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“Al contarle al papa el drama migratorio en Canarias, comenzó a llorar y rezar”

Helena Maleno, de la ONG Caminando Fronteras, recuerda la sensibilidad del pontífice con las Islas en su reunión el Vaticano; líderes mundiales asistirán a su funeral este sábado
Última reunión de la fundadora de Caminando Fronteras, Helena Maleno, con el papa Francisco

La fundadora de Caminando Fronteras, Helena Maleno, reconoció ayer que la truncada visita del papa Francisco a Canarias “era de vital importancia” ante “el giro hacia la deshumanización, los discursos de odio y la violación sistemática de los derechos humanos que están teniendo todos los líderes mundiales”. En su última reunión con el pontífice, le explicó las dramáticas cifras de muertos o desaparecidos en su viaje hasta las costas españolas, lo que le sobresaltó profundamente. “Cuando le expliqué el fenómeno migratorio en Canarias, el papa puso la cabeza entre sus manos y comenzó a llorar y rezar”.

Cuestionada por la desilusión por no poder dar visibilidad a la realidad de la ruta atlántica, Maleno señaló que “entiendo que estén muy apenados porque, verdaderamente, él quería venir a Canarias. Cuando nosotras nos reunimos con él, pudimos transmitirle todo lo que estaba sucediendo y él quería saber qué pasaba en la ruta activa más letal en el mundo para las personas migrantes, y uno de sus objetivos era visitar Canarias”, recordó.

La activista señaló que “el hecho de que el papa hubiese llegado a Canarias en estos momentos era de vital importancia, porque estamos viendo el giro hacia la deshumanización y hacia la violación sistemática de los derechos humanos que están teniendo todos los líderes mundiales. Esa apuesta por la guerra y contra las personas migrantes. Que un líder internacional como el papa pudiera venir a Canarias a confrontar esos discursos deshumanizadores y de odio la verdad es que hubiera sido importantísimo para las personas migrantes, para las víctimas, para sus familias, pero también para la sociedad y para las organizaciones canarias que están trabajando en el terreno y peleando porque Canarias sea una tierra donde se protejan los derechos humanos”.

Maleno recordó que, el pasado verano, estuvieron un largo rato hablando. “Cuando le expliqué el fenómeno migratorio en Canarias, el Papa puso la cabeza entre sus manos y comenzó a llorar y a rezar”.

Destacó que “no me extraña lo que dice todo el mundo de que conocía profundamente los temas, ése era su gran valor. Una iglesia que apostaba y que ponía de nuevo en el centro a las personas, los Derechos Humanos y las periferias”. Para la activista, pese a que no visitara las Islas, “hay mucha representación en Canarias de esa iglesia por la que Francisco apostaba y que da testimonio y compromiso”.

A Maleno le impactó visitarlo en su casita, en ese pequeño espacio en la residencia de Santa Marta donde quiso vivir y que “tenía un altar construido con las maderas de barcas”, donde habían viajado migrantes.

El papa les instó a “seguir con la labor y el trabajo” que estábamos haciendo, y salimos con el encargo de que “había que continuar con ese legado, que representa también al trabajo callado que desde hace mucho tiempo se hace desde las comunidades de la iglesia que están en las fronteras y que, con Francisco, se puso en valor”, finalizó.

Detenciones

Por otro lado, e interpelada por las últimas detenciones en Mauritania contra las mafias que trafican con personas migrantes, Maleno afirmó que “estas intervenciones, realizadas en el marco de la externalización de fronteras que Europa sufraga económicamente, carecen de transparencia y no nos indican si de verdad tienen el objetivo de proteger a las víctimas de las redes criminales, y desconocemos qué pasa después con ellas”.

“Hay muchas detenciones arbitrarias, masivas y de inocentes. Al final, se fracasa en la protección de las víctimas”. Además, recordó que a los detenidos “se les ata en grupos de dos, no se les da suficiente comida, se devuelven a las fronteras a personas de terceros países, no hay procesos individualizados, ni acceso a la protección de víctimas de trata, ni a los que piden asilo o, incluso, a la infancia migrante.

Esas prácticas, “en el marco policial y de externalización de fronteras, genera que aumente el racismo y la xenofobia”, alerta.

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