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Doctor Luis Pérez Orribo: “El reto quirúrgico constante hace que esta especialidad sea la más bonita de la Medicina”

Este joven médico tinerfeño (1981), formado en la Facultad de Medicina de La Laguna y en la Humboldt Universität de Berlín, se especializó en Neurocirugía en el Hospital Universitario de Canarias
Doctor Luis Pérez Orribo: "El reto quirúrgico constante hace que esta especialidad sea la más bonita de la Medicina"

Si un nuevo paciente telefonea a la consulta del doctor Luis Fernando Pérez Orribo, con objeto de pedir hora, y si la cosa no es urgente, le darán cita para el año que viene. Este joven médico tinerfeño (1981), formado en la Facultad de Medicina de La Laguna y en la Humboldt Universität de Berlín, se especializó en Neurocirugía en el Hospital Universitario de Canarias, a cuya plantilla pertenece, y realizó un fellowship en el Barrow Neurological Institute de Phoenix, Arizona. Una gran ciudad del Lejano Oeste en la que en el siglo XIX los vecinos se batían a balazos y en la que casi todo el mundo porta todavía un arma. En este prestigioso instituto, el doctor Pérez Orribo se subespecializó en Cirugía Espinal Compleja. Fue premio extraordinario de Doctorado en la ULL, con una tesis que versa sobre el campo de la Biomecánica de Columna y el desarrollo de una nueva herramienta quirúrgica para este tipo de cirugías. Es también master en Gestión Hospitalaria por el Instituto San Carlos, del Ministerio de Sanidad, y master en Dolor por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Cuenta con más de treinta publicaciones en las revistas internacionales de mayor impacto del ámbito de la Neurocirugía y la Cirugía Espinal. Es coordinador de prácticas e imparte clases, con venia docendi, en la asignatura de Neurocirugía del grado de Medicina de la Universidad de La Laguna. Con este currículo cualquiera le tose. Es cercano, sencillo, directo, nada afectado por la fama y sólo tiene 41 años. Uno sintoniza enseguida con este gran profesional, cuya trayectoria está siendo muy valorada en el ámbito de la Medicina de nuestro país. Y venera a su familia: madre médico, hermana mayor médico y padre profesor. Y cuatro niños preciosos y una mujer a la que adora.


-Bueno, doctor, es preciso empezar a preguntar. ¿Hay en Canarias enfermedades neurológicas que podríamos llamar endogámicas, o quizá endémicas?
“En mi especialidad tratamos la patología susceptible de ser intervenida, tanto a nivel del sistema nervioso central como periférico. Eso incluye tanto el cerebro como la médula espinal y los nervios que surgen de ella. Tratamos tanto la patología cerebral como la raquídea o espinal”.


-Te preguntaba por enfermedades propias de la población de las islas.
“Los problemas de columna son muy relevantes en toda la población mundial y Canarias no es distinta en este sentido. No destaca nuestra población por presentar una mayor patología raquídea que la del resto de la población mediterránea o norteafricana, a la que pertenecemos genéticamente la mayoría de los isleños”.


-¿A pesar de que somos más altos que el resto de los españoles?
“Quizá la talla y el peso de los canarios sea superior a los ciudadanos del resto del país, como media, y ello podría contribuir a una mayor prevalencia de esos problemas, pero no es algo que esté claramente probado”.


-¿En un futuro, las lesiones neurológicas podrían ser subsanadas con la ayuda de la robótica avanzada?
“La robótica ha constituido una verdadera revolución en los últimos años. Aparatos como el Da Vinci han permitido una mayor precisión a la hora de realizar cirugías, tanto en la digestiva como en la urológica y otras especialidades. En mi campo contamos con los neuronavegadores, que nos ayudan a localizar lesiones y a llevar a cabo cirugías con mayor precisión, pero no se han desarrollado todavía robots que puedan realizar acciones directas sobre el paciente”.


-O sea, que queda camino técnico por recorrer.
“La robótica, en nuestra especialidad, no está excesivamente desarrollada, quizá por tratarse de estructuras muy pequeñas, pero todo se andará”.


-Luis, hace cincuenta años, casi el 50% de los pacientes que se sometían a una cirugía craneal morían. ¿Es que ha ocurrido una especie de milagro?; porque eso ya no pasa.
“En general, la mejoría en el pronóstico, la mayor tasa de supervivencia y la menor tasa de complicaciones de los pacientes son evidentes, pero lejos de ser un milagro todo ello se debe a múltiples factores”.


-¿A cuáles?
“Por ejemplo, a las nuevas técnicas anestésicas, que permiten que el paciente soporte mejor las cirugías. Y también al desarrollo de las intervenciones con microscopio que en Neurocirugía nos facilita poder tratar patologías que antes no estaban a nuestro alcance. Los avances en pruebas de imagen nos ayudan también a enfrentarnos con mayor seguridad a las patologías craneales y raquídeas”.


-Se ha trabajado mucho: médicos, ingenieros, fabricantes.
“Es cierto que el campo técnico-médico ha evolucionado de una forma sustancial en los últimos años y la Neurocirugía en particular se ha visto muy favorecida por estos avances”.


-Del cerebro al coxis hay un largo camino. ¿Cuál es la preocupación máxima de un neurocirujano?
“En mi especialidad, la preocupación está en no generarle daño al paciente, en un tipo de intervenciones que son muy delicadas. El famoso “primum non nocere”. Por el tipo de tejido que tratamos, el cerebro y la médula, es muy fácil que cualquier tipo de complicación, por pequeña que sea, genere un gran efecto en la calidad de vida tanto del paciente como de sus familiares, no sólo por problemas de movilidad sino por efectos sobre su capacidad cognitiva”.


(Me comenta el doctor Pérez Orribo que los cirujanos de su especialidad son muy obsesivos a la hora de minimizar las complicaciones y de buscar siempre la manera de prevenir y evitar posibles lesiones. “Pero cuando los pacientes mejoran y llegan a tener una vida normal compensa con creces los sinsabores que a veces surgen en la Neurocirugía. El reto quirúrgico constante es lo que hace que, al menos para mí, esta sea la especialidad médica más bonita, aunque tengo que reconocer que no soy objetivo”).


-Madre médico, hermana médico, ¿pero tú no ibas para arquitecto?
“Desde niño quise estudiar arquitectura. Pero un verano, mi madre, estando de vacaciones en su pueblo, Garafía, socorrió a una vecina que sufrió un síncope. Para mí, ver trabajar a mi madre, cómo reanimó a aquella señora y la sacó adelante fue como una Epifanía. Eso me hizo cambiar de vocación. Y me apasioné por mi profesión, hasta el punto de que si me toca la lotería seguiría en ella, aunque, eso sí, trabajando menos”.


-Los protocolos quirúrgicos que se siguen en España en tu especialidad, ¿son similares a los de los países más avanzados?
“El nivel de la Neurocirugía en España es muy bueno. Y en el aspecto humano, de los mejores de Europa y, por ende, mundial. Quizá lo que más nos diferencia con relación a los Estados Unidos o Alemania es el acceso a la tecnología. Es verdad que los avances técnicos nos llegan con cierto retraso, sobre todo respecto a los Estados Unidos”.


-Hablemos de la sanidad pública y de la sanidad privada. Tú compartes ambas.
“Uf, es un asunto de una gran complejidad. Recuerdo que un profesor del Instituto San Carlos decía siempre que la única forma para que el sistema público fuera sostenible es si nos aseguráramos que todo el mundo que pueda trabajar y disfrutase del sistema público de salud contribuyese a su mantenimiento”.


-Otros países han tratado de copiar nuestro sistema público de salud.
“Como trabajador de la sanidad pública considero que todos, como usuarios de ella, deberíamos valorar la inmensa fortuna que tenemos en España de contar con un sistema sanitario público y universal, siendo conscientes de que no es gratuito, de que conlleva un gasto que debemos sufragar entre todos; y racionalizarlo. Si no lo hacemos así, el futuro de este sistema no sería prometedor, a corto y medio plazo”.


(Y Luis Pérez Orribo se detiene aquí en analizar las condiciones laborales de los trabajadores de la sanidad pública, “que distan mucho de ser ideales”. Y alude a que muchos de estos profesionales se marchan al extranjero buscando mejores condiciones laborales y mayor reconocimiento a su trabajo).


-Además de cirujano, inventor. Háblame del ingenio novedoso en el que se basó tu premiada tesis doctoral.
“Pues sí, mi tesis se basó en el diseño, fabricación, validación biomecánica y prueba en pacientes de un aparato que sirve para medir la estabilidad o la pérdida de la misma a nivel de los segmentos vertebrales durante la cirugía. Ello nos perite poder decidir, de una manera mucho más precisa, si un paciente requiere o no determinados procedimientos de estabilización de la columna o de fijación de la misma. Todo ello, en función de lo “sueltas” o no que estén las vértebras durante la intervención”.


-Rechazaste quedarte en tu hospital de Phoenix. ¿Mejor en Canarias?
“Durante mi residencia de Neurocirugía fui a rotar durante tres meses a un centro, el Barrow Neurological Institute, muy prestigioso tanto en cirugía espinal como en cirugía vascular cerebral, que son las áreas que más me han interesado de mi especialidad, y a las que me dedico más específicamente a día de hoy. Estando allí colaboré en diversos estudios y, antes de regresar, el que sería posteriormente mi jefe, el doctor Nicholas Theodore, me dijo: “Cuando termines tu especialidad en España tienes que regresar a trabajar con nosotros”.


-Y así fue, ¿no?
“Sí, al terminar la especialidad renuncié al contrato que tenía aquí, no sin perder horas de sueño porque ya habían nacido mis dos primeros hijos. Y regresé a Phoenix, esta vez para seguir un fellowship en Biomecánica y Cirugía de Columna”.


-Pero la tierra tira mucho.
“Claro, mi jefe americano estaba empeñado en que me quedara, pero motivos familiares y una morriña importante me lo impidieron. Volví y no me arrepiento”.


-Me parece que eres muy canario.
“Mucho, estas son unas islas maravillosas donde se puede vivir muy bien. Poder compartir tu vida con la de tu familia y amigos tiene para mí mucho significado, lo valoro mucho. Que mis hijos disfruten de sus abuelos no tiene precio. El trabajo es fundamental en la vida, pero tampoco es lo más importante”.


(Hablamos de su familia. Uno de sus abuelos fue arriero, emigró a Venezuela y acabó siendo rico y circulando con un Mercedes último modelo. Me dice Luis que la Neurocirugía es como estar en el veril de un risco y que el Departamento de Neurocirugía del HUC es el mejor de Canarias. Le pregunto que si el corazón es más importante que el cerebro, o al revés. Y responde: “El corazón es mecánico, lo que somos se encuentra en el cerebro, el alma de ser humano está en el cerebro; el cerebro es precisamente lo que nos hace humanos”. El doctor Pérez Orribo es jefe de Neurocirugía en la red hospitalaria Quirón. Y habla de sus maestros: su padre y el doctor Víctor García Marín. Próximamente irá a Hamburgo, a impartir clases de columna en su universidad. Y hablamos de que las enfermedades neurológicas tienen un gran componente hereditario. Y hasta nos referimos a los médicos de la antigüedad clásica, que eran esclavos. Galeno era esclavo liberto e Hipócrates era también un esclavo.

Hablamos también de la eutanasia y lo tiene claro: “En España, la legislación sobre la vida y la muerte es muy buena. Hay que darle al paciente una vida digna, sin encarnizamiento terapéutico; no tenemos por qué prolongar el sufrimiento, aplicando toda la ética que sea posible. Si tú quieres seguir aquí, quédate”. Conceptos muy claros que yo comparto plenamente).
-Y así, hablando y hablando, se nos fue el tiempo en un plis/plas.

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