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“Tenemos miedo a vivir en Canarias una situación similar a la del terremoto de Marruecos”

Dos canarios, Adrián y su novia, Tamara, que ya sufrió el seísmo de Nepal (2015), se encontraban en Marrakech cuando el suelo comenzó a temblar el pasado día 8
"Tenemos miedo a vivir en Canarias una situación similar a la del terremoto de Marruecos"

Por Doris Carballo. Los canarios Adrián León y Tamara Vázquez decidieron viajar a Marruecos para conocer la cultura de un país hermano para el Archipiélago que esta temporada estival ha estado en la agenda de muchos isleños. Un viaje de cinco días que no acabó como esperaban, dado que se vieron envueltos en una de las peores catástrofes de este país africano: un seísmo, el del pasado viernes, día 8, de magnitud 6,8, que ha dejado cifras para el horror: más de 3.000 muertos y miles de heridos.


Adrián cuenta a DIARIO DE AVISOS que el seísmo se produjo la última noche que tanto él como su pareja Tamara se hospedaban en Marrakech, ya que, a la mañana siguiente, debían regresar a las Islas en un vuelo que tenía previsto salir a las siete de la mañana, pero que, por los destrozos que provocó el terremoto en las instalaciones aeroportuarias, se retrasó.


La pareja de treintañeros se estaba alojando en un Riad (casa tradicional marroquí) en el centro de Marrakech, lugar del que pudieron disfrutar los cuatro días previos a la catástrofe. De hecho, Adrián explica a este periódico que ambos estuvieron el día antes de que la tierra temblara en uno de los lugares más visitados de dicha ciudad, el Valle del Ourika, muy cerca del epicentro del seísmo.


El pasado viernes, día 8, ambos se encontraban descansando en su habitación, después de completar su último día de turismo. Tamara estaba aseándose, mientras que su pareja se encontraba terminando de leer. Casualmente, como indica Adrián, “estaba teniendo una conversación profunda con Tamara en la que le dije que la vida cambia en un minuto. Tras ella, me percaté de que el marco de la ventana de la habitación se estaba empezando a tambalear”.


Eran las once y once de la noche cuando el temblor le hizo saltar de la cama; coger a su novia del brazo, que únicamente llevaba puesto el pantalón del pijama, y salir corriendo del Riad. Tamara pudo coger una camisa justo antes de salir. Cuenta que el temblor fue muy fuerte y que trataron de abandonar el edificio lo antes posible. “Cuando llegamos a la recepción del Riad había tres personas. Les gritamos que corrieran, que salieran de allí, que era peligroso, y todos salimos”, señala Adrián.


Una vez fuera, recorrieron rápidamente varias callejuelas que rodeaban el establecimiento y buscaron una zona segura, que no estuviera rodeada de edificios, para evitar posibles desprendimientos. Al encontrarla, explica Adrián, “mi novia se dio cuenta de que no se había puesto la camisa. Estaba semidesnuda en medio de Marrakech. Es una anécdota que marca un momento en el que eso era lo de menos. Fue muy surrealista”.


La zona donde la pareja se encontraba, como relata Adrián, no sufrió muchos daños: “A mi alrededor solo se cayeron un par de muros y un poste de luz. Una gente que se acercó a nosotros muy nerviosa nos dijo que se había caído una mezquita en la Medina, en la plaza más famosa de Marrakech”.


Adrián comenta al DIARIO que después de ese primer seísmo no eran realmente conscientes de lo que estaba ocurriendo ni podían informarse: “Estábamos incomunicados. No teníamos acceso al móvil, por lo que no podíamos buscar qué estaba pasando. Le preguntamos a otros turistas que también se encontraban en la plaza si sabían algo, pero estábamos todos igual, desinformados”.


La plaza, minutos después del primer terremoto, estaba llena de gente que no paraba de gritar, algunas personas, incluso, con ataques de nervios. “Nosotros tratamos de mantener la calma. Tamara ya había vivido una situación similar en Nepal, cuando se produjo el terremoto en 2015, y sabíamos que estar tranquilos ayuda”.


Después de permanecer unos 15 minutos en la plaza, relata Adrián, “la gente empezó a volver a sus diferentes Riad”, que en la zona donde se hospedaba la pareja canaria no sufrieron grandes daños, dado que es la parte nueva de la ciudad, cuyas construcciones son modernas, al contrario de lo que ocurre en otras partes, más pobres y con construcciones más antiguas, donde las viviendas sufrieron los mayores destrozos, pues sus paredes son de adobe y cuentan con postes y vigas de madera y con unos techos de bahareque.


“El sitio donde nos hospedamos creo que no sufrió ningún daño. La sensación que daba era que la estructura era fuerte. Las edificaciones nuevas del centro de la ciudad daban la sensación de serlo también. No están construidas con los mismos materiales que antiguamente o que la parte pobre de la ciudad. Era nuestra sensación. Para lo que se movió, todo lo nuevo aguantó bastante bien”, cuenta el joven.

Segundo terremoto


Sin embargo, cuando Adrián y Tamara volvieron a su Riad se produjo la réplica, esta vez de magnitud 4,9. “Nosotros decidimos volver a nuestra habitación a recoger las cosas, pero no queríamos quedarnos allí, teníamos pánico. Justo cuando estábamos metiendo las cosas en la maleta, se produjo un segundo seísmo, aunque no fue tan perceptible como el primero, que fue muy potente. La maleta la hicimos a modo película, porque teníamos miedo de que volviera a producirse otro más con la misma fuerza del primero”, narra.


Aunque tenían previsto desplazarse al aeropuerto para coger su vuelo a las cuatro de la mañana, hablaron con su guía para que les llevara desde ese momento, y así lo hizo. “En el trayecto no vimos grandes daños, pero al llegar al aeropuerto sí vimos algunos, aunque no muy relevantes. En ese momento, tuvimos que esperar por fuera porque estaba cerrado”, indica. Además, añade que “seguíamos incomunicados, no sabíamos qué había pasado aún. Nadie sabía nada”.


A las cuatro de la mañana abrió el aeródromo y fue ahí cuando empezaron a tener noticias de lo que se estaba viviendo a su alrededor: “Sobre las seis comenzamos a tener algo de información. Se decía que había decenas de muertos”.


El aeropuerto estaba operativo, pero el vuelo de estos jóvenes canarios se había retrasado. “Nuestro vuelo, que debería haber salido a las siete de la mañana, se retrasó porque otras personas que se volvían a Francia perdieron el avión y nos estaban impidiendo coger a nosotros el nuestro. Hubo muchos momentos de tensión. Al final se resolvió por la gente que había en la cola, porque llamaron a la policía y no hizo nada”, subraya.

Vuelta a casa


A pesar del retraso, los jóvenes isleños pudieron volar: “Al final, tras no dormir en toda la noche, pudimos coger el vuelo de regreso a Canarias a las 10 de la mañana. Tuvimos suerte de poder volar. Solo se retrasó tres horas. Dos días después, los vuelos estaban a mil euros para poder salir del país, así que tuvimos mucha suerte”.


Una semana después de la catástrofe que vivieron en primera persona estos canarios durante sus vacaciones estivales en Marruecos, Adrián manifiesta que sigue con el miedo en el cuerpo, a pesar de estar ya en casa: “Mi sensación actual en Canarias es rara, porque parece que va a volver a temblar el suelo. Tengo una especie de miedo a que vuelva a ocurrir algo así”.


Sin duda, unas vacaciones que cambiarán la vida de estos jóvenes canarios, que, a pesar de estar en el lugar de los hechos, tuvieron la fortuna de no verse afectados por una catástrofe que ha significado la pérdida de muchas vidas. Como bien indicó Adrián, “la vida pasa rápido. No sabes cómo ni cuándo puede cambiar”.

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