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Las personas con discapacidades más severas y menor autonomía se quedan fuera del empleo en Canarias

La experta Teresa Peña lamenta que se “siga apoyando más los programas de inclusión en centros ocupacionales que mediante metodologías que requieren más apoyo”
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Las oportunidades de integración de las personas con discapacidad es una asignatura pendiente en Canarias. La inclusión de este alumnado es básica para su formación educativa y personal, y supondrá avances posteriores en el tránsito a la vida adulta, su incorporación a la educación superior o la formación profesional para su acceso al mercado laboral.

La penetración de las personas con discapacidad en el mercado laboral ordinario es baja en las Islas, situándose en 2021 en el 25,6% (nueve puntos inferior a la media nacional), con lo que un 74% de estas personas en edad laboral no tiene empleo ni lo busca. Además, el 63% de los contratos se suscriben en Centros Especiales de Empleo.

Sobre las claves de esta situación, Teresa Peña, doctora en Educación por la Universidad de La Laguna, indica a DIARIO DE AVISOS que “la realidad de la discapacidad es muy heterogénea, nada tiene que ver un chico o chica que padece una discapacidad orgánica con un cierto grado de autonomía, con otros con discapacidades intelectuales y aquellos que necesitan sillas de ruedas”. “Hay muchos que por su nivel de discapacidad necesitan de Centros ocupacionales, sobre todo con trastorno mental grave o intelectual. Sin embargo, otros que pueden formarse y llegar a un empleo en empresas”.

Con más de 30 años trabajando en su integración laboral, la tesis de Peña versó sobre Empleabilidad de personas con discapacidad intelectual: El empleo con apoyo. Este método consiste en que una persona con discapacidad severa, sobre todo de tipo intelectual o con trastornos cognitivos, accede a un puesto de trabajo en una empresa ordinaria acompañado por la figura de un preparador laboral que le proporciona entrenamiento en el lugar de trabajo y que se encargará de enseñarle todas las tareas que debe hacer y las conductas y comportamientos necesarios para su integración.

Este formador, que poco a poco se irá retirando a medida que avanza en la preparación, también enseñará a los compañeros como tratarlo, como darle las indicaciones y como asumirán su apoyo de manera natural. Si hubiera una modificación de tareas, volverá para reconducir esos conocimientos a los nuevos cometidos al estar siempre disponible durante su vida laboral.

Esta metodología surgió en Estados Unidos en los años 70 y comenzó a implementarse en Canarias en 1994 de manera tímida por el Cabildo de Tenerife. “Da bastante buen resultado y la aplican muchas entidades en toda España”, destacó Peña.

La experta lamenta que “el sistema sigue apoyando más los programas de inclusión en Centros que estas metodologías de empleo que necesitan mucho más apoyo”. “Esta es una salida muy válida y una puerta de esperanza para muchas familias que ven cómo su hijos terminan su etapa escolar a los 21 años. Evidentemente, hay que prepararlos para dar el salto al empleo”.

Ante las quejas de algunas empresas que no encuentran para cubrir el 2% de trabajadores con discapacidad que exige la ley, Peña afirma que “hay personas con discapacidad que quieren trabajar y hay programas de inserción laboral promovidos desde entidades privadas o públicas, subvencionados por el Servicio Canario de Empleo”. El empleo ha aumentado en el colectivo de personas con discapacidad, pero “se siguen quedando fuera las personas que tienen discapacidades más severas y logran empleo aquellas con mayor autonomía, las más iguales a desempleados ordinarios”.

La menor contratación de trabajadores con discapacidades más severas se debe a que “existen barreras que lo dificultan”. Por tanto, hay que “romper las barreras y prejuicios en el empresariado”, que cree que darán más problemas. Los que tienen menor grado de autonomía, como movilidad reducida, daño cerebral, personas con síndrome de Down, etc., “precisan de unas necesidades mayores de apoyo”. Además, “para ofrecerles mayores oportunidades laborales necesitan tener la formación que el puesto demanda y promover entornos accesibles”.

Para ello hay que “elevar las subvenciones” para mejorar la accesibilidad y, en el caso de una discapacidad más severa, “darles medios y programas específicos para poder acceder al empleo”, indicó. Cada persona debe avanzar en el desarrollo de sus habilidades y capacidades. “Hay chicos que por sus condiciones deberán acudir a un Centro Ocupacional, sin embargo, otros solo necesitan programas y ayuda para acceder a la formación o el empleo”, recalcó Teresa Peña.

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