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El Templo del Misterio de Tenerife: cuando Fernando Keller revolucionó la magia en 1992

El mago argentino creó un espacio en la Isla el que cabezas parlanchinas 'vivían' en una nevera, cuerpos decapitados se comunicaban con los asistentes o una mujer se convertía, ante todos, en un gorila

Una cabeza que hablaba sola desde el interior de una nevera, cuerpos decapitados que se comunicaban por medio de una pizarra o la increíble transformación de una persona en gorila. Las personas que visitaron el Templo del Misterio de Tenerife, allá por 1992, pudieron ver con sus propios ojos ilusiones increíbles, fruto de la mente de Fernando Keller, un visionario mago argentino que inauguró un lugar tan particular como apasionante, más tras el paso del tiempo.

Fernando Keller, afincado en Tenerife es “mago de toda la vida”, como lo fue su padre, al que acompañaba a las giras, algo que provocó que fuera un ilusionista precoz, con una fijación: “En aquellas giras por Estados Unidos y México, junto a mi padre, me aficioné a todo lo que tenía que ver con Halloween. Hablo del año 77,78… Cuando vine para Europa, que desembarqué en Barcelona, hacía mucho show temático de magia, siempre con Halloween en la mente”.

Pero Halloween, como lo vamos conociendo ahora, no tenía aún ese tirón, por lo que Keller comenzó a indagar en esa magia temática teniendo gran éxito: “Al Corte Inglés de Barcelona le vendí una cristalera viviente, en Plaza Catalunya y ahí, de la misma forma, se me ocurre un show de Halloween, pero, al no haber costumbre, era imposible. Había, casi, que expplicar qué era”.

Los cambios en los años 90

España cambió en los años 90 y, con ella, Canarias. Uno de esos cambios tuvo que ver con la colonización cultural de Estados Unidos: Halloween había dejado de ser algo desconocido o lejano y Fernando tuvo claro lo que quería hacer: “Trabajaba en la Isla y aquí había mucho público inglés y alemán. Los ingleses, sobre todo, eran aficionados a ello, así que el Templo del Misterio de Tenerife tomó forma. Estaba en el centro comercial Galaxia, enfrente del Monkey Bar. Abarcaba todos los locales de la primera planta”.

El Templo del Misterio de Tenerife contaba con varias salas, todas ambientadas con diferentes personajes del mundo del terror y, encada una de aquellas habitaciones “ocurría una cosa distinta”, lo que aseguraba una experiencia única a todos los visitantes, que eran recibidos, en grupos de 20 personas, por el conde Drácula u otro ser relacionado con el misterio.

Así era el interior del Templo del Misterio de Tenerife:

Sala 1 (recibidor): “Ahí entraba todo el público, había una exposición de maquetas a escala de instrumentos de tortura y demás. Había una guillotina francesa gigante en la que metíamos la cabeza de un espectador y con él no pasaba nada, pero después metíamos una sandía y era cortada por la misma cuchilla. Había otros efectos ópticos, todos creados por mí, algunos copiados en otros lugares. Había dos o tres fantasmas también”.

Sale 2 (la cabeza en la nevera): “Cuando entraban, encontraban una cabeza parlante dentro de una nevera. Hablaba con ellos, fumaba, bebía Coca Cola con una pajita… El público quedaba sorprendido porque, al principio, pensaban que era una cabeza de cera o un holograma, pero cuando veían que la cabeza hablaba y contestaba a sus preguntas quedaban sorprendidos. Era bastante impresionante”.

Entrada al pasillo de las tinieblas

Sala 3 (el pasillo del terror): “En ese pasillo aparecían diferentes monstruitos en unas rejas que estaban por los lados. El piso se movía, se tambaleaba… Al final del pasillo había una entrada a un laboratorio”.

Sala 4 (el hombre ahorcado): “Al final del pasillo, caía un hombre ahorcado del techo que quedaba allí, suspendido de la cuerda ante todos”.

Sala 5 (el laboratorio): “En el laboratorio, tras descubrir una cortina, encontrábamos a una mujer, en un escenario a la que le faltaba la cabeza. Estaba sentada en una silla, del cuello le salían varios tubos a distintos brebajes y la mujer era capaz de responder al público escribiendo en una pizarra o por medio de señas. Era también bastante impactante”.

Sala 6 (la tienda): “La siguiente sala era un lugar pare vender recuerdos, juegos de magia y demás…”.

Sala 7 (la mazmorra): “El último salón era una mazmorra, ambientada como el subsuelo de un castillo antiguo, en el que había un gran enrejado. Se busca a alguien del público, era llevado tras los barrotes, lo encadenábamos, estamos hablando de un espectador de verdad, y al resto le decíamos que, si pasaba algo, podían salir por una zona que estaba indicada. Ya ahí, claro, la gente empezaba a mirarse unos a otros. ¿Qué ocurría? Que la persona, a la vista del público, sin ser tapada, se convertía en un gorila: aumentaba de tamaño, empezaba a crecer y crecer, le salía pelo… De repente, rompía las cadenas y gritaba. A esa altura la gente ya estaba en Los Cristianos, de tanto correr..”.

El final del Templo

Pero todo lo que empieza tiene un final, también el Templo del Misterio de Tenerife. Durante todo 1992 funcionando, desde las 11.00 de la mañana hasta las 00.00 horas, con un total de diez empleados, los compromisos profesionales de Fernando Keller le impedían poder estar en el lugar que había diseñado: “Trabajaba en la Orquídea Mágica, que era una sala de fiesta para 1.500 personas y cada noche hacíamos un show en el que, entre otras cosas, hacía desaparecer un coche tras subirlo al escenario. Trabajaba ahí, en una sala de fiesta de Las Américas y, también, en otros lugares”.

El Templo del Misterio de Tenerife fue ideado por Keller pero, además, muchos de los artilugios que podían verse habían sido fabricados por él mismo, con la ayuda de su padre, pero, como él mismo reconoce, pudo estar “muy poco” allí: “Estuve al principio, para aleccionar a la gente y luego dejé a un par de personas a cargo.

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