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Secretos de lujo y guerra se oxidan bajo el mar de Fuerteventura

Se cumplen 30 años del encallamiento del trasatlántico América, bautizado por la primera dama de EE.UU. Eleanor Rooselvelt, que transportó a 480.000 soldados en la II Guerra Mundial
El barco encallado en la costa majorera antes de hundirse por completo. / DA

Los restos del que fuera el mayor buque de pasajeros construido en Estados Unidos, apadrinado el 31 de agosto de 1939 por la primera dama de Estados Unidos Eleanor Rooselvelt, en un acto multitudinario que reunió a 30.000 personas, reposan bajo el mar en la costa oeste de Fuerteventura. Apenas queda un amasijo de hierros oxidados a baja profundidad del ya irreconocible SS América, la embarcación icónica de la compañía United States Lines, que simbolizó el modelo de trasatlántico de lujo en las décadas de los 40 y 50 y que adquirió un destacado papel en el transporte de tropas de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Un fuerte temporal, el 18 de enero de 1994, acabó por arrastrar hasta la costa oeste majorera al emblemático barco estadounidense. Su final fue cruel, indigno para el glamour que lo rodeó y el servicio que prestó durante casi 54 años.

El remolcador ucraniano Neftegaz 67, que lo trasladaba desde el puerto del Pireo (Atenas) hasta Bangkok, después de que lo adquiriera la compañía tailandesa Chaophraya Transport por dos millones de dólares para convertirlo en un hotel flotante de lujo, rompió amarras a causa del gran oleaje (y previsiblemente alguna negligencia) y el buque, con las hélices desmontadas en cubierta, quedó a la deriva cuando se dirigía hacia el puerto de la Luz y de Las Palmas, en Gran Canaria, para una escala técnica. Su tripulación fue rescatada por un helicóptero de Salvamento Marítimo después de que dos remolcadores españoles auxiliaran sin éxito al Neftegaz 67.

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El SS América, su primera denominación, a mediados del siglo pasado.

Partido en dos

El trasatlántico, entonces denominado American Star, casi gemelo del otro buque insignia de la compañía, el SS United States, acabaría varado entre las rocas y la arena de la playa de Garcey, en el municipio de Pájara. Dos días después, mientras el propietario, la empresa encargada del remolque y la aseguradora se mostraban incapaces de alcanzar un acuerdo sobre las responsabilidades del siniestro, la estructura no resistió las embestidas del oleaje y se partió en dos, lo que llevó a declarar la pérdida total de la nave. Solo quedó al descubierto una parte de la proa, que aguantó hasta el 2007, año en que colapsó y se fue al fondo del mar.

Durante un tiempo, la Guardia Civil mantuvo un servicio de vigilancia en la costa. Una vez retirado, comenzaron los abordajes y el desvalijamiento de la fantasmagórica embarcación -muchos residentes en Fuerteventura conservan algún objeto de sus lujosos salones, habitaciones o cubiertas-, convertida en un atractivo turístico de riesgo hasta su desaparición bajo las aguas majoreras. Hasta tres personas han fallecido ahogadas, arrastradas por las corrientes cuando intentaban acceder al American Star.

Sus 221 metros de eslora, 29 de manga, 34.000 caballos de potencia y su capacidad para 1.050 pasajeros, así como la decoración interior de bronce, aluminio y acero inoxidable, convirtieron al SS América en un referente de la época dorada de la navegación norteamericana, al ser uno de los barcos más lujosos de mediados del siglo XX. Construido en los astilleros Newport News Shipbuilding and Drydock y con un coste de 18 millones de dólares, fue entregado a sus propietarios el 2 de agosto de 1940.

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Imagen aérea en la que se aprecian los restos de la embarcación en el fondo arenoso de la costa de Pájara. DA

Uso militar

No obstante, su viaje inaugural fue aplazado debido a la Segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico lo transformó en un barco destinado al uso militar y fue utilizado, por tanto, para el transporte de soldados estadounidenses. Se calcula que alrededor de 480.000 militares embarcaron en él entre 1941 y 1945. Finalizada la contienda internacional, el SS América, en cuya figura sobresalían sus dos chimeneas, realizó su primera travesía comercial el 14 de diciembre de 1946 entre Nueva York, Cobh (Irlanda), El Havre (Normandía, Francia) y finalmente Southampton (Inglaterra).

El progresivo auge de la aviación comercial fue relegando a los cruceros a un segundo plano. En 1964 sería vendido a la naviera griega Chandris Lines, que lo modernizó, duplicó su capacidad de pasaje y orientó su oferta al mercado de turistas y emigrantes.

Australia y Nueva Zelanda fueron entonces sus nuevas rutas hasta que se produjo una segunda venta y el barco entró en una etapa de declive técnico por falta de mantenimiento hasta que sus máquinas pararon en 1978, año en el que realizó su último viaje con pasajeros bajo el nombre de SS Australis. Atrás quedaba un largo historial de un símbolo del transporte marítimo del siglo XX.

La aparición, 15 años más tarde, del armador tailandés y su iniciativa de reconvertirlo en un establecimiento hotelero (se barajaba, además de la opción de Bangkok, la isla de Phuket) lo sacó del ostracismo, pero nunca alcanzaría su puerto final. Una tormenta en el Océano Atlántico lo impidió a su paso por las Islas Canarias. Se truncaba así el retiro dorado del American Star, que acabaría llevándose para siempre sus secretos del lujo y la guerra al fondo del mar de Fuerteventura.

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