Una investigación de la Universidad de La Laguna ha probado la eficacia de un programa con adolescentes con el que se ha detectado actitudes sexistas y alguno de los factores que pueden desencadenarlas. Asimismo, se ha evaluado con éxito un programa de intervención.
En el estudio participaron 723 estudiantes de Bachillerato de cuatro centros escolares (tres públicos y uno privado), en varias fases entre marzo de 2021 y enero de 2024.
Entre los datos más destacados de este estudio, figuran:
- El alto consumo de pornografía entre los adolescentes: el 89% de los chicos de la muestra.
- Se tiende a valorar negativamente el comportamiento pasivo de una mujer víctima de violencia de género.
- Las actitudes más sexistas se dan en adolescentes masculinos y en quienes han sido expuestos o consumen pornografía.
- La intervención educativa puede ser eficaz a corto y medio plazo para reducir este sexismo.
El proyecto tiene doble objetivo: identificar algunas variables sociodemográficas predictoras del sexismo en adolescentes y analizar el efecto de la intervención educativa para promocionar la igualdad y prevenir la violencia de género.
La puntuación fue significativamente más alta en los chicos
El alumnado de muestra contestó dos cuestionarios sobre actitudes machistas, estereotipos y roles de género, para valorar las actitudes sexistas. Los ítems con una puntuación más alta fueron:
- “La principal responsabilidad de un padre es ayudar económicamente a sus hijos”, que obtuvo un 22,5% de acuerdo.
- “Cuando mi pareja se enfada conmigo, siempre me siento culpable” (16,7%).
- “Es normal que los hombres enamorados sean celosos” (15,3%).
- “Sólo algunos tipos de trabajo son apropiados tanto para hombres como para mujeres” (11,9%).
La puntuación fue significativamente más alta en los chicos en comparación con las chicas, reflejando así más sexismo. Además, puntuaron más alto los procedentes de otros países, la mayoría de Latinoamérica, en comparación con los de familias españolas; y entre el alumnado de centros públicos, frente al de los privados.
El equipo investigador evaluó además las actitudes sexistas implícitas utilizando un relato sobre el que se pidió opinión: Una chica invita al chico a su casa e inicialmente acepta mantener relaciones sexuales, pero cuando verbaliza su deseo de no continuar, el chico fuerza una relación no consentida y ella adopta una actitud pasiva. Más 50% de los adolescentes consideró incorrecto ese comportamiento pasivo de la mujer en una relación sexual no deseada.
Otro dato destacable es que el 89% de los adolescentes había consumido pornografía y se comprobó que la exposición a estos contenidos tenía un efecto significativo en las actitudes sexistas, con puntuaciones más altas en los dos cuestionarios entre los consumidores, quienes también afirmaban que la pornografía había influido en sus relaciones de pareja.
Éxito del programa de intervención
Los 561 participantes de primero de Bachillerato fueron asignados aleatoriamente a un grupo experimental que recibió una intervención para la prevención de la violencia de género, o a un grupo control que recibió una charla sobre anticoncepción e infecciones de transmisión sexual.
La intervención se desarrolló en varias sesiones, con 15 horas en total, e incluyó charlas seguidas de debates, ejercicios en grupo y vídeos para reforzar conceptos claves sobre igualdad y violencia de género.
También incluyó la lectura de un comic sobre las manifestaciones de una relación no igualitaria, y una escape room cuya finalidad era ayudar a descubrir los obstáculos que se han encontrado las mujeres a lo largo de la historia en su lucha contra la desigualdad.
Se valoraron los cambios después de la intervención a los seis y a los doces meses, comprobando que en el grupo experimental disminuyeron las actitudes sexistas, con un descenso significativo en la puntuación de las dos escalas. También mejoró de forma significativa la valoración de la conducta pasiva de la protagonista mujer del relato, forzada a mantener una relación sexual no deseada.
Estos efectos se mantuvieron hasta el final del periodo de seguimiento. Por ello, el equipo considera que este programa de educación afectivo-sexual es una herramienta válida para reducir actitudes sexistas en adolescentes y lograr un cambio actitudinal estable a medio plazo.