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Vecinos de Lomo Negro recalcan que “son trabajadores, no delincuentes”

DIARIO DE AVISOS visita el polémico núcleo ubicado junto a El Fraile y en el que viven unas 300 personas
Vista panorámica desde una montaña de la finca de Lomo Negro. | Rodrigo Padilla

A 26 grados y bajo un sol abrasador, frente a la escuela de taekwondo y justo en la entrada del pueblo, se sitúan los vecinos de Lomo Negro. Más de 100 residentes de este núcleo de Arona, junto a El Fraile, llegan a nuestro encuentro con niños en brazos, algunos en muletas y acompañados de perros. Tanto mayores como jóvenes, españoles y extranjeros.

Lomo Negro es símbolo de multiculturalidad y de vecinos que se sienten desamparados ante el riesgo de que les derriben sus viviendas por irregulares. Por eso, este sábado han convocado una manifestación frente al centro cultural de Los Cristianos para pedir a las administraciones una solución a su situación, aunque lo hacen desde la incertidumbre y sin muchas esperanzas.

DIARIO DE AVISOS visitó ayer la “ciudad ilegal”, como algunos la llaman, aunque la realidad es otra, ya que, según relatan algunos de sus vecinos, unas 300 personas viven “una historia humana de desamparo”.

Se trata de cuatro parcelas de 400.000 metros cuadrados que, según la legislación vigente, no pueden destinarse a uso residencial, aunque en la práctica existen numerosas viviendas. Precisamente por su condición de suelo rural, Lomo Negro no recibe acometidas de agua y carece de capacidad legal para servicios residenciales básicos, como la energía. Sin embargo, y desde hace años, en este pueblo viven niños y mayores que carecen de prestaciones públicas básicas para vivir con dignidad.

Alrededor de 250 personas están empadronadas en el Ayuntamiento de Arona y, para ello, han utilizado esta finca como residencia, por lo que pagan impuestos municipales como el IBI y la recogida de basura.

Sin embargo, se enfrentan a sanciones de entre 80.000 y 150.000 euros por sus viviendas irregulares y a órdenes forzosas de derrumbamiento, que han ido recibiendo en las últimas semanas. Muchos confiesan a este periódico sufrir depresión y sufrir “un infierno”. “Me voy a quedar sin casa. ¿Ahora dónde me voy? En esta vivienda gasté mis ahorros”, es una de las frases más repetidas por muchos vecinos.

En realidad, Lomo Negro semeja una barriada. La primera zona incluye casas móviles. La parte más alejada hacia una montaña cercana presenta viviendas a medio hacer, estructuras muy débiles, casas dignas y embellecidas y unas cuantas chabolas. Una de ellas es la de Claudio Marcelo, vecino al que le han precintado su hogar hace pocos días. “A mi hijo le han amputado la pierna y a mí se me cayó una piedra de 80 kilos encima. No puedo andar sin la ayuda de las muletas”, lamenta.

Las primeras calles no distan de otras avenidas similares a las de núcleos cercanos, pero a, pocos pasos, cualquiera que pase por aquí se adentra en el verdadero Lomo Negro. A la derecha, se sitúa una larga calle principal de unos 250 metros, con plataneras a los lados y que acoge las primeras viviendas (móviles). Muchas se distribuyen en otras calles por asfaltar (aunque los vecinos afirman haber puesto de su bolsillo para aplanarlas y pasar un rodillo) y cuentan con paneles solares e iluminación instalada, de igual manera, por los vecinos, pues “los niños iban al colegio a oscuras” antes de esas actuaciones.

Tras los primeros 100 metros, se hallan vías transversales que, definitivamente, muestran los problemas del lugar: paredes sin cemento, vías de tierra sin asfaltar, viviendas precarias y, sobre todo, la sensación de entrar en una realidad alejada del tan cacareado Estado del Bienestar. Como si se hubiese abandonado Tenerife y dado un salto a otro tiempo o lugar. Una realidad que parece ajena, pero está más cerca de lo que se tiende a pensar.

Elena Quiroga vive aquí desde hace dos años y presenta su casa a DIARIO DE AVISOS. Su jardín de higos a las afueras impresiona a Daniel, otro vecino que, en tono de broma, le espeta: “¡A esos higuitos les queda nada, espero que me invites!”.

La desesperación y el difícil acceso a una vivienda les llevó a Lomo Negro, con infinidad de otros problemas que afrontan a diario. Rocío alude a la falta de acoples para recibir agua en sus casas, recuerda que viven niños en Lomo Negro y critica que “a un okupa no le quitan el agua ni la luz: ¿por qué a nosotros sí?”.

MORATORIA O GRACIA

Los residentes tienen Asociación de Vecinos y su abogado les ha sugerido la posibilidad de pedir una moratoria o, en última instancia, una medida de gracia.Según alerta, “¿dónde metes a más de 300 personas? El ayuntamiento debe mover ficha”, asegura y asienten otros. Según censuran, nunca han entrado periodistas o políticos en Lomo Negro. “Han mirado para otro lado”. De igual manera, aseguran estar sirviendo de “cabeza de turco”. “Somos trabajadores. Estamos aquí porque no nos queda otra. Quieren que paguemos multas ejemplarizantes”. Ante todo, prometen dar guerra y llevar el caso hasta el final. “Esto no se queda aquí. Lucharemos por lo que es nuestro”, advierten.

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