Es la doble cara de las contradicciones humanas. Mientras Occidente, con Canarias incluida, se alarma hasta casi lacrimar al ver por la televisión, normalmente en cómodas casas, las imágenes de la nueva guerra entre Palestina e Israel (mejor dicho, la espiral sin muchos precedentes de estos últimos días, de consecuencias difíciles de predecir para el mejor y supuesto especialista), la economía de zonas turísticas como la canaria se benefician del efecto colateral de que los visitantes optan más por destinos seguros, en lo que Canarias es un claro y merecido líder.
Ha pasado cada vez que un atentado terrorista golpeaba Egipto, Turquía, Túnez y otros países del norte de África u Oriente Próximo. Ocurrió con la Primavera Árabe de 2011 y entidades como Ashotel tienen claro que volverá a pasar ahora ante la terrible situación desatada en la llamada Tierra Santa y la incertidumbre e inestabilidad crecientes en esta zona, si bien aún carecen de datos o prospecciones del trasvase de turistas que pueden reforzar aún más los grandes tiempos para el sector en el Archipiélago y, en general, en España.
Según señalan desde la Asociación de Hoteleros de Tenerife a DIARIO DE AVISOS, lo ocurrido estos días con los ataques de Hamas y la reacción israelí solo merece un lamento “profundo” por su parte. “La inestabilidad de los países de Oriente Próximo ha repercutido no solo ahora, sino desde hace años, como sucedió, por ejemplo, con la Primavera Árabe de 2011, en cierto cambio de tendencia de los destinos turísticos de buena parte de los mercados emisores europeos, que buscan lugares seguros”.
La asociación subraya que, como ha demostrado desde hace mucho tiempo, y es uno de sus grandes atractivos, “Canarias siempre ha sido una alternativa segura. Pero esta situación no solo tiene una consecuencia turística, sino también afecta al coste de la energía. De hecho, ya estamos viendo una subida del precio del petróleo, circunstancia que incide en la rentabilidad de los negocios, lógicamente, y en la competitividad aérea, que para las Islas es la vía principal de conexión con el exterior”.
DUDAS SOBRE EL FUTURO A CORTO Y MEDIO PLAZO
Ashotel no tiene claro qué ocurrirá a corto, medio y largo plazo, aunque sí que da por hecho ese trasvase, aún a cuantificar. “Ojalá el conflicto termine cuanto antes, sobre todo por la cantidad de víctimas civiles inasumibles que se están produciendo. Es evidente que esta situación de guerra puede generar esos movimientos y cambios de destino descritos. Lo que tenemos que seguir haciendo desde nuestro subsector es trabajar para afrontar de la mejor forma posible las crisis, con flexibilidad, resiliencia y humildad como destino turístico”.
Además, recuerda que esto se suma a la crisis “a las puertas de Europa con la guerra entre Ucrania y Rusia, que no ha parado, aunque ya no parezca ser noticia. Dos conflictos armados en lugares próximos a los mercados emisores europeos no hacen sino trasladar una preocupación mayor a un sector económico, como es el turismo, que es muy sensible a las inestabilidades y situaciones de falta de seguridad. Pero, por encima de todo, lamentamos la reactivación del conflicto en Oriente Próximo y deseamos que tanto este como el de Ucrania terminen cuanto antes”, remarcan en declaraciones a este medio.
Hasta el 20% más de turistas en 2011 y 2012 por la Primavera Árabe
Aunque las cifras bailaron y nunca se podrán cuantificar exactamente, la Consejería regional de Turismo calculó, al cerrar el año 2011, que la Primavera Árabe de ese mismo año había propiciado un trasvase de entre 300.000 y 350.000 turistas al Archipiélago desviados de los países del norte de África y Oriente Medio, lo que supuso un 20% de los 1,7 millones de nuevas llegadas registradas en ese ejercicio. Por supuesto, la Consejería hablaba de la consolidación de las Islas “como alternativa de éxito seguro”. En ese entonces, los estudios indicaron que estos turistas plus dejaron unos 300 euros de media y que, además, “la mitad ya había estado en las Islas, tratándose de un visitante de menor renta y concentrado en el tramo de entre 25 y 54 años, que busca descanso, no es fiel al destino y permanece menos días en él”. En el verano siguiente, en 2012, ese 20% se ratificó también en el caso de los turistas peninsulares. En ese momento, la disminución de viajes a los países afectados por las revueltas árabes se reforzó con la incertidumbre en sitios como Siria o Jordania. De hecho, un 95% de los turistas que habían pensado en Siria cambiaron de opción: cosa de las guerras, sempiternas ellas.