La doctora Juani Guerra de la Torre se ha negado a decirme su edad. Está en su derecho. Voy a hacer un gran esfuerzo para trasladar a ustedes esta entrevista; me costará horas. Y no puedo desperdiciar espacios, porque tengo material para doce folios, en vez de los seis habituales. Se quedará mucho fuera. Es profesora titular del Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Se doctoró en Filología en la Universidad Complutense. Realizó estudios de máster en Neurociencia Cognitiva en la Universidad de La Laguna. Sus actuales líneas de investigación son la biopoética, la semiótica cognitiva y la salud cultural. Fue directora del Programa de Doctorado Interuniversitario Nuevas perspectivas cognitivas en los estudios de lengua, literatura y traducción (2003-2016). Ha sido investigadora, profesora y conferenciante en las universidades de Oslo, Kent, UC Berkeley, Harvard, UC San Diego y en Dinamarca, Syddansk U y AarhusU. Miembro del comité ejecutivo de la Society for the Study of the Short Story (2006-2018) y directora del Grupo de Investigación en Biopoética, Semiótica Cognitiva y Neuroestética (2003-2022). Es directora del Laboratorio de Cognición y Salud Cultural (IUIBS-ULPGC). Me habían advertido de que era una persona muy especial. Ahora que repaso sus respuestas, creo que lo es. Colabora con la cátedra del profesor Manuel Maynar en su programa El Cuarto Espacio, cuyo objetivo es centrar una mirada interdisciplinar sobre el carácter obsoleto y la ineficacia de la actual organización de la jubilación en España, a 15-20 años vista, “confrontada con los actuales datos de esperanza de vida y con la realidad biomédica, tecnológica, cultural, etcétera”. Juani terminó el cuestionario, agotada. Yo, ni les digo.
-¿Cómo empiezo?
“Diciendo que las cosas son más sencillas de lo que parecen”.
-Vale. Háblame de la neurociencia cognitiva, en la que eres especialista.
“Simplifico, la neurociencia cognitiva es hoy el campo de investigación más sofisticado que existe. Esto se hace visible, por ejemplo, por la prioridad que da Europa a sus proyectos”.
-Y ahora me amplías esto, por favor.
“La neurociencia cognitiva es una extensión reticulada (o rama de conocimiento científico dinamizada trasversalmente en forma de red) de las ciencias cognitivas. Desde los 90 se han producido en ella avances espectaculares que desde otros marcos académicos han dado un nuevo valor sociocultural a la neurociencia”.
-¿Y cómo una profesora de Filología Inglesa se interesa por asuntos que pertenecen más a la esfera médica? Bueno, a pesar de tu master en Neurociencia Cognitiva.
“No digas “a pesar de”, mejor di “gracias a” mi formación trasversal en ciencias cognitivas en general, tanto humanística como científica y tecnológica. La salud, entendida de forma avanzada, no es ni un tema ni un objetivo restringido a la Medicina. De hecho, si hincamos el ojo en el trabajo de los actores de los avances científicos más importantes en la organización biofísica de la salud, veremos que buena parte de sus pensamientos innovadores y acciones de investigación y transferencia se centran en comunicación, salud sociocultural y educación”.
(Y aquí me cita a tres genios, el profesor Manuel Maynar, con el que colabora de manera asidua en este momento; el premio Príncipe de Asturias Antonio C. Rosa Damàsio; y el profesor Francisco Mora, como ejemplos de actores transdisciplinados, con proyectos socioculturales a sus espaldas, con publicaciones de un realismo humanista impactante. Y es que estamos hablando de la jubilación, de la educación y del amor, por ejemplo. E incluso ella misma, que ha creado un nuevo concepto de salud cultural y el Laboratorio de Cognición y Salud Cultural, del que se ha hablado en la introducción. Y ahora vamos un poco más a su infancia, al origen de todo).
“Mi interés por el conocimiento humano real, y en especial por su inquietante complejidad evolutiva, viene desde mi niñez, vivida en dos lugares como Artenara (de donde era mi padre) y Vegueta (de donde era mi madre). Fui una persona, de niña, capaz de construir historias y de contarlas. Cuando me especialicé en literatura inglesa y norteamericana lo hice ya desde una idea de la literatura como la de John Barth, que define un texto como “campo abierto de posibilidades”. Para mí era mucho más fácil entender y enamorarme de lo caótico”.
(Su padre era aviador y fue director del aeropuerto de Lanzarote. Su casa era “la más divertida del mundo” y ella transitaba en bicicleta por una pista enorme en la que aterrizaban los viejos DC-3 que unían la isla con el resto del mundo. Fue jugadora de elite de baloncesto en el Canoe de Madrid; y en Madrid siguió el COU y sus estudios universitarios. Quería ser veterinaria o filóloga, sus grandes pasiones. Y ahora le voy a preguntar sobre los jubilados, pero su respuesta completa, que la tengo, no parece al alcance de los lectores habituales de un periódico –entre ellos yo—, sino de los de una revista científica muy especializada. Por ello debo extractar).
“La salud de un jubilado no es el problema, el problema está en la salud social, en nuestra salud sociocognitiva. Se ha alterado drásticamente el modo en que pensamos sobre los jubilados. Y estamos estudiando su marco semántico. Reconstruimos los conceptos de una persona desde que nace hasta que muere. Analizamos, repito, el marco semántico de la jubilación”.
-¿Y la lengua? ¿Qué aporta la lengua a la Medicina?
“La lengua es el vehículo primordial de la Medicina. De ahí que la usemos para hacernos expertos que, más tarde, con la ayuda del método científico (que es en realidad una abstracción manipulada de la lengua) y de las tecnologías (la instrumentalización material de estas abstracciones), podamos transformar las enfermedades en salud”.
-Claro, la comunicación.
“El cuerpo humano es el vehículo primordial de la lengua y de la cultura. La cognición humana es la forma de acción social, que en inglés se conoce como 4E (embodied, embedded, enactive y extended). Lo que aún no se entiende en la universidad es que la lengua es la realidad biocultural que nos hace seres sociales, una especie simbólica, capaces de construir nuestra salud a partir de una comunicación saludable. Negar todo esto en el campo de la Medicina es como separar cuerpo y cognición”.
-¿Y no negarlo?
“Enriquecerlo pasa por una comunicación eficiente y efectiva y por un trabajo en equipo más realista entre la Medicina y la Filología. La tan traída y llevada palabra interdisciplinariedad, o la versión más pragmática de esta palabra, aún no han llegado a mi laboratorio. Tampoco la idea de salud cultural como remedio de base biológica de la obesidad, la diabetes, el cáncer o el ictus. Pero todo llega. Hasta esa realidad futura en la que veamos a los filólogos en los quirófanos”.

-Ahí está tu trabajo, Juani. ¿No es cierto?
“Para ello coordino seminarios sobre pensamiento trasversal y salud cultural, centrados en la recuperación y reconstrucción de las humanidades médicas tradicionales desde estos conocimientos avanzados interdisciplinares de las ciencias cognitivas, desde la neurociencia a la semiótica”.
(Juani Guerra ha editado y traducido “Emma”, de Jane Auster, y “Relatos”, de Katherine Mansfield, entre otras obras. Y ha dicho, en otra entrevista, que “la traducción es una de las actividades más fascinantes para cualquier persona interesada en los sistemas semióticos como representación cognitiva del mundo”. El profesor Maynar, presente en la entrevista en Los Limoneros, confiesa su fascinación por los trabajos de la filóloga Juani Guerra de esta manera: “Asistí a una conferencia suya y no me enteré de nada, así que hablé con ella después para que me explicara; de ahí viene nuestra amistad y nuestra colaboración”).
-A mí me ha costado mucho ascender a tu Olimpo semántico. Y ni siquiera sé si seré capaz de hacer inteligible la charla.
“Yo soy una maldita. Y te lo digo en el sentido de que lucho por lo que nadie entiende. Quizá por eso en Las Palmas me han desmontado el departamento. Pero al menos lo intento, con cierto éxito”.
-Juani, colaboras con uno de los científicos médicos más importantes de España, aquí presente, el profesor Manuel Maynar.
“Sí, y a plena satisfacción. ¿A que no te han dicho, ni siquiera él mismo, que los guionistas de The Good Doctor, la serie de mayor éxito en los Estados Unidos, y en el mundo entero en la actualidad, con siete temporadas de programación, se pusieron en contacto con la red Hospitén para saber cómo resolvió el profesor Maynar, y para recabar imágenes de la intervención, la implantación de una prótesis de aorta fenestrada, en 2018?
-Pues no, no me lo había dicho.
(Y es entonces cuando Maynar me confirma que sí, que es verdad, que los guionistas consideraron la intervención mínimamente invasiva como muy interesante, como científicamente novedosa, y recabaron esa información para incluirla en la serie ya citada).
-Antes hablaste de la neurociencia como un campo de investigación sofisticado. ¿Por qué?
“Quizá el ejemplo más claro lo tengamos en lo que sabemos hoy sobre las lenguas y las culturas. Si comparamos lo que sabíamos de ellas, a nivel de procesos de cognición humana, hace un par de décadas, y lo que sabemos ahora, el progreso se hace inconmensurable. Y aún más con lo que sabremos en 2030, cuando, por ejemplo, en una cirugía no ya sólo cerebral sino del aparato sensorial motor en general, participe un semiótico cognitivo (lingüista, narratólogo, músico arquitecto) que sepa activar con frases, sonidos o imágenes pictóricas una determinada acción cognitiva”.
(En realidad había otras preguntas, ¿qué es la biopoética?; ¿por qué se comunica mejor con lenguas primitivas que con las lenguas actuales?; ¿encuentras dificultades en tu universidad para que te dejen trabajar a gusto?; ¿qué hiciste en Harvard?, ¿estás harta de luchar por lo que nadie entiende?; ¿quizá admiras al doctor Maynar porque él ha visto como nadie el futuro de la Medicina?; pero todo ello, y en cierta forma, aunque con excepciones, está contestado aquí. En la Revista de Occidente, Juani ha publicado un artículo sobre la metáfora. Y en ese artículo se dice que “la metáfora, de ser un adorno del lenguaje, ha pasado a entenderse en su realidad corporeizada como diseño básico de nuestra organización sociocultural”).
-¿Cuáles son tus maestros?
“Mi “padre” fue uno de los tres padres de la lingüística cognitiva, George Lakoff. Y mi “madre”, Charles Altieri, una mente literaria experta en narrativa modernista y postmodernista, un lector exquisito e insubordinado, un filósofo incansable”.
-Has estado en las mejores universidades del mundo, aprendiendo y enseñando.
“Bueno, sí. Este mundo siempre me fascinó, desde niña y desde mis tiempos de estudiante universitaria; hasta el punto de que se convirtió en el eje de mi investigación en lenguas y culturas. También en eje de mi motivación por la transferencia de la nueva Filología, humanidades cognitivas o neurohumanidades, al campo de la salud, en el marco académico de las ciencias de la salud y de las ciencias de la vida”.
(Espero haber estado a la altura, profesora Juani, profesor Maynar, de las expectativas de una entrevista difícil, muy difícil. Porque lo nuevo, lo arriesgado, lo rompedor, lo valiente, siempre es complicado de contar. Al fin y al cabo hablamos de la vida, en sus múltiples matices. Juani me confiesa por correo que ha quedado agotada y que se iba a correr un rato por la montaña donde tiene su casa. Por cierto, me habla de sus dos hijas, a las que adora).