Ni en los peores tiempos del CD Tenerife se recuerda una protesta tan masiva y unánime contra los rectores de turno en el CD Tenerife como la acaecida el pasado domingo en las inmediaciones del Heliodoro Rodríguez López, donde la afición se dio cita con un mensaje claro y diáfano para su todavía máximo accionista: “¡Garrido, vete ya!”. Una reclamación, por cierto, nada ajena a la memoria del personaje, llamado José Miguel Garrido, por cuanto la misma canción tuvo que escucharla durante su paso por otros clubes como el Albacete Balompié o el CD Castellón. En ambos casos acabó teniendo que vender sus acciones por el rechazo popular e institucional.
Sin embargo, la capacidad de Garrido para multiplicar todavía aún más el rechazo que genera en la Isla su vinculación con el representativo ya se antoja ilimitada después de que el DIARIO DE AVISOS desvelase ayer que ocultó a la entidad nada menos que la venta del 10% de las acciones del club a un fondo de inversión británico que, para colmo, otorgó el pasado viernes en una notaría de Santa Cruz de Tenerife un poder especial para interponer una querella criminal contra él por la presunta comisión de delitos de falsedad en documento público y estafa.
Una venta de la que el mayor accionista de la entidad no ha dado cuenta en su totalidad ni al Consejo de Administración ni a los socios del club que conforman el pacto sindicado que permite la gobernanza del representativo tinerfeño en la Liga española de futbol.
Semejante novedad ha espantado todavía más a la legión de aficionados blanquiazules -los únicos imprescindibles en el CD Tenerife- que ayer manifestaron en redes sociales su profundo desagrado (por decirlo fino) hacia Garrido.
Pero de todas las reacciones ante esta nueva exclusiva del Decano de la Prensa en Canarias destacan igualmente otras dos.
Por una parte, si el plan de Garrido pasa por vender sus acciones al Cabildo (una institución imprescindible para el CD Tenerife porque el Heliodoro es suyo, por no hablar de que incluso aporta todavía más como patrocinador), la presidenta de la Corporación insular, Rosa Dávila, ha descartado de plano tal posibilidad “mientras yo sea presidenta”.
Por otra, otro de los principales accionistas del representativo, el expresidente, Miguel Concepción, reconoció ayer que medita seriamente sumarse a la aunciada querella del fondo de inversión británico contra Garrido, lo que da perfecta idea de que algo se mueve en las entrañas accionariales del club contra alguien que, por otra, ya ha confesado en los tribunales que defraudó a Hacienda en sus declaraciones del IRPF desde 2011 a 2015, como igualmente fueron informados los lectores de este periódico.