DIARIO DE AVISOS expone la visión de dos canarios de opinión radicalmente distinta sobre el conflicto entre Palestina e Israel, los duros acontecimientos de los últimos días, sus consecuencias y la posible (o quimérica) resolución. El periodista Rafael Ben Abraham Barreto y Akram Muti discrepan totalmente sobre el trasfondo de la situación en la llamada Tierra Santa, la interpretación de este ataque de Hamas, los incumplimientos de los acuerdos de paz, el nacimiento del Estado de Israel (avalado por la ONU según el primero y una clara invasión para el otro), así como las derivadas en todo Oriente Próximo, la reacción exterior y las posibles salidas a una sempiterna guerra que, como ha ocurrido desde 1948, desata pasiones, incomprensión mutua, posturas políticas genéricas, pero, lo que es peor, mucha muerte, desolación, impotencia e injusticias.
Rafael Ben Abraham Barreto
Barreto se convirtió al judaísmo a mediados de los 80 y, poco a poco, fue asentándose en la comunidad hebraica de las islas. Desde los 90, inició unos constantes viajes a Israel, algunos no exentos de anécdotas y situaciones complejas (como entrar en zonas palestinas por su habitual despiste y confianza con la kipa en la cabeza). No obstante, su visión siempre ha sido clara y contundentemente a favor de las tesis israelíes, lo que le originó apasionadas discusiones con más de un amigo.
Por el contrario, Akram Muti pertenece a una familia palestina que, como tantas otras, tuvo que exiliarse (su padre) de su tierra con el advenimiento del estado israelí y se asentaron, en su mayoría (pues algunos ya han cambiado de isla), en Gran Canaria. Su opinión también es tajante y, en línea con la mayoría de los ciudadanos árabes de los distintos países, así como con la izquierda mundial y muchas organizaciones, el conflicto tiene un claro desequilibrio militar, político y económico a favor de Israel por el respaldo de sus socios y la distinta vara de medir.
A Rafael Ben Abraham Barreto (La Orotava, 1955) la mayoría de sus amigos de Tenerife le siguen llamando Cayetano, Tano los más cercanos. Su larga trayectoria como periodista, ahora ya jubilado, su mezclada personalidad de bonhomía, prosa poética y contundencia pasional si se le toca la cuestión judía le convierten en lo que muchos calificarían de “verdadero personaje”, por mucho que encienda enseguida pasiones encontradas en lo argumental respecto al conflicto con Palestina.
A mediados de los 80, y tras ser candidato al Cabildo por un partido leninista, su vida cambia y se convierte al judaísmo. Editor de contenidos web, ha publicado tres libros y cientos de artículos en prensa local y nacionales, aparte de su etapa radiofónica. Ha estado en Israel en 22 ocasiones y comparte residencia entre Israel y España. Ha colaborado con el periódico israelí en castellano Aurora y ha sido alumno del Ulpan Hebreo en Bet HaAm de Jerusalén en 2018 y 2019. Su visión sobre lo que ha ocurrido, ocurre y puede ocurrir en Oriente Próximo es bastante diáfana y no pasa precisamente inadvertida para muchos, incluida la comunidad palestina de Canarias. El martes de la semana pasada, aún estaba en Israel y casi le coge la nueva crisis.
En su opinión, “el mundo árabe no es un socio fiable para la paz en Oriente Medio, y menos con Israel. Lo digo como observador in situ durante 30 años y me remito a los hechos históricos recientes, desde el restablecimiento de la soberanía judía en la Tierra de Israel con la proclamación de su independencia en 1948, de acuerdo al mandato de la ONU del 27 de noviembre de 1947, que determinaba la creación de un Estado Judío y Jordania en lo que se llama Palestina. Los países árabes no aceptaron ese mandato, que incluía, en la partición de la Palestina, un estado judío. Por eso, declararon la guerra al joven estado. Luego, sobrevinieron las guerras del Canal de Suez de 1956, de los seis días de 1967, Yom Kipur de 1973, el conflicto con Líbano en 1982, las sucesivas Intifadas y consiguientes atentados en diversos lugares de Israel, el conflicto bélico con Líbano en 2008, entre otros”.
Para Barreto, “en este conflicto permanente median intereses espúreos de agentes externos a la región, con sesgo antisemita de fondo. Puesto que lo ocurrido en los últimos tiempos refleja el odio al pueblo judío, no existe otra explicación”.
Frente a las tesis palestinas y de la inmensa mayoría de sus apoyos, “todas las guerras libradas por Israel les han sido impuesta por los países árabes. Israel ha tomado, en cada caso, la defensiva. Ha ejercido su derecho a defenderse y proteger a sus ciudadanos, independientemente de su estatus personal, religioso, político o étnico. De hecho, en el país conviven, de facto, las denominadas religiones del Libro: judíos, cristianos y musulmanes”.
El periodista recuerda que ahora se cumplen 50 años de la Guerra de Yom Kipur, “en la que los países árabes atacaron a Israel por sorpresa en el día más sagrado para el pueblo judío, siendo primera ministra Golda Meir. Entonces se comentaba que se había producido un desajuste en las previsiones de los servicios secretos del país sobre ese ataque. La actuación de la fuerza aérea fue decisiva para revertir la grave situación que se cernía sobre Israel, que, con el paso de los días y tras una dura batalla, logró vencer a sus enemigos. Ahora, medio siglo después, parece repetirse la historia, precisamente, en la madrugada del Shabat, el día sagrado de descanso, y coincidiendo con unas de las tres fiestas de peregrinaje”.
A su juicio, se ha actuado “de forma traicionera y cobarde. El terrorismo palestino instalado en Gaza se adentró en territorio israelí en la madrugada, tras romper las vallas de seguridad y matar a sangre fría a los soldados israelíes que la custodiaban, asesinando a todo ser viviente que se cruzara en su camino, con lanzamiento de cohetes, disparos y drones, presumiblemente procedentes de Irán”. En su visión, “la incursión del terrorismo gazatí en Israel echa por tierra los acuerdos de paz y colaboración con los países árabes, iniciados en 2018. Pero hay que tener en cuenta la mano del régimen iraní en Oriente Medio, uno de los principales enemigos de Arabia Saudí, contraria a que se forje un pacto para la estabilidad económica y política en la región. Las acciones terroristas tienen por finalidad socavar todo acuerdo de cooperación entre los países árabes moderados e Israel, por lo que ha llegado la hora de la verdad para ver cómo ciertos países árabes se quitan la máscara, ponen de relieve su falsedad y dejan entrever sin tapujos que son los enemigos de siempre”.
Según enfatiza, “conozco Jerusalén (la escribe con “m”) y sé de su tradicional convivencia entre judíos y árabes israelíes. Una ciudad próspera, en constante crecimiento. Tel Aviv es la ciudad que no duerme, próspera y alegre, cosmopolita, religiosa y secular, un crisol de sentimientos y tendencias dentro del judaísmo observante y laico. Sin embargo, cuando Israel responde ante un ataque y ejerce su derecho a la defensa con los medios a su alcance es criticado con dureza. Cabría preguntarse qué se pensaría si estos terribles acontecimientos pasan en Francia, España, Gran Bretaña… El ejemplo de Ukrania es palpable. Víctima de una brutal agresión de Rusia, reivindican el derecho a defenderse”.
“En un gesto de buena voluntad y en aras de la paz –añade-, el Gobierno de Ariel Sharon emprendió en 2005 la salida de la Franja de Gaza con la esperanza de lograr la estabilización y mejorar las relaciones con los palestinos. Sin embargo, la llegada el poder de Hamas truncó esas expectativas, como lo demostró el tiempo y los hechos”.
Akram Muti
Akram Muti nació y vive en Gran Canaria. Pertenece a una familia palestina ramificada, afincada y con varias generaciones ya en esa isla (aunque también los hay en otras). Vivió en Jordania diez años y ha visitado en diversas ocasiones Palestina. Su padre, palestino, nació en Akraba (Nablus) y tuvo que exiliarse de su país, “Palestina” (recalca el nombre), en 1948, justo cuando nace el estado de Israel. Sin duda, ese hecho y todo lo ocurrido desde entonces ha marcado su vida y la de su entorno más próximo, por mucho que lo hayan vivido y sufrido desde lejos o, a veces, precisamente por eso.
Al principio, al planteársele este reportaje, se mostró muy reacio a participar por diversos motivos. A su juicio, opiniones como la de Barreto y otras personas y entidades ayudan a “blanquear” lo que, en su opinión, no es más que una invasión israelí de suelo palestino en un claro desequilibrio in situ y a escala internacional en contra de su pueblo. Sin embargo, acabó optando por dar su versión, pesimista “porque Israel solo ha dado hasta ahora una respuesta militar, en vez de buscar una solución política y permitir el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación”.
Eso sí, sus reticencias siguieron y, de hecho, prefirió no ilustrar su parte con una foto suya, bien en Palestina o en Canarias. Muti teme que “la historia se repita. Seguirá la violencia. Israel solo ha dado hasta ahora una respuesta militar y es la que va a seguir dando, en lugar de buscar una solución política, que pasa por poner fin a su ocupación militar y permitir el derecho a la autodeterminación de los palestinos”. Según subraya, “no podemos analizar lo que ha pasado estos días sin toda esa historia de violencia que vienen soportando los palestinos durante varias décadas de ocupación militar” por parte de los israelíes.
Frente al énfasis que se pone en lo ocurrido durante las últimas jornadas en gran parte de la prensa internacional y en las interpretaciones de organismos y la mayoría de partidos, recuerda que “el conflicto estaba presente antes de la propia existencia de Hamás. De hecho, Hamás (ganador de las últimas elecciones en Palestina) es fruto de la ocupación militar israelí. Es de temer que Israel pretenda llevar a cabo una operación militar a mayor escala que en ocasiones anteriores, que ya fueron bastante duras, con un particular ensañamiento con la población civil. Ahora mismo, la mayoría de los muertos palestinos son civiles (niños y mujeres, sobre todo), que no están en la pantalla de nuestros televisores”, lamenta, en una clara crítica a lo que considera un desajuste más: el poder de los medios.
Ahondando en sus tesis, censura con fuerza la permanente invasión israelí: “La franja de Gaza, al igual que Cisjordania, está bajo la ocupación militar israelí. Sufre un bloqueo por mar, tierra y aire desde 2007. Época desde la que Israel puso a dieta de hambre a una población de más de dos millones de personas en una extensión similar a la de la isla de La Gomera. La pregunta, en realidad, es: ¿qué va a conseguir Israel, además de provocar más sufrimiento y crear futuros militantes de Hamás?”.
Preguntado por cómo cree que puede resolverse este sempiterno conflicto, insiste en que “la única solución es política y pasa por el cumplimiento del Derecho Internacional, que es claro al respecto. Se debe poner fin a la ocupación militar israelí. Israel tuvo una oportunidad de oro para acometer esta solución hace 30 años, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, que le favorecen. Sin embargo, y en lugar de poner fin a la ocupación, ha continuado la colonización de los territorios palestinos y ha seguido con el establecimiento de nuevas colonias durante estas tres décadas. Todo ello con agravios, humillación y opresión del pueblo palestino ocupado. Israel no es un estado democrático y de derecho equivalente a un estado europeo, sino un régimen de apartheid, como denuncian las propias organizaciones humanitarias israelíes”.
Según explica, y en un sentimiento totalmente extendido en la comunidad palestina y árabe de Canarias, esta situación la vive desde las islas “con tristeza e impotencia. Y lo lamento por ambos, por palestinos e israelíes. Creo que se podría vivir en paz y armonía si no hubiera opresión e injusticia de por medio. No se puede gozar de libertad y seguridad sobre la opresión y sometimiento de otro pueblo”, remarca.
Respecto a la comunidad internacional, pone el acento en la “evidente hipocresía” que aprecia desde siempre. “Sólo basta comparar la reacción frente a la ocupación rusa de Ucrania y la israelí de Palestina. O el apoyo que se brinda ahora a Israel, pero cuando los muertos son los palestinos, que tenemos una larga lista, ¿dónde están esas mismas potencias internacionales para poner fin a las continuas masacres de las que han sido objeto nuestra gente? Israel viola el derecho internacional y no pasa absolutamente nada, esto remite una imagen equívoca, que parece dar luz verde a Israel para seguir prolongando su ocupación militar, el sufrimiento y la violencia”.