la orotava

“Ser orotavense es algo imposible de describir con palabras”

La presidenta de la Sociedad Cultural Liceo de Taoro, Carmen Leyes, refleja en su pregón “la miscelánea de gentes, casas, calles, e incluso de culturas” que caracterizan a la Villa
La presidenta del Liceo de Taoro, pregonera de este año, junto con el alcalde, Francisco Linares, las reinas, las damas de honor y las romeras mayores. | DA

“Mi Orotava es miscelánea de gentes, de casas, de calles, de culturas incluso. Es rica, muy rica en tradiciones, en estilos de vidas, en lenguaje. La Orotava no deja indiferente a nadie, ser orotavense es algo imposible de describir con palabras, es un sentimiento que nos une y nos diferencia del resto, es una pasión que todos llevamos en nuestro corazón, es lo que intitulamos orgullo villero”.

Con esta descripción finalizó ayer su pregón la presidenta de la Sociedad Cultural Liceo de Taoro, Carmen Leyes, quien previamente hizo un repaso por sus vivencias, pasiones y sentimientos, desde que llegó a vivir al municipio, un septiembre de 1970, con apenas seis años.

Ante un salón de plenos lleno de gente, la pregonera se detuvo en las calles por las que transcurrió parte significativa de su vida, vías de “la Villa de Arriba y la Villa de Abajo” que “cuentan su historia”.

La calle Tomás Zerolo o la calle del Agua, “la más transitada de mi niñez” y “la única vía que me conducía a casa”. Pero también Nicandro González Borges o calle Verde, “de inolvidables recuerdos por su dulzor” dado que allí el repartidor de la extinta Heladería el Valle le obsequiaba con un polo de hielo de trufa o de limón, o degustaba los famosos y ricos mantecados de Doña Guadalupe.

Especial importancia tuvo en su vida la calle Inocencio García, conocida calle de la Iglesia, a la que define como “mi calle”, en la que residió durante casi 30 años y en la que nacieron sus hijas, Elena y Laura, “en la que a pesar de los cambios sufridos en sus fachadas y en los usos de sus interiores, sigue manteniendo el señorío que le confiere la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción”.

También hizo referencia a la calle Carrera del Escultor Estévez, “camino real, vía principal que enlaza las dos villas a través de sus calles afluentes, por la que regios e insignes visitantes, han transitado elogiando su distinción y apostura”. Recordó que allí se ubicaba la histórica librería de la familia Miranda, con tertulia incluida, y un poco más adelante, el magnífico edificio de las Casas Consistoriales, “con su gran Plaza flanqueada otrora por ocho palmeras de porte majestuoso, que por inclemencias del tiempo o por mala salud, solo queda una”.

La pregonera se detuvo en su recorrido por algunas de la Villa Arriba, como San Francisco, San Juan y León o Tostones, “elegantes, largas y empinadas, hermanas gemelas, con casitas muy modestas de agricultores y artesanos, frente a casas de distinguida apariencia”. Siguió por San Juan, Cantillo, la calle Nueva y Domingo González, que igual que las anteriores “conecta las dos villas y vislumbra su final en la Plaza de la Piedad, Cruz Verde o Santa Catalina”.

Además de las calles, “Mi Orotava es su gente”, “son todas esas grandes amistades y simpatías que a lo largo de estos 54 años he ido atesorando, gentes de todo tipo y posición, porque si algo caracteriza a la Orotava, es su rica diversidad”, subrayó Carmen Leyes.
Amistades y simpatías que “lleva inmortalizadas en su memoria”, como es el caso de Guaya y su familia, que siendo una niña, la llevaron a ver a los Príncipes de España que pasaban por la calle La Carrera.

También sus amigas y amigos con los que jugó sus primeras partidas de tenis de mesa en aquel Liceo viejo, los del instituto arriba; con quienes se pasaba las horas muertas alrededor de un banco en la Plaza de la Alameda; y más tarde, con los que compartió “mañanas, tardes y noches de campañas electorales y la extraordinaria experiencia de formar parte de la Corporación municipal en dos mandatos”. Entre ellos se encontraba, “sin siquiera imaginarlo, el que sería y es, mi compañero de vida, espero, hasta la muerte, Chano”.

En su discurso no quiso olvidarse de la Sociedad Cultural Liceo de Taoro, que preside, “y en la que ha consolidado, aún más si es que cabe, su sentimiento Villero”. En este sentido, subrayó la importancia que ha tenido la institución desde principios de la segunda mitad del siglo XIX, “en la que la incorporación de la mujer a las distintas actividades fuera considerada un valor”.

Por todo ello y porque La Orotava “es lo más grande que hay en el mundo”, Carmen Leyes subrayó el “orgullo” con el que los villeros viven sus fiestas Patronales”, que se encuentran en su semana grande que culminará con la celebración de la romería, el domingo 16 de junio, con alegría, júbilo, alborozo y felicidad al grito de ¡Viva San Isidro! ¡Viva Santa María de la Cabeza!

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