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Felipe Hodgson Marote: la verdad que se levanta sobre un escenario a partir de una mentira

El actor tinerfeño asume en Bilbao uno de los roles protagónicos en ‘Incendios’, la celebrada obra del libanocanadiense Wajdi Mouawad, uno de los grandes dramas del teatro contemporáneo
El intérprete tinerfeño Felipe Hodgson Marote. / Álvaro Serrano Sierra

“Estamos contando una mentira; no somos esas personas que interpretamos. Sin embargo, cuando comienzas a trabajar en tu personaje, cuando te adentras en sus circunstancias sin juzgarlo, esa mentira deja de serlo y, sobre el escenario, comienza a aparecer la verdad: la verdad de esa historia y la verdad de esa persona en la que te has convertido”. El actor Felipe Hodgson Marote (Santa Cruz de Tenerife, 1984) describe de esta manera el viaje interpretativo en el que se ha embarcado -y también el de su propio oficio- para dar consistencia a Nihad, el francotirador de Incendios, la obra del dramaturgo libanocanadiense Wajdi Mouawad, que está interpretando en Bilbao.

‘LA SANGRE DE LAS PROMESAS’

El drama que plantea Mouawad, que forma parte de su tetralogía La sangre de las promesas y está considerado uno de los textos de referencia del teatro contemporáneo, ha podido verse, de la mano de la compañía Utopian, en el Muxikebarri Zentroa, en Getxo, y también en el espacio escénico de este proyecto teatral. Ayer mismo se representó en la Sala de Teatro Utopian Aretoa, donde asimismo está previsto que se escenifique el 21 y 22 de enero, así como el 25 de febrero.

“Esta historia cuenta la vida de una mujer libanesa emigrada que, al morir, ha dejado dos cartas a sus dos hijos, en las que les revela que su padre, al que creían muerto, está vivo y que, además, tienen un hermano”, expone Felipe Hodgson. A partir de ahí, el relato teatral de Mouawad muestra al espectador un conjunto de emociones que tienen que ver con la pérdida y el desarraigo, con el exilio y el sufrimiento, la violencia y la guerra, la búsqueda de los orígenes de cada uno y el dolor que a menudo produce recordar.

La obra versa sobre la pérdida y el desarraigo, el exilio y el sufrimiento, la violencia y la guerra, el dolor de recordar

LA BÚSQUEDA

“La intención del director de la obra, Carlos Baiges, ha sido situarnos a todas las actrices y los actores en un ambiente austero, sobrio, desértico… En el cual trascurren los cuatro incendios, los cuatro capítulos de esta historia, que se centran en la madre, el hijo, la hija y, finalmente, en ese padre, ese hermano, que hasta entonces ignoraban, que interpreto yo y a quienes buscan, casi de manera detectivesca, en un viaje físico, pero también emocional, por sus orígenes y por los orígenes de Nawal Marwan, su madre”.

Felipe Hodgson Marote alude a la complejidad que reviste este texto, que se manifiesta, por ejemplo, en la construcción de ese hijo desconocido: “Interpreto a un francotirador. A alguien que pasó buena parte de su vida buscando a su madre, pero que, en un momento dado, llega a la convicción de que es imposible encontrarla. Entonces, se produce un cambio radical en su mente y se dedica, simplemente, a matar. Una actividad que él analiza, incluso, desde un punto de vista poético y llega a expresar: “Toda bala que pongo en mi fusil es como un poema”.

Felipe Hodgson Marote, a la derecha, en plena función de ‘Incendios’. / Eneko Cajigas

LA INTERPRETACIÓN

“Ese ejercicio de preparar tu personaje no es sencillo, pues debes ponerte, como se suele decir, en su piel. Y eso implica que no lo critiques, que no cuestiones su manera ver el mundo y de actuar. Si caes en ese error, te alejas, marcas una distancia y jamás llegas a meterte completamente en tu papel”, subraya el actor tinerfeño. “Si quiero interpretar a un payaso, pero no me gustan los payasos, debo olvidarme completamente de ese rechazo que siento, para no condicionar mi actuación”, apostilla. De lo que se trataría, en suma, es de no incurrir en el maniqueísmo, presentar la propuesta al público y que sea él quien saque sus conclusiones.

Felipe Hodgson se incorporó a Incendios, en plena marcha, cuando la obra ya estaba en cartel. De manera que fue preciso abordar con cierta celeridad el proceso de darle forma a su rol sobre el escenario, “para que poseyera un peso, una realidad, una historia. Para que tuviera, en definitiva, algo que contar”.

Esto, qué duda cabe, fue una dificultad añadida, pues ni siquiera conocía a sus compañeros sobre las tablas. Sin embargo, recalca el actor tinerfeño, gracias a la ayuda de Carlos Baiges y ese conjunto de actrices y actores que integran la compañía Utopian, “gente maravillosa con la que se ha generado en muy poco tiempo una especie de familia”, esos supuestos inconvenientes se solventaron muy pronto con toda naturalidad.

“Encarnar un personaje siempre implica que no cuestiones su visión del mundo; si cometes ese error, te alejas de él”

De similar manera, Incendios es una propuesta que tiene una duración en el escenario de en torno a tres horas, en las que muchos de los intérpretes encarnan varios personajes. Todo ello exige del elenco un profundo y constante ejercicio de concentración. “Debes estar atento de forma permanente para expresar de la manera más adecuada posible los múltiples mensajes que se transmiten durante la función. Unos mensajes que podrían sintetizarse en la idea de Wajdi Mouawad, y que nos traslada Carlos Baiges, de que tras cada incendio, tras cada problema, puede haber un espacio para el sosiego, para la paz, para el amor”.

LA TRAYECTORIA

El itinerario formativo, profesional y artístico de Felipe Hodgson Marote podría entenderse -él así lo describe- como el de un trotamundos. A los 18 años salió de la Isla para estudiar Comunicación Audiovisual en Madrid. Luego, para profundizar en dichos estudios, se trasladó a Estados Unidos, donde acudió a la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA). De regreso a la capital de España, estuvo un año trabajando como profesor de inglés, hasta que decidió marcharse a la República Checa, a Praga, donde comenzó a participar en numerosas audiciones para el mundo de la publicidad.

“De vuelta en Tenerife, me decía a mí mismo que me faltaba algo: aprendí en qué consiste hacer una película, trabajé en la radio, hice diseño… Y, sin embargo, sentía que necesitaba algo más. De modo que decidí irme a Barcelona, a estudiar Arte Dramático en la Escuela de Actores Nancy Tuñón-Jordi Oliver, y, mientras tanto, hice mucha publicidad, para Heineken, Nike, Renault, Women’secret…”.

ESCUCHAR, ESCUCHARSE

Tras la Ciudad Condal, y montajes escénicos como Escenes d’una vida amb Hàmsters o Marburg, el intérprete tinerfeño retornó a Madrid. En todo este tiempo, también ha participado en diversos cortometrajes. “Al final, de lo que se trata es de escuchar. A las personas que tienes a tu lado, pero también escucharte a ti mismo”, argumenta.

“En ocasiones hablo con gente que me confiesa que le hubiera hecho ilusión ser actor, ser actriz… Mi respuesta es siempre la misma: ‘Si lo quieres hacer, hazlo; no debes limitarte, por vergüenza, por edad, porque la vida te ha llevado por otro camino… Tú mismo te lo estás diciendo, prueba’. Algo que aprendí de mis padres es que no hay que tener miedo a la incertidumbre, a qué pasará en el futuro. La vida son dos días y hay que disfrutarla. Estar en el momento”, concluye Hodgson Marote.

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