En los últimos tiempos los episodios de calima en Canarias se han intensificado de manera importante. Es habitual la presencia de este polvo en suspensión, molesto, que enturbia el ambiente pero que, además, contrae riesgos para todas aquellas personas que tengan problemas respiratorios.
La calima es el resultado del transporte de partículas de polvo desde el desierto del Sáhara en las regiones de Marruecos y Argelia, impulsado por el viento. Esta acumulación de polvo en la atmósfera genera una disminución de la visibilidad y suele ir acompañada de un aumento en la temperatura.
Esta fenomenal calima está compuesta por partículas de polvo que no superan los 10 micras de tamaño (PM10). A nivel individual, estas partículas son imperceptibles para el ojo humano, pero en conjunto crean una neblina de tono amarillento y tiñen el cielo de un matiz anaranjado. Cuando estas partículas finalmente se depositan en el suelo, se manifiestan como polvo rojizo que se posa en calles, terrazas y balcones.
La presencia de calima tiene un impacto negativo en la calidad del aire que respiramos y conlleva riesgos para la salud, especialmente en niños y personas con enfermedades respiratorias como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Incluso las personas sanas pueden verse afectadas si se exponen a concentraciones elevadas o durante períodos prolongados.
El riesgo de la calima en Canarias
La exposición ocasional a la calima puede desencadenar síntomas como estornudos, irritación de la garganta, producción de mucosidad, dolores de cabeza, fatiga, molestias en el pecho y palpitaciones. Además, aumenta la susceptibilidad a infecciones respiratorias.
Según la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Canarias, donde los episodios de calima son comunes, “el polvo en suspensión puede contribuir al resecamiento de las vías respiratorias y, en muchas ocasiones, empeorar los síntomas de enfermedades respiratorias, lo que resulta en un aumento de las visitas a servicios de urgencias y hospitalizaciones”.
Para protegerse, las personas vulnerables pueden usar mascarillas quirúrgicas o FFP2. Además, es importante mantenerse bien hidratados mediante la ingesta de agua y, en la medida de lo posible, realizar actividades físicas en espacios interiores.
En el hogar, se aconseja minimizar la ventilación y mantener cerradas las ventanas para evitar la entrada de partículas, especialmente en el dormitorio.
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