los más necesitados y cuyos archivos, incluso sus muebles, se conservan en el Archivo de Salamanca, donde los golpistas los enviaron tras hacerse con el control del edificio. “Al principio, tras la ocupación, cuentan que Falange cobraba una peseta por visitarlo, hasta que los militares se hicieron cargo y lo convirtieron en una farmacia militar”, recordaba Soriano.

Las obras del Templo Masónico comenzaron hace dos semanas, y con el acto de ayer se les dio una oficialidad que los masones consideraban necesaria: la primera ceremonia de este tipo que han podido realizar en España desde 1936, dado que este es el único edificio masónico de tales características que sigue en pie.

La fachada del edificio del Templo Masónico cumple 100 años

Tal y como recordó el alcalde de Santa Cruz en la carta que introdujo en la urna que el concejal Florentino Guzmán Plasencia, como miembro de la masonería, trasladó hasta el patio del templo, el próximo año se cumplirán 100 de la finalización de la fachada del edificio diseñado por el arquitecto Manuel de Cámara. “El proyecto redactado por el equipo que lidera la arquitecta María Nieves Febles es ejemplo de respeto por la herencia histórica y simbólica de un inmueble que es símbolo de la masonería en toda Europa. Estoy convencido de que Manuel de Cámara estaría orgulloso de los planes de rehabilitación”, apuntó José Manuel Bermúdez en la misiva.

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