Reconocible a nivel mundial por sus paisajes abruptos, sus frondosos bosques de laurisilva y su rica biodiversidad, La Gomera custodia también valiosos tesoros de naturaleza arqueológica. Aunque a menudo la atención se centra en sus características naturales, la isla conserva importantes vestigios prehispánicos que permiten viajar al pasado a todo aquel que se aventure a explorarlos. A través de sus diferentes yacimientos arqueológicos, este territorio de contrastes nos invita a descubrir las huellas que los antiguos gomeros que la habitaron dejaron en el mismo, una herencia imperecedera que merece ser conocida y preservada.
La Fortaleza de Chipude: bastión sagrado de los antiguos
Situada en el suroeste de la isla, la Fortaleza de Chipude, o Argodey, es una impresionante formación rocosa que alcanza los 1.243 metros de altura. A simple vista, podría parecer solo una montaña más en el paisaje gomero, pero este lugar posee una importante relevancia arqueológica.
La cima plana de la fortaleza sirvió como un refugio natural y posiblemente como un lugar de culto para los habitantes prehispánicos de la isla. Su difícil acceso hacía de este enclave un bastión estratégico, utilizado tanto para la defensa como para la celebración de rituales. Los restos arqueológicos hallados en el área, con evidencias de enterramientos y cremaciones, sugieren que el lugar fue un punto clave en la cosmovisión gomera.
Hoy, la Fortaleza de Chipude es un atractivo tanto para arqueólogos como para visitantes, ya que su valor arqueológico va acompañado de unas vistas espectaculares que abarcan el océano Atlántico y las montañas circundantes.
Alto de Garajonay: cumbre mística y escenario de leyendas
Con sus 1.487 metros de altitud, el Alto de Garajonay es el punto más elevado de La Gomera y un lugar clave tanto desde el punto de vista natural como arqueológico. Su nombre está vinculado a la famosa leyenda de Gara y Jonay, que ha sido parte del imaginario popular de la isla durante generaciones.
A nivel arqueológico, Garajonay fue un territorio ocupado por los antiguos gomeros. En su cima se han encontrado restos que sugieren la realización de rituales relacionados con la naturaleza y la fertilidad. Estos altares y estructuras revelan que la montaña, además de su importancia ecológica dentro del Parque Nacional de Garajonay, fue un centro espiritual para estos habitantes.
Desde su cima, es posible divisar varias islas del archipiélago, lo que, sin duda, debió añadir un carácter sagrado y estratégico a este lugar, que hoy es un símbolo de la isla.
Las Toscas del Guirre: petroglifos y conexión astronómica
Las Toscas del Guirre, situadas en el municipio de San Sebastián, albergan uno de los emplazamientos arqueológicos más notables de La Gomera. Descubierta en 2.005, esta cueva contiene un panel de petroglifos de tres metros de largo por dos de alto con 105 signos alfabéticos, probablemente de origen líbico-bereber, erigiéndose en la mayor concentración de signos de este tipo hallada hasta el momento en Canarias.
Estos petroglifos han capturado la atención de los investigadores no solo por su importancia histórica, sino también por su conexión astronómica. En una de las paredes de la cueva, un orificio permite que la luz solar se cuele durante la puesta del sol en el solsticio de invierno. El rayo de sol recorre el suelo, sube por una de las paredes y penetra en una cazoleta ovalada antes de desaparecer. Además, si se observa a través de este orificio durante el solsticio, es posible ver el horizonte por donde se pone el sol, alineado con la ermita de Las Nieves, construida sobre un antiguo santuario aborigen.
Este fenómeno astronómico sugiere que los antiguos habitantes de La Gomera no solo estaban familiarizados con los ciclos solares, sino que también atribuían a estos eventos una importancia espiritual. La interpretación de estos signos sigue siendo un misterio, pero es indudable que Las Toscas del Guirre representa uno de los enclaves arqueológicos más fascinantes de la isla.
Yacimientos de Puntallana: el testimonio de los primeros pobladores
En el noreste de La Gomera, cerca de San Sebastián, se encuentran los yacimientos arqueológicos de Puntallana, una ubicación crucial para entender la vida de los primeros habitantes de la isla. Este conjunto de yacimientos incluye restos de viviendas, enterramientos y herramientas que han ayudado a los arqueólogos a reconstruir aspectos de la vida cotidiana de las comunidades antiguas gomeras.
Las excavaciones han sacado a la luz fragmentos de cerámica, herramientas de piedra y restos humanos que datan de los primeros siglos de nuestra era. Este asentamiento, ubicado en un área privilegiada cerca del mar, fue habitado por una sociedad que contaba con conocimientos avanzados de agricultura y organización social, lo que les permitió prosperar en un terreno tan abrupto. Además de su importancia arqueológica, Puntallana también es una reserva natural con una gran riqueza ecológica, lo que añade valor al entorno en el que supervivieron los antiguos pobladores.