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Alerta sanitaria en España: las hospitalizaciones por culebrilla se disparan

Los hospitalizados por causa del herpes zóster han aumentado entre los mayores de 85 años, según un estudio del Instituto de Salud Carlos III
culebrilla
El herpes zóster se caracteriza por una erupción cutánea dolorosa. iStock (El Español)

Por Pablo García Santos. El virus de la varicela zóster (VVZ) constituye en algunos pacientes el prólogo y el epílogo de su vida. Y es que este herpesvirus puede causar dos enfermedades: la varicela, que suele producirse en la infancia; y el herpes zóster, que surge precisamente porque el mismo virus que provocó la varicela se mantiene en el organismo. Este se reactiva en caso de que se produzca una bajada de la inmunidad, causando así la infección durante la edad adulta. Pese a que ambas enfermedades son prevenibles gracias a la vacunación, su tasa de incidencia es inversamente proporcional.

Así, el número de casos por varicela en España se ha reducido drásticamente desde 1982, pasando de los 241.659 infectados en aquel año a los 6.972 que se han registrado de manera provisional en 2021, según las cifras del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). No ha sucedido igual en la otra enfermedad que puede causar el VVZ, como demuestra el aumento de hospitalizaciones por herpes zóster en España en los últimos 20 años.

Esta es la principal advertencia que realiza un estudio realizado por investigadores del Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) en el que se han analizado los más de 65.000 casos de personas hospitalizadas en España por causa del herpes zóster entre 1998 y 2018, según la base de datos de altas hospitalarias del Sistema Nacional de Salud.

Por qué han aumentado las hospitalizaciones por la culebrilla

El trabajo, que se ha publicado en la revista Eurosurveillance —perteneciente al Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades—, destaca que el herpes zóster “representa un problema de salud pública en España“. Hay que tener en cuenta, eso sí, que la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud no aprobó hasta el pasado año la inclusión de la vacuna para el herpes zóster en el calendario común de vacunación a lo largo de toda la vida.

Por tanto, en este macroanálisis no ha sido posible estudiar la incidencia que puede tener la vacunación en las personas mayores de 65 años, que es el grupo de población al que se le recomienda. Sin embargo, quienes más se han visto afectados por el herpes zóster han sido los mayores de 85 años: la tasa de hospitalización de este grupo de edad a causa de la enfermedad infecciosa ha pasado de menos del 30% en 1998 a alcanzar hasta el 70% en 2018. Desde que experimentara un última caída en 2014, los casos no han hecho más que aumentar.

La causa más determinante ha sido el envejecimiento de la población“. Así lo asegura la epidemióloga del ISCIII y una de las autoras del estudio Josefa Masa-Calles en declaraciones a EL ESPAÑOL. “Al tener una esperanza de vida más larga, la probabilidad de que el herpes se reactive también es mayor”. Esto no significa, como apunta la epidemióloga, que todo el mundo vaya a tener un herpes zóster por haber pasado la varicela durante su infancia.

Aunque el incremento de las hospitalizaciones por esta causa en mayores de 85 años resulte evidente al observar la gráfica que se publica en el estudio, Masa explica que no han querido ofrecer los porcentajes exactos en su trabajo. “El objetivo de nuestro estudio ha sido conocer qué enfermedades se asocian con más frecuencia con el herpes zóster“.

Pese a ello, el análisis también dibuja un mapa de las hospitalizaciones por comunidades autónomas. Por orden alfabético, Aragón, Asturias, La Rioja, Navarra y el País Vasco son las que presentan una tasa de hospitalizaciones por 100.000 habitantes superior a 11,93. Por su parte, en toda la Península la tasa anual de hospitalizaciones por herpes zóster no baja del 6,50.

Factores de riesgo

El estudio también realiza una comparativa por género. En todos los grupos de edad que se han trazado los hombres ofrecen una mayor tasa de hospitalizaciones. Aunque, en realidad, el herpes zóster suele ser más frecuente en mujeres que en varones. “Se producen más hospitalizaciones en hombres porque las enfermedades que se asocian con el herpes zóster son más frecuentes en ellos que en ellas”, explica Masa.

Los casos más graves de herpes zóster se relacionan con pacientes que tienen algún tipo de inmunodrepresión importante. “Hablaríamos de personas en tratamiento de quimioterapia, que hayan sufrido un trasplante o diagnosticados con VIH”. Pero no sólo eso. Como incide la epidemióloga, “en personas mayores, sólo por el hecho de tener una edad avanzada, puedes tener un herpes zóster grave”.

Es por este motivo por el que Masa entiende que la vacunación en España se realice a personas mayores de 65 años: “Este es el grupo que más puede aprovecharse de la vacuna”. Que la edad sea uno de los principales factores de riesgo también podría explicar que la incidencia acumulada de herpes zóster en el mundo se encuentre en aumento desde los últimos años, como señala esta revisión científica.

Esta enfermedad infecciosa, a la que también se la conoce como culebrilla por la característica forma del sarpudillo que produce, provoca la aparición de pequeñas ampollas que aparecen generalmente a un solo lado en la espalda o la cintura y, en ocasiones, en la cara, ojos, oídos y boca. A diferencia de la varicela, en el herpes zóster los sarpullidos se localizan con una forma alargada.

Este dolor cutáneo, que en la mayoría de ocasiones desaparece entre las dos y las cuatro semanas de su aparición, puede derivar en una neuralgia postherpética (NPH), que se trata de la complicación más frecuente en pacientes con herpes zóster. La dolencia puede durar varios meses, e incluso en algunos casos puede llegar a ser incapacitante.

Además de esta erupción cutánea dolorosa, su evolución estará asociada a la gravedad de la enfermedad latente, en caso de tenerla. En ocasiones, el herpes zóster puede complicarse con encefalitis, neumonía, problemas auditivos y complicaciones oculares con pérdida temporal o permanente de visión.

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