Cincuenta y un años después de su construcción, una de las dos chimeneas de la central térmica de Las Caletillas ha desaparecido de la vista de los residentes de esta zona de Candelaria y de los miles de automovilistas que circulan a diario por la autopista del Sur. Han sido seis meses de intenso trabajo no exento de dificultades para desmantelar el gran tubo de hormigón de 76,5 metros de altura, comenzando desde la parte más elevada, para lo que se instaló un ascensor que tardaba casi 30 minutos en transportar hasta la zona más alta a los operarios, especializados en trabajos en altura.
La demolición gradual de una de las dos chimeneas gemelas, ejecutada por la UTE Afesa-Nervión, ha supuesto también el desmontaje y retirada de material de los grupos de vapor, ya fuera de servicio. Para derruir el hormigón, ha sido necesaria la intervención de dos robots diseñados para este tipo de operaciones y que, por primera vez, se han utilizado en Canarias.
Se han extraído 3.053 toneladas de material, entre hierro, acero, hormigón, aluminio, cables y equipos eléctricos. El 94% de los escombros ha sido trasladado, vía marítima, fuera de Canarias para emplearlo como materia prima reciclada en plantas repartidas por Europa.
Para Endesa, ha sido “todo un reto” el desmantelamiento de la gran chimenea de 76,5 metros de altura, con un diámetro en la base de 11,5 metros y en la coronación de 6,5 metros, que se alzaba al cielo de Candelaria desde 1973, aunque dejó de prestar servicio, como su gemela, el 3 de octubre de 2010. La compañía indicó que esta actuación se enmarca en los planes de descarbonización y transición energética previstos en el Archipiélago. En ese sentido, Endesa destaca que la desaparición de uno de los dos grandes chimeneas –la previsión es también desmantelar la segunda, aunque aún no hay fijado un plazo de tiempo- “constituye todo un símbolo hacia una concepción energética más respetuosa con el medio ambiente”.
Daniel Ruiz Calle, jefe de Proyectos Térmicos de Endesa Generación, subrayó la complejidad de los trabajos, “sin precedentes en Canarias”, y destacó uno de los factores determinantes en las obras que se desarrollan en altura, el viento, principal enemigo de los operarios. “Con vientos superiores a los 11 metros por segundo, hay que suspender los trabajos por seguridad. Otro de los fenómenos meteorológicos que obligan a la paralización de las obras son las lluvias intensas, las olas de calor y la calima extrema”. En ese sentido, el directivo apuntó que, en los últimos tres meses, se perdieron diez jornadas laborales por razones climatológicas adversas.
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