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Invitación al viaje, página a página, a través de la Escocia medieval

La canaria Yara Medina, que firma sus novelas como Jane Hormuth, es la autora de una serie literaria de romance histórico
Invitación al viaje, página a página, a través de la Escocia medieval
La escritora grancanaria Yara Medina, Jane Hormuth. / DA

Yara Medina (Gran Canaria, 1984) viaja cada día a la Escocia del siglo XV. Aunque en las Highlands se llama Jane Hormuth, tanto allí como aquí se dedica al mismo oficio: el de escritora. La autora isleña debutó en 2013 en la literatura con Instrumentos del destino y un año más tarde publicó El rumor de las folias. Pero no sería hasta 2017 cuando invitaría a sus lectores a trasladarse a las Tierras Altas escocesas con La mensajera de Elphame.

La notable acogida de la novela que presentaba en ese momento, adscrita al género del romance histórico, le ha dado pie a Yara Medina para profundizar en las vidas y las peripecias de sus personajes, que transcurren en los últimos años de lo que conocemos como Edad Media, en las luchas intestinas entre los clanes escoceses y, a su vez, en el continuo enfrentamiento de estos con Inglaterra.

El pasado febrero dio continuidad a la serie con Mensajes del Sur y en septiembre apareció Mensajes del Norte, dos de las cuatro novelas que abordarán los puntos cardinales en sus títulos, junto a las aún no publicadas Oriente y Occidente. Cada una de estas obras autoconclusivas las publica la editorial madrileña Ediciones Pàmies, en su sello Phoebe.

‘Mensajes del Norte’ es la novela más reciente de la serie. / DA

LOS GUERREROS

“Tras la aparición de La mensajera de Elphame -comenta Yara Medina-, a través de las redes sociales me contactaban, sobre todo lectoras, para pedirme que escribiese las historias de los personajes secundarios, especialmente la de Irvyng, uno de los guerreros”. “En la novela romántica es muy común contar la historia de una familia a través de una serie de libros que en cada ocasión se centran en uno de sus miembros, así que se lo planteé a mi editora y estuvimos de acuerdo en seguir adelante. Mensajes del Sur se publicó un poco a modo de prueba, a ver si la idea funcionaba o no”, apostilla.

‘La mensajera de Elphame’. / DA

LA MENSAJERA DE ELPHAME, AILA

Y, efectivamente, este nuevo título de Jane Hormuth fue muy bien recibido, sobre todo en Canarias, subraya Medina, y supuso dar luz verde a la continuación de la serie. Cada entrega comparte personajes con las otras. En todas ellas aparece Aila, la mensajera de Elphame, un tratamiento que alude a una especie de bruja, pero de forma respetuosa, sin las connotaciones negativas que hoy asociamos al término, así como el grupo de guerreros del que forma parte Irvyng.

“En los libros se alude mucho al paganismo indoeuropeo antes de la llegada de la religión cristiana a las islas británicas, pero, más que nada, se habla del choque entre ambas creencias”, detalla Yara Medina. “Me apasiona el mundo celta y la historia de Escocia -añade-, y siempre me ha llamado la atención que aún allí perduren tradiciones y elementos paganos que, después de tantos siglos, el cristianismo no ha podido doblegar. En ese tiempo en el que sitúo mis relatos, ambas creencias coexistían, tanto el respeto y el culto a la madre naturaleza como la religión cristiana”.

Es a partir de la pregunta sobre dónde están personajes como Irvyng, “el más iracundo y brutote de los guerreros”, Archie o Clarion, pasados 10 años de los acontecimientos que se relatan en La mensajera de Elphame, cuando Yara Medina/Jane Hormuth comienza a desplegar, y a ampliar, los nuevos relatos de las Highlands. “Cada libro me lo planteo como una novela individual, con su comienzo y su fin, pero sabiendo quiénes formarán parte de ella”, argumenta. “Oriente ya está escrita. De hecho, fue la primera que acabé de redactar, pero era preciso que aparecieran antes las dos anteriores, y ahora solo queda por hacer Occidente”, apostilla.

LA HISTORIA, LA FICCIÓN

El marco histórico sirve de guía a la trama y, lejos de suponer un corsé para la ficción, va multiplicando las posibilidades que se le brindan a la escritora. “Si, por ejemplo, Irvyng va a hablar de la última etapa del rey Jacobo IV (1473-1513) de Escocia -señala Yara Medina-, eso me permite adentrarme en la tecnología de la época, como los molinos, o en objetos que suponían toda una novedad, como las gafas. Cuando profundizo en la figura de Clarion, hablo de la Inquisición, y con Archie aludo a una guerra de clanes, entre los Sutherland y los McDonald. Cada vez que voy a Escocia intento empaparme todo lo que pueda de su historia, y ese conocimiento me lo llevo a casa para luego ponerme a escribir”.

‘Mensajes del Sur’ se publicó el pasado mes de febrero. / DA

IMAGINAR, DOCUMENTAR

La labor de documentación desempeña, por tanto, una fase principal en la construcción de los relatos. “Al escribir novela romántica histórica, es esencial documentarme. Lo primero que hago es establecer una cronología de la época por la que se van a mover mis personajes y la voy estudiando”, expone la escritora.

“Cuando me sitúo en el año 1460, el de la muerte del rey escocés Jacobo II, me pregunto cómo muere, y entonces, con la respuesta a esa cuestión, obtengo el lugar en el que se produce su muerte y también las circunstancias. Todo ese proceso de investigación me resulta útil para hilarlo con mi historia ficticia, pues lo que trato siempre es de intercalar la ficción que me imagino con los hechos históricos del tiempo en el que ubico mi fantasía, dándole verosimilitud al relato”.

ROMANCE HISTÓRICO

El romance histórico ha estado ligado a Yara Medina prácticamente desde siempre. “Hace tiempo, cuando ni siquiera me planteaba publicar, hice mis pinitos en la novela contemporánea, pero también de índole romántica”, recuerda la autora. “Desde la adolescencia, como lectora soy muy aficionada a la novela histórica y al romance histórico. Es más, he aprendido mucha historia con la lectura de novelas de amor que describen un periodo histórico concreto”.

“Creo que la parte más bonita de esos libros es justo que sus personajes te cuentan cómo se vivía, cómo se pensaba y qué cosas ocurrían en esa época”, subraya Yara Medina. “Siempre me ha parecido un aspecto muy atractivo y como escritora también es donde me siento más cómoda. No descarto que en algún momento vuelva a escribir novela romántica contemporánea, pero nunca van a dejar de engancharme las historias del pasado, porque nos ayudan a entender muchas cosas del presente. De aquellos polvos, estos lodos, como se suele decir”.

“Además, de entrada, cuando me siento a escribir, lo hago desde el punto de vista de la lectora que soy. Y esa lectora se pregunta entonces qué es lo que le gustaría leer. Luego, la escritora que también soy es la que intenta hacer posible ese deseo”, señala.

REFERENTES

Victoria Holt, Julie Garwood o Diana Gabaldon -en cuya saga literaria Outlander se basa la exitosa serie de televisión homónima- son algunos de los nombres que menciona Yara Medina cuando se le pregunta por autores y autoras que han sido una referencia para ella, tanto al leer como ahora al escribir. “Durante un largo tiempo tuve ese síndrome del impostor. Empecé a publicar en 2013 y adopté un seudónimo justamente por eso, porque me daba mucha vergüenza exponerme, y esa especie de alter ego, un recurso que han utilizado tantos escritores, me venía genial. Luego llegué a la conclusión de que tenía que dar la cara para seguir adelante, sobre todo cuando necesitas promocionar los libros que escribes”.

LA VOCACIÓN

Yara Medina confiesa que en varias ocasiones rondó por su cabeza la idea de tirar la toalla con respecto a su vocación de escritora. “Me lo tomaba como un hobby, pero tengo una hija, un trabajo, y la literatura es una tarea muy sacrificada. Sin embargo, en esos momentos de incertidumbre tanto la familia como los mensajes que me enviaban los lectores me animaron a continuar. Hasta que hace cosa de un año, más o menos, me dije: ‘Eres escritora, asúmelo’, y he decidido seguir adelante”.

A partir de esa convicción, cada vez que tiene la oportunidad de mantenerlos, los encuentros con las personas que leen sus obras “son gasolina pura”. “La gente es superagradecida -pone de relieve-, empatiza contigo, entiende que el camino que has decidido emprender no es fácil y yo por eso, ya sea presencialmente o a través de Internet, también les expreso mi cariño”. “Gracias a las redes sociales y al libro electrónico -continúa la escritora canaria- he podido llegar incluso a Hispanoamérica, a lectores en español que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Eso es también, sin ninguna duda, una ventaja. He estado en la Feria del Libro de Madrid con mis novelas y, aunque aún no son demasiadas personas, se me acercó gente de toda la Península a comentar aspectos de mis libros. Todo esto me llena de energía”.

Al fin y al cabo, apunta, esa es la parte más importantes de la literatura. “No hace mucho leí, y estoy completamente de acuerdo con esta reflexión, que una novela no es una novela hasta que alguien la lee. Antes de ese momento tan solo es un texto. Yo escribo para que me lean, para llegar a compartir lo que nace en mi imaginación”.

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