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Santa Cruz de Tenerife se despide de su casa más navideña

Montse y Alfonso, vecinos de Acorán, abren a niños y mayores su ‘fábrica’ de sueños y regalos, pero el cuento llega a su final
Santa Cruz de Tenerife se despide de su casa más navideña

Hugo, a sus cuatro años, cruza el umbral de la Navidad en la casa de Montse y Alfonso y su cara se transforma. Sus ojos se agigantan y su rostro comienza a dibujar una sonrisa mientras empieza a dar saltos de emoción agarrado a Cristina, su madre. Su reacción es la de cualquier niño o niña que contempla el paraíso que acaba de descubrir, un espacio poseído por la magia donde conviven gnomos y duendes con papa noeles, ciervos, árboles cargados de regalos y hasta una avioneta.

La célebre vivienda del matrimonio en Acorán se transforma por estas fechas, desde hace cinco años, en un museo de ilusión en el que los pequeños escriben con sus sueños los capítulos de un cuento interminable y los mayores reviven recuerdos de una infancia tan lejana como añorada. “Los niños, al entrar, se quedan boquiabiertos, asombrados, su expresión lo dice todo y hay muchos mayores que se emocionan y dejan escapar alguna lágrima porque es volver a Navidades pasadas”, explica a este periódico Montse.

El adosado inauguró este jueves su decoración navideña, un espectáculo digno de ver y disfrutar que destaca por la cantidad y variedad de elementos que salen al paso del visitante, pero sobre todo por la armonía y equilibrio de adornos, luces y colores. “Repartimos los puntos de atención y tratamos de cuidar todos los detalles”, subrayó la propietaria de la vivienda, extrabajadora de muebles y exdecoradora, quien destacó que los materiales han sido adquiridos en pequeños comercios repartidos por distintos puntos de la isla de Tenerife.

Este año, la casa de la Navidad de Acorán, en la calle del mismo nombre que la urbanización capitalina, ha renovado todo su decorado. El elemento central es un árbol cargado de grandes regalos en la zona del jardín, en la que también destacan figuras voladoras, un tobogán que sale de una de las ventanas de la parte alta, un trineo tirado por cuatro renos y un espacio dedicado a los gnomos. Al otro lado, en la entrada, además de una avioneta pilotada por Papa Noel, tres muñecos de nieve dan la bienvenida a los visitantes junto a dos buzones, uno para Papa Noel y otro para los Reyes Magos.

Alfonso, profesor jubilado, destaca el “gran trabajo” que supone transformar su vivienda en un miniparque temático cada Navidad. “Desde febrero llevamos haciendo cosas, comprando y recopilando materiales, y en octubre comenzamos con todo el montaje”, explica. “Es demasiado trabajo y ya tenemos una edad”, apostilla Montse. El esfuerzo de ambos durante meses para poner a punto su casa en estas fechas y abrirla a los visitantes, “como se hacía antes en Canarias”, empieza a pasarles factura y han decidido que este precioso cuento navideño de un lustro llegue a su fin. “Este año será el último”, aseguran. Cuando los reyes inicien su viaje de retorno a Oriente, el próximo 6 de enero, la pareja tinerfeña entonará el colorín colorado.

La vivienda puede visitarse de jueves a domingo, entre las 18.30 y las 22.00 horas. “El año pasado, desde que DIARIO DE AVISOS publicó el reportaje fue una locura, con colas a diario y gente que llegaba de toda la Isla, de Gran Canaria, La Gomera y hasta algunos extranjeros que leyeron la noticia en Internet. No podíamos atender a la gente”, recuerda Montse, que este año pide a los visitantes que aparquen sus vehículos en la calle Acorán y no en la zona de entrada de la casa para no molestar a los vecinos.

La generosidad del matrimonio tinerfeño no solo se limita a abrir su casa en estas fechas. A los niños y niñas que se adentren en este pequeño palacio de dibujos animados les espera un árbol cargado de caramelos en el salón principal. Los mayores encontrarán, además de recuerdos, una embajada de buenas vibraciones. “Con tanta guerra y tantas desgracias que vemos por televisión, necesitamos más energía positiva que nunca. Por eso animamos a la gente que nos visita a mantener la llama de la ilusión, por lo menos en Navidad, por el bien de todos y como un homenaje a quienes ya no están con nosotros”, agrega Montse.

Mientras nuestra conversación llega a su fin, Hugo sigue dando saltos por el jardín, sorteando árboles de Navidad, acariciando a Papa Noel en su trineo, saludando a los gnomos y a las figuras de las ventanas, mirando por la ranura de los buzones si hay alguna carta, soñando con volar en la avioneta y hechizado ante la “fábrica de regalos” montada por Montse y Alfonso. A ver quién le explica, el próximo año, que la embajada de la Navidad se ha convertido en un adosado más de Acorán.

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