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La urbanización Centro Valle, un ‘minibasurero’ tras ser diseñada como un polígono industrial

Vecinos de la zona se quejan de estar abandonados por el Ayuntamiento y las empresas promotoras y de vivir sin alumbrado público, acceso a internet y rodeados de escombros
La urbanización Centro Valle, un 'minibasurero' tras ser diseñada como un polígono industrial

En el año 2010 el Tribunal Supremo anuló de forma definitiva el plan parcial y el proyecto de urbanización Centro Valle de La Orotava, poniendo fin a una larga batalla vecinal para evitar que la zona, antiguamente dominada por fincas de plataneras, se convirtiera en un polígono industrial y comercial, similar al de San Jerónimo, en el mismo municipio.

Propietarios y colectivos ecologistas consiguieron que este proyecto que abarcaba unos 180.000 metros cuadrados entre la autopista del Norte, el camino del Torreón y Los Rechazos, no se llevara a cabo porque, tal y como dictaminó la Justicia, estaba lleno de incumplimientos legales y técnicos y no respetaba la reserva mínima para zonas verdes y espacios libres.

Sin embargo, esta victoria en los tribunales ha dejado a los vecinos desamparados y en un limbo legal para cualquier tipo de reclamo ante la Administración ya que la urbanización es privada pero aún no ha sido recibida por el Ayuntamiento al no estar finalizada.

Desde hace varios años, su lucha por intentar salir del abandono total en el que se encuentra la zona, en la que el “rabo de gato se come la calle, es un continuo trasiego de personas que van allí a hacer botellón y a mantener relaciones sexuales y como consecuencia, hay cristales, toallitas higiénicas, colillas y condones por el suelo”, se queja una vecina.

Por si fuera poco, en un solar con varias edificaciones aledañas en ruinas se ha creado “una especie de vertedero o minibasurero” donde la gente incívica acude a tirar todo tipo de enseres y escombros que se acumulan generando malos olores.

Esta es la realidad a la que se enfrentan cada día unas 30 personas -entre las que se encuentran algunos menores de edad- que esperan que tanto las empresas promotoras como el Ayuntamiento de La Orotava busquen una solución a esta situación y mientras tanto, aguantan como pueden el vivir rodeados de basura, con la carretera sin asfaltar y llena de baches y la incertidumbre que cualquier día “pueda pasar algo”, sobre todo cuando llegan a sus casas por la noche.

“El Ayuntamiento se desentiende por completo y el único servicio que da es la recogida de basura y en zonas concretas. No hay alumbrado público, tampoco acceso a internet -ni siquiera un ADSL básico- matiza otra vecina, y en la parte alta de la urbanización hay días que las casas se quedan sin la suficiente presión de agua”.

La parte más cercana a la carretera es la que mejor se encuentra. Hay incluso okupas que se encargan de “cuidar” las viviendas de los vecinos y vigilar que las cabras que pastorean por el lugar no se acerquen a ellas más de 30 metros “porque hay riesgo de que transmitan la fiebre Q cuando tienen crías, una enfermedad que se va por el aire”, explican.

Actuar por cuenta propia

A pocos metros, otra residente confiesa que ya se ha acostumbrado al abandono y ante la desidia de las administraciones, ella se ve obligada a actuar por su cuenta. “Si alguien se acerca les mando los perros y si veo algún coche haciendo algo raro, le enciendo las luces, los grabo y les saco fotos de la matrícula para asustarlos y que no vuelvan”, apunta sin obviar detalle.

El concejal de Urbanismo y Ordenación del Territorio, Narciso Pérez, confirma a este periódico que no le ha llegado ninguna queja de los vecinos aunque sí se la han trasladado en otras ocasiones.

En ese caso, y pese a que el Ayuntamiento no tiene competencias porque no ha recibido las obras terminadas, se le ha requerido a la junta de propietarios que limpie la zona y lo mismo se hará esta vez si es necesario. Además, se valorará si algunos de esos elementos, previa inspección, deben ser retirados de inmediato por suponer riesgos.

Hay vecinos y vecinas que optan por una solución “más rápida y efectiva: “que el Ayuntamiento busque la manera de poner unas vallas a la entrada de la urbanización para que no entren coches”. Eso, argumentan, ayudaría “y mucho”.

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