Cuando en el siglo XV comenzó la conquista de Canarias por parte de la Corona de Castilla, los colonizadores se encontraron con un Archipiélago rico y diverso, pero también con un enigma. Los pueblos autóctonos que habitaban las Islas parecían haber quedado congelados en el tiempo al otro lado del continente africano. Solo quedaban unas pocas leyendas para tratar de desentrañar el origen de estos pueblos que habían sido redescubiertos por navegantes europeos más de mil años después de su primera colonización.
A día de hoy, el conocimiento sobre el origen de los linajes canarios ha aumentado significativamente. La revista Nature acaba de publicar un estudio llevado a cabo por investigadores canarios que posiblemente sea uno de los trabajos definitivos sobre su linaje genético. En The genomic history of the indigenous people of the Canary Islands, los autores han examinado el genoma completo de 40 individuos que vivieron entre los siglos III y XVI en todas las islas, con el objetivo de comprender cómo se dio el proceso de colonización de los primeros habitantes.
Según Rosa Fregel, genetista y coautora del estudio de la Universidad de La Laguna, “no se trató de un poblamiento casual de unos pocos individuos que llegaron por accidente a las islas”. Explica que desde una perspectiva arqueológica ya se sabía que la colonización fue un proceso bien planificado, en el que los primeros habitantes llevaron consigo animales domésticos y semillas para sobrevivir.
Este estudio representa el primer análisis realizado a partir del genoma completo de los aborígenes canarios. Previo a esto, los científicos habían investigado el ADN mitocondrial, una molécula pequeña que refleja los genes maternos, lo que ofrecía una visión limitada. El objetivo principal del nuevo estudio era entender las diferencias entre las distintas poblaciones isleñas, que mostraban componentes tanto del paleolítico y neolítico temprano del norte de África como del neolítico temprano europeo. A continuación, se presentan algunos de los hallazgos más destacados.
Uno de los descubrimientos más relevantes para Fregel es la diferencia entre las islas con poblaciones más pequeñas y aisladas, y las islas más grandes y diversas. En el primer grupo se encuentran El Hierro, Lanzarote y Fuerteventura, mientras que el segundo incluye a Tenerife, Gran Canaria y La Palma, con La Gomera en una posición intermedia.
“Las poblaciones de Tenerife y Gran Canaria eran lo suficientemente grandes como para preservar esa diversidad genética, lo que indica que llegó un número significativo de personas al Archipiélago”, explica Fregel. Añade que posteriormente, cada población isleña se enfrentó a circunstancias diferentes determinadas por el clima y los recursos disponibles en cada isla.
Similares a los bereberes, pero con dialectos diferentes
El análisis genómico también arroja luz sobre la cuestión del intercambio entre las islas durante ese período, algo que había sido debatido en la investigación sobre la prehistoria canaria. Según Fregel, las crónicas históricas de los europeos que llegaron a Canarias describían a las poblaciones como similares a los bereberes y hablando un idioma similar, pero que ellos identificaban como dialectos diferentes, lo que sugería cierto aislamiento.
El análisis del ADN mitocondrial sugiere que en las islas más pequeñas y con menos recursos, como El Hierro, La Gomera, Lanzarote y Fuerteventura, la diversidad genética era menor. Esto indica un aislamiento en estas islas, ya que no estaban recibiendo población externa y probablemente no pudieron mantener poblaciones muy grandes, lo que condujo con el tiempo a una pérdida gradual de esa diversidad genética.
La investigación resalta que los aborígenes canarios provenientes del norte de África estuvieron aislados de migraciones como las invasiones musulmanas, lo que los convirtió en una especie de reserva humana que ofrece información valiosa sobre cómo eran los africanos de esa época. De hecho, un canario moderno guarda una mayor similitud genética con un norteafricano de esa época que con un norteafricano contemporáneo.
Según Fregel, la población aborigen de Canarias puede considerarse como un reflejo de la población norteafricana durante la Edad de Hierro, lo que proporciona una idea de la composición de estas poblaciones antes de las migraciones de la península arábiga, los romanos y los fenicios. Esto contribuye a una mejor comprensión de la prehistoria del norte de África.
Las islas orientales eran más cercanas a los europeos, mientras que las occidentales tenían mayor afinidad con África
El estudio también destaca las diferencias notables entre el ADN de las islas orientales y occidentales. Mientras que Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria presentan una huella genética más cercana a la población europea de la época, las islas occidentales (La Palma, La Gomera, Tenerife y El Hierro) muestran una mayor afinidad con el norte de África prehistórico.
Fregel advierte que esta situación es compleja, ya que al hablar de población europea no significa que los habitantes de las islas occidentales fueran norteafricanos y los de las orientales europeos. Ella explica que el genoma humano es un mosaico de las poblaciones que se han movido en la región donde nacieron. Cuando los norteafricanos llegaron a Canarias, ya eran una mezcla de diversos componentes poblacionales, algunos autóctonos del norte de África y otros de poblaciones que migraron allí. Esta mezcla de influencias también se aplica a Europa y el norte de África.
A lo largo del siglo XV, el aislamiento en que habían vivido las Canarias se desvaneció con la llegada de colonizadores, hasta que finalmente en 1496 todo el Archipiélago quedó bajo la jurisdicción de la Corona de Castilla.
La llegada de colonizadores europeos generó una profunda alteración en la composición genética de los habitantes, transformando radicalmente el perfil genético de los canarios, tal como señala Fregel. A diferencia de lo observado en América Latina, donde comunidades indígenas han mantenido a lo largo del tiempo su idioma y cultura, en Canarias este proceso no se dio debido a la pequeña población y la insularidad extrema, lo que condujo a una mezcla genética total. Según el estudio, los canarios contemporáneos resultan de una combinación que abarca un 79,7% de ascendencia española, un 17,8% de origen indígena y un 0,5% de componente subsahariano.
Legado genético
Ante la comprensible interrogante del lector canario acerca de la relevancia del linaje genético canario, la pregunta es devuelta a la científica, enfocándose en un descendiente actual de la isla de La Palma, como el autor del artículo en cuestión. La científica explica que es plausible afirmar que una parte significativa de su material genético provenga de colonos europeos, pero que también se observa una contribución sustancial de la población aborigen canaria, cuyo origen se encuentra en el norte de África. Esta población prehistórica tuvo que adaptarse al entorno insular.
En el caso específico de La Palma, al menos de acuerdo a los resultados obtenidos, no parece que enfrentara grandes dificultades para mantener una diversidad genética adecuada. La Palma, con su abundancia de recursos y vegetación, proporcionó un ambiente propicio. Aunque aún se desconoce en gran medida sus creencias y pensamientos, la población aborigen de la isla dejó un legado genético que perdura en la población actual de Canarias.