La Fundación Neotrópico y la Concejalía de Medio Ambiente y Bienestar Animal del Ayuntamiento de La Laguna han puesto en marcha un programa para el control de las poblaciones de cotorra de Kramer (Psittacula krameri) en el municipio, con procedimientos no letales sino a través de su captura con trampas.
En estos momentos, la entidad está terminando la fase de prueba para determinar la mejor metodología de trabajo y las mejores ubicaciones, aunque ya se ha concluido que “el Camino Largo es donde hay mayor número de ejemplares, entre 15 y 20, y donde hay mayor riesgo porque es donde están las palmeras, que es una de las principales especies afectadas por esta exótica invasora porque al hacer sus nidos hacen huecos en las palmeras y las acaban matando. Y, además, compiten con especies canarias y les pueden transmitir enfermedades”, explica Jaime de Urioste, presidente y coordinación de investigación de Fundación Neotrópico.
Por ello, desde la fundación están centrando los trabajos en este punto, que “es la zona donde más debemos hacer hincapié y ahora estamos determinando cuál es el mejor momento del día para ponerlas, porque es una zona de paso de mucha gente y acaban espantando a las cotorras”, apunta.
Aunque ya llevan trabajando en torno a un mes en esta fase de prueba para determinar el mejor punto donde colocar las trampas, ya que “la información que teníamos era que estaban sobre todo en el parque La Vega y se pusieron trampas allí y pasó alguna volando pero realmente no es allí donde están. Hemos trampeado también en las azoteas de algunos domicilios particulares que han colaborado, y lo mismo, las cotorras pasan por encima pero no se quedan en la zona”, señala Jaime de Urioste, viéndose finalmente que donde más se concentran, y han hecho nidos, es en el Camino Largo.
“Lo que no quita que luego aparezcan en el parque La Vega o la plaza de La Concepción, porque son animales que vuelan kilómetros aunque terminan regresando al lugar donde están haciendo los nidos o donde más comida hay”, apunta. Esto dificulta tener una estimación concreta del número de ejemplares que puede haber en el municipio, “porque son animales que se mueven mucho y no se ha hecho ningún estudio científico, solamente tenemos estimaciones muy muy aproximadas, pero lo que es en el casco urbano de La Laguna podría haber entre 30-50”, indica.
El trabajo para capturar a los ejemplares consiste en la instalación de unas trampas de tipo Larsen, que “tienen tres cubículos, uno central donde se ubican un par de cotorras con techo y sombra y agua y comida, y en los laterales hay otros dos donde se coloca comida. Generalmente, cuando se dispone una trampa, las cotorras que están asilvestradas no se acercan porque les da miedo, pero cuando ven que hay comida y que en uno de los cubículos hay otras dos cotorras tranquilas comiendo piensan que no pasa nada y se acercan y las trampas tienen una puerta que se acciona con un resorte y al posarse en un palito, cae y el resorte actúa y se cierra la trampa con la cotorra dentro”, explica el presidente de la fundación.
Aunque es un trabajo laborioso, apunta, porque estas cotorras son “animales muy inteligentes y muy desconfiados, y tenemos que ir acostumbrándolas poco a poco a la presencia de la trampa para que se vayan acercando. Pero una vez empecemos las capturas probablemente ya todo vaya mucho más rápido, pero aún estamos en fase de que se vayan habituando a la presencia de las trampas”.
En este sentido, señala que cuando, por ejemplo, han trabajado en el parque La Granja, en Santa Cruz, “las hemos capturado poniendo las trampas a ras del suelo y así hemos capturado más de 90 cotorras, el problema es que aquí cuando las cotorras están a punto de entrar llega alguien con un perro o haciendo footing o que se acerca a mirar… y las cotorras se asustan y has perdido todo el día de trampeo”.
Por ello, “estamos usando por primera vez un andamio que se dispone sobre el suelo y entonces las trampas están como a algo más de dos metros de altura, y además se acordona la zona para que la gente no acceda. Entonces, ya los animales se sienten un poco más tranquilos”. También están probando a ubicar algunas en azoteas cercanas a la zona, para lograr la mayor efectividad posible.
El presidente de la Fundación Neotrópico enfatiza que en este programa “tenemos una política de sacrificio cero”. “Estos animales se capturan, se les pone un microchip, pasan una cuarentena y después quedan en depósito permanente en nuestras instalaciones, hasta que mueran de viejos. No se permite que se reproduzcan pero no se sacrifican”, explica.