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La vendimia en el sur de Tenerife terminó no siendo tan mala como se temía

La lluvia en junio sirvió para aminorar el daño del excesivo calor durante el verano y el otoño en Chasna y Abona, mientras que el incendio no llegó a afectar en el Valle de Güímar
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La vendimia de uva en el sur de Tenerife no ha terminado siendo tan mala como se presumía inicialmente, al menos así lo atestiguan Diego Reverón y Bruno Albertos, responsables de la Bodega Reverón, en Vilaflor y Bodega Comarcal Valle de Güímar, en Arafo. “La lluvia de medianos de junio fue una maravilla y pensamos en una gran cosecha, pero luego vino una subida de temperaturas bárbara a medianos de agosto que nos hizo adelantar la vendimia por la rápida maduración de la uva tinta”, indica Reverón.
“Por primera vez -señala- este año hemos vendimiado antes la tinta que la blanca. Era tal el nivel de maduración que o la perdíamos o la cogíamos a mitad de agosto”. Bodegas Reverón ha terminado por acopiar una cantidad de uva similar a la del año anterior; aunque “la calidad no es tan alta, se puede decir que es aceptable”, reconoció Diego Reverón, que ya tiene embotellado, desde San Andrés todo el vino, adelantándose al veranillo de San Miguel “que también ha sido muy caluroso”, admitiendo que “con estos tiempos de calor tenemos que reconvertir todo y adaptarnos a lo que hay y aprender sobre la marcha”, señala con resignación.
Comenta que como viticultor “está bien que haya subido el precio de la uva”, pero reconoce, como bodeguero, el aumento de coste, pese a lo cual “nuestra política ha sido la de no incrementar los precios de la botella”, en la que sigue destacando el blanco afrutado, “aunque ahora un poco menos, porque la juventud ha comenzado a conocer los vinos y se está decantando por el seco o semiseco”, manifiesta Diego Reverón, propietario de una bodega que inició su abuelo en la zona de Los Quemados, en Vilaflor de Chasna, en 1947.

Valle de Güímar

Si en Vilaflor de Chasna están satisfechos con la cosecha de uva, pese a las dificultades climatológicas del verano e inicio del otoño, en el Valle de Güímar, otra gran denominación de origen -sobre todo en vinos blancos- pasa exactamente lo mismo. “Tuvimos un mal principio, pero al final podemos decir que terminamos con una gran vendimia, sobre todo en las partes altas, recogiendo 200.000 kilos de uva, solo un poco menos (240.000) que el año anterior”, señala José Bruno Albertos, presidente de la Bodega Comarcal situada en Arafo, en la que participan 152 familias de la comarca. Casi todos esos kilos de uva son de listán blanco y negro, mientras que 25.000 kilos corresponden a la uva moscatel. En concreto, la mejor cosecha se dio en las zonas altas de sequero, mientras que se perdió uva en las zonas bajas. Pero no solo se temió por la vendimia a causa de los efectos del excesivo calor, sino por el incendio pavoroso que se inició en Arafo el 15 de agosto y regresó a lo alto de Güímar unos días después. “Temimos por lo peor -afirma Bruno Albertos- pero afortunadamente el fuego se quedó a 500 metros de la viñas en Las Dehesas y Los Pelados, sin que afectara a la uva”.
La Bodega Comarcal, con su marca por excelencia, Brumas de Ayosa, volvió a destacar en los premios Agrocanarias, al obtener la semana pasada el máximo galardón, con la gran medalla de oro por el Malvasía Aromática, en la categoría de Vinos Malvasías Dulces, pero también quiso destacar Bruno Albertos “el Pico tinto, premiado por los enólogos”. No hay año que la Denominación de Origen Valle de Güímar no obtenga premios a nivel regional e incluso nacional, hasta internacionalmente, como lo ha hecho con su vermut en un concurso de vinos extremos en Roma.

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