La vida y la muerte suelen considerarse como dos polos opuestos, sin posibilidad de intersección. Tradicionalmente, se ha pensado que no hay un estado intermedio entre estar vivo y estar muerto. No obstante, un reciente estudio publicado en la revista Physiology introduce un nuevo eslabón en la cadena de la vida y la muerte, sugiriendo la existencia de formas de vida multicelulares surgidas a partir de células de organismos fallecidos. Este descubrimiento abre una frontera inesperada que desafía nuestras concepciones sobre la biología y los límites de lo que consideramos vida.
Este hallazgo parece sacado de una película de ciencia ficción con tintes de terror. Al igual que en el film Re-Animator (1985), donde un científico experimenta con la resurrección de animales, inspirado en el relato “Herbert West: reanimador” de H.P. Lovecraft, la realidad científica ha encontrado organismos multicelulares creados a partir de células vivas provenientes de cuerpos muertos. Sin embargo, en este caso, no hablamos de ficción sino de ciencia pura.
Los científicos que llevan a cabo esta investigación descubrieron que, al extraer células vivas de organismos fallecidos y proporcionarles las condiciones adecuadas (como nutrientes, oxígeno y señales bioeléctricas), estas células pueden reorganizarse y formar nuevas estructuras. Por ejemplo, se han creado xenobots a partir de células de embriones de rana. Estas células, que originalmente tenían una función específica en el organismo, fueron reprogramadas para crear estructuras capaces de moverse e interactuar con su entorno.
Estos nuevos organismos no son simples aglomeraciones de células, sino entidades diseñadas para realizar tareas específicas. Utilizan componentes celulares para desempeñar funciones más allá de su propósito biológico original. Nacen de un organismo muerto y muestran comportamientos que desafían la clásica división entre vida y muerte. Según los biólogos dirigidos por el profesor Peter Noble de la Universidad de Washington en Seattle y Alex Pozhitkov del Centro Médico Nacional City of Hope en California, este ‘tercer estado’ no puede considerarse ni vida ni muerte en el sentido tradicional. Cuando el organismo muere, sus células no mueren realmente; adquieren capacidades y funciones que no poseían en vida.
Estas formas de vida cuestionan la idea convencional de que las células y los organismos solo pueden evolucionar de maneras predefinidas. Su capacidad de adaptarse y transformarse revela una plasticidad no antes reconocida en los sistemas celulares, aportando nuevos conocimientos sobre el potencial y la flexibilidad de la vida. ¿Qué implicaciones tiene esto para la ciencia y la medicina actuales? Muchísimas. La aplicación de este tipo de biología podría revolucionar los tratamientos médicos, ya que se podrían diseñar estos organismos para administrar medicamentos sin desencadenar una respuesta inmune no deseada o incluso para limpiar las arterias en pacientes con aterosclerosis.
Estas entidades podrían convertirse en la base de intervenciones médicas avanzadas, acercándonos a una medicina personalizada y preventiva. Su capacidad para funcionar sin provocar respuestas inmunitarias adversas las hace candidatas ideales para una medicina individualizada, con todos los beneficios que esto conllevaría para la salud.