El director técnico del Palmetum, Carlo Morici, aseguró ayer que Santa Cruz de Tenerife es una ciudad muy verde que debería ser un desierto, por sus características de suelo y clima.
Así lo expresó en la comisión de Transición Ecológica del Parlamento de Canarias, donde compareció para dar su opinión sobre la proposición de ley de iniciativa popular de protección del arbolado urbano.
Además, alertó de que el 34% del arbolado de la ciudad se hace solo con cuatro especies y tres de ellas tienen plagas más o menos graves: la palmera canaria, el laurel de indias y el flamboyán. “Estamos en una absoluta emergencia” que se puede relacionar con el nuevo escenario climático y con las nuevas plagas que circulan por todo el mundo, lo que hace que el laurel de indias, que se está muriendo en la parte baja de la Rambla, ya no crece y habrá que sustituirlo. Por ello, se van a talar 25 laureles y jacarandas, entre otras especies, a partir de junio “antes de que se mueran y se desplomen”.
Morici indicó que en la capital hay un arbolado “muy repetitivo” sensible a nuevas plagas que no han parado de llegar y a las que no se resilientes, a excepción de los casos del parque García Sanabria y el Palmetum. Además, añadió, hay “un gran sentimiento popular” y “cosas mal hechas” en “lugares puntuales”.
“Cada día veo cosas que me horrorizan”, afirmó el experto, quien también se refirió a algunas podas que se han hecho de los flamboyanes, por lo que, agregó, entiende que “la gente pueda explotar”.
Criticó que se favorezcan grandes espacios sin árboles para eventos o la instalación de placas fotovoltaicas en lugar de plantar ficus, que podrían cubrir 500 m2. Por ejemplo, la plaza del Auditorio podría ser “un bosque enorme” sobre el mar.
Por su parte, el catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna, José Ramón Arévalo, también compareció en la comisión para señalar que el arbolado urbano tiene una función “utilitarista” por parte de los ciudadanos, que pueden disfrutar de ellos. Dar sombra, el mantenimiento de la humedad, confort y otros aspectos “románticos” son algunos de los beneficios del arbolado en las ciudades, señaló.
El especialista advirtió de que a lo mejor se están protegiendo algunas especies exóticas, como puede ser el caso de la palmera datilera, “con carácter invasor” y que “llegan a alterar la genética de las especies”. Según dijo, esta palmera es “un factor de alteración de la palmera canaria” y los eucaliptos, que, aunque no son invasores, pueden tener un impacto en las condiciones naturales, por lo que abogó por orientar el arbolado urbano a las especies nativas y menos a las exóticas.