Desde 2005, Valle Colino lleva dando cobijo anualmente a más de 2.500 mascotas perdidas y abandonadas provenientes de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Tegueste y El Rosario. El evidente deterioro de sus instalaciones debido al paso del tiempo llevó, en septiembre, a los cuatro ayuntamientos del Área Metropolitana a instar al Cabildo a buscar una solución que permitiera ampliar y mejorar el centro en una nueva ubicación.
La respuesta por parte de la presidenta Rosa Dávila llegó en el mes de diciembre. Tras su visita a las dependencias situadas en las afueras del municipio lagunero, anunció la construcción de un nuevo albergue. Sin embargo, a día de hoy, desde el refugio aseguran no tener si quiera constancia de dónde se va a hacer.
“Aquí seguimos, pendientes de ver qué grieta se abre más y a esperar”, comenta con ironía Adriana Naranjo, presidenta de la Federación Canaria de Asociaciones de Animales y Plantas (Fecapap), asociación que gestiona el albergue de Valle Colino. Desde su despacho, reconoce a este periódico que la situación es crítica, tanto para los perros y gatos que esperan ser adoptados como para los trabajadores que los cuidan a diario.
Hace casi un año, unos informes técnicos revelaron claramente las deficiencias tanto en el interior como en el exterior del refugio, subrayando la imperiosa necesidad de buscar nuevas instalaciones.
“Aquí cualquier día puede pasar algo”, afirma con preocupación Naranjo, indicando que “se ha ido cayendo parte del acceso” e incluso señalando hacia la montaña desde donde “suelen caer piedras”.
Por parte de Valle Colino insisten en que requieren de unas instalaciones, que no solo sean seguras y con más espacio, también planificadas y organizadas para satisfacer las necesidades de los animales. Y es que, como bien apunta la presidenta de la Fecapap, “no basta con añadir veinte cheniles más, porque se van a llenar igual”. No obstante, y por sorprendente que parezca, aún nadie les ha contactado para conocer las necesidades de un supuesto nuevo refugio.
Además, cabe señalar que, la capacidad limitada del establecimiento, es aún más difícil de gestionar en los meses de julio y agosto, un periodo especialmente complicado para las protectoras debido al aumento del abandono animal durante el periodo estival. Según varios estudios, con la llegada de las vacaciones son muchos los inconscientes que dejan de lado a sus mascotas para poder irse de viaje, a lo que se suma una disminución en el número de adoptantes.
Desde el Albergue Comarcal nos indican que este verano las cifras han aumentado en unos 40 animales respecto al año pasado. Debido a esta saturación, el refugio ha incluso emitido un comunicado lamentando no poder atender a más gatos, ya que se encuentran “por encima del número óptimo que deberíamos albergar”.
“Esto es una cochambre”
Ante la falta de instalaciones adecuadas para realizar las labores de cuidado y protección de los animales, los propios trabajadores de Valle Colino han tenido que buscar soluciones provisionales para dar una vida digna a los perros y gatos del refugio. “Como no hay sitio tenemos que buscarnos la vida. Hemos tenido que hacer lo que hemos podido”, indica Adriana Naranjo.
Damos una vuelta por el albergue, donde, a cada paso, la presidenta de la Fecapp nos explica las limitaciones del recinto. Por ejemplo, debido a la cantidad de gatos rescatados, se han visto obligados a comprar conejeras, colocándolos en salas tan abarrotadas que “hubo una vez que ni se veía el suelo”. También, sorprende la falta de un patio exterior donde los perros puedan correr y jugar libremente. Frente a esto, desde la protectora nos explican que un vecino tuvo que cederles un terreno para que los voluntarios que sacan a los animales pudieran llevarlos allí.
Lo más preocupante llega al visitar el improvisado espacio de cuarentena. Aquí se llevan todas las mascotas que, debido a enfermedades contagiosas, deben ser separadas del resto. “Esto lo tuvimos que hacer nosotros en precario. Cada hueco que hemos encontrado lo hemos tenido que usar para poner a los animales”, nos explican desde Valle Colino. Durante nuestra visita, podemos ver sobre todo muchos gatos con casos de hongos, una patología transmisible a los humanos. “Deberíamos de tener zona de cuarentena adaptada”, reclama Naranjo.
Otro de los grandes problemas que encuentra Valle Colino son las dificultades a la hora de separar ciertos animales que no pueden convivir juntos. Algunos, por ejemplo, al no llevarse bien, podrían pelearse. Los perros perdidos, al ser rescatados deberían poder estar solos a la espera de encontrar a sus dueños, evitando así que sean mordidos por los demás. Asímismo, los empleados de la protectora admiten que, si contaran con un establecimiento adecuado, alejarían a los perros de los gatos, ya que estos últimos son muy sensibles a los ladridos. Todo esto se hace casi imposible en unas instalaciones que, además de ser peligrosas para los trabajadores, no cumplen los requisitos para que los animales tengan las condiciones que merecen.
Como bien nos indican desde el centro, el cuidado de tantos perros y gatos requiere, sin lugar a duda, un nuevo espacio, mayor y mucho mejor adaptado. Esto incluye una zona al aire libre donde las mascotas puedan jugar, una sala de cuarentena para evitar la transmisión de enfermedades, y una mejor planificación de los cheniles para asegurar el bienestar animal. Todas estas necesidades ya deberían haber sido consultadas a aquellos que mejor las conocen: los que dan vida al refugio cada día.
A fecha de 11 de agosto, Adriana Naranjo espera que, al menos, sepan dónde se van a construir las nuevas instalaciones: “Supongo que ya habrán buscado un sitio. Por el tiempo pasado y por la urgencia que ellos mismos decretaron, entiendo que ya deben saber algo. Pero nosotros no tenemos todavía conocimiento de nada”.
Una labor que necesita el apoyo de todos
Más allá del rescate y la puesta en adopción de aproximadamente 1300 perros al año, Valle Colino ofrece una labor primordial de concienciación, interviniendo en centros educativos y otras iniciativas. Es crucial recordar que, detrás de la saturación del centro, se encuentra una lacra aún muy presente en nuestra sociedad: el abandono animal. Desde la protectora, además de proporcionar cobijo, luchan diariamente por transmitir un mensaje: tener una mascota conlleva una gran responsabilidad. “Hay gente que yo no sé para qué quiere un perro. No puedes tener una mascota para dejarla de lado, es un miembro más de la familia”, lamenta Naranjo, incidiendo en la triste situación durante los meses de verano: “Cuando te vas de vacaciones, tienes que plantearte si puedes tener perro”.
Todos los esfuerzos que hacen desde Valle Colino implican un gasto económico importante: pagos de nóminas, seguridad social, combustible, comida, impuestos, entre otros. Trabajando de la mano con los ayuntamientos de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Tegueste y El Rosario, reciben una subvención relativa al número de habitantes de cada municipio. La presidenta del Albergue Comarcal explica que, en el convenio anterior, el dinero no fue suficiente, por lo que tuvieron que recurrir a donaciones para cubrir los gastos.
Ahora, con el cambio de convenio, han aumentado las ayudas de los ayuntamientos, pero les informaron que no podrían cobrar por las adopciones, lo que anteriormente les aportaba 53 euros por cada animal que encontraba una nueva familia. “Es un dinero que ya no tenemos. Así que, a final de año, veremos si la financiación actual es suficiente”, expresa Naranjo.
Como bien recuerdan en su página web: “aportando entre todos es posible que iniciativas como este albergue sean posibles”. Ya se trate de particulares o empresas, hay distintas formas de colaborar para permitir que Valle Colino siga realizando su importante labor. Todo aquel que desee apoyar económicamente al refugio puede hacerse socio o realizar un donativo. Además, apuntan que, tratándose de personas físicas, Hacienda devuelve el 75% de los primeros 150€ donados al año. Se trata así de un aporte accesible que permite contribuir al mantenimiento del albergue.
No obstante, la importancia de la solidaridad ciudadana no debe hacernos olvidar la responsabilidad de aquellos que hace casi un año prometieron soluciones al deterioro del Albergue Comarcal, soluciones que aún siguen esperando.