Siete personas resultaron heridas, una de ellas de gravedad, al ser arrastradas por una ola mientras se bañaban en una piscina natural de Los Gigantes, en el municipio de Santiago del Teide.
La mayoría de los lesionados, seis mujeres y un hombre de entre 25 y 57 años, sufrieron golpes, heridas, erosiones y luxaciones. El caso más delicado que se encontraron los servicios sanitarios al llegar al lugar fue el de una mujer de 46 años con traumatismo craneal de carácter grave. Otra mujer de 25 años fue evacuada con un traumatismo moderado en la cara y una tercera, de 35 años, con un golpe severo en la cabeza.
El resto de afectados presentaban heridas abiertas en piernas, luxaciones en dedos y traumatismos leves en tórax. Todos fueron trasladados en ambulancia al Hospital del Sur y a Hospiten Sur.
El golpe de mar sorprendió a los bañistas en la piscina natural de Isla Cangrejo, protegida del oleaje por un muro de hormigón, aunque la marea alta y el fuerte oleaje convierte el lugar en una trampa.
Sin socorrista
Según explicó a este periódico Sebastián Quintana, promotor de la Plataforma 1.500 kilómetros de Costa, este espacio natural carece de servicio de socorrismo. El experto indicó que Canarias cuenta con alrededor de 500 lugares similares y recordó que casi el 20% de los accidentes acuáticos mortales contabilizados este año se produjeron en piscinas naturales, charcos y tancones.
Quintana insistió en que uno de los errores más comunes que dan pie a estos siniestros es el pensamiento equivocado del bañista de creer que está a salvo de corrientes en este tipo de recintos perimetrados: “Desde que llega la ola, sube el nivel del mar dentro del charco o la piscina natural y esa masa de agua va a impactar contra las rocas y a partir de ahí invierte su recorrido en dirección tierra-mar a gran velocidad arrastrando todo lo que coja por delante. Ahí los bañistas no pueden hacer nada, se ven arrastrados por la fuerte corriente de resaca y van a ir impactando contra las rocas o los muros”.
El experto señaló que otro de los errores en este tipo de sucesos es intentar alcanzar la orilla. “Si el bañista no ha perdido la conciencia a causa de los golpes contra las rocas, tiende a nadar hacia la orilla y se va a quedar sin fuerzas y su cuerpo será impactado por el oleaje contra las rocas. Conviene alejarse de la orilla, dejándose arrastrar por la corriente, reservar energías y agitar los brazos para intentar ser vistos desde tierra”.