“El gozo de las últimas décadas, obra de la transición, aunque fuera un pacto desigual, se ha esfumado. La crisis que nos apela es sistémica, no puntual. Y la izquierda canaria (y el nacionalismo) deben interiorizarlo y reaccionar. Retar, con ganas, sin tapujos, a la convulsión política que lo reabre todo”. Con este párrafo concluye Rafael Álvarez Gil La izquierda canaria (y un nacionalismo pendiente), una publicación de la editorial Los libros de la Catarata.
La obra se presenta el miércoles, 12 de abril, en el Cabildo de Gran Canaria, que la ha incorporado a la colección Investigación y Debate. Al autor lo acompaña el presidente de la Corporación insular. Su presidente, Antonio Morales, ha escrito el prólogo. “Nos encontramos ante un libro necesario y oportuno para quienes nos sentimos de izquierdas y nacionalistas canarios”, reseña el candidato de Nueva Canarias a la reelección en la cita de mayo. “Pero también será útil para los demócratas que aspiran al progreso de nuestra tierra. Es verdad que últimamente el pragmatismo ha sustituido a la reflexión y el oportunismo al análisis cuando hablamos de proyectos políticos. Por eso es más necesaria esta voz que, sin las ataduras de doctrinarismos radicales o de obediencias militantes, aporta la elaboración de un observador informado y cualificado”, dijo.
Doctor en Derecho y licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración, el profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria arranca su recorrido en la carretera que une Arucas con Moya, que atraviesa el barranco de Azuaje: “Tiene curvas y es fácil marearse, pero recorre el norte de la isla desde el interior con otra visión distinta a la tradicional de la costa. Al poco de salir de Arucas y comenzar el camino, te encuentras con las plataneras. Quedan muchas a pesar de que el transcurso del tiempo es notable y de que la agricultura pese menos en la economía canaria, amén del sector servicios desde el desarrollismo (…) En esas plataneras el canario concitaba su universo, unos latifundios donde no solo se trabajaba (o se subsistía para ser precisos), sino que era el campo de juego en el que quedaban definidas las relaciones sociales, el respeto (cuando no temor) al patrón y su capataz”. A partir de ahí articula su argumentación Rafael Álvarez Gil, que realizó su tesis sobre el sistema electoral canario.