En los últimos meses se han registrado numerosos casos de incendios de vehículos en circulación, tanto en turismos convencionales como en coches eléctricos, generando inquietud entre los conductores.
Aunque a menudo se percibe como un fenómeno reciente, los expertos aclaran que las causas son múltiples y, en muchos casos, bien conocidas.
Fallos mecánicos y eléctricos: los responsables más frecuentes
Según informes de organismos como el U.S. Fire Administration o la National Fire Protection Association (NFPA), la mayoría de los incendios en carretera tienen su origen en fallos mecánicos o eléctricos.
Estos problemas pueden activarse durante la conducción, cuando los sistemas del vehículo operan a máxima exigencia.
Entre los factores más comunes, los expertos citan:
- Sobrecalentamiento de componentes: sistemas como los frenos, los rodamientos, los turbos o el motor pueden alcanzar temperaturas muy altas si presentan algún fallo o desgaste, provocando la ignición de materiales inflamables cercanos.
- Cortocircuitos eléctricos: el deterioro de cables, conexiones defectuosas o fusibles dañados pueden generar chispas capaces de iniciar un fuego, especialmente si coinciden con fugas de líquidos.
- Filtraciones de líquidos inflamables: aceites, combustibles o líquidos hidráulicos que gotean sobre superficies calientes pueden generar combustiones espontáneas.
Este tipo de incendios afectan especialmente a los vehículos de combustión interna, que todavía representan la mayor parte del parque automovilístico.
Los riesgos específicos en vehículos eléctricos
En el caso de los vehículos eléctricos, aunque estadísticamente presentan menos incendios por número de unidades en circulación, existen particularidades que preocupan a los especialistas. El principal riesgo está asociado al fenómeno conocido como thermal runaway, o fuga térmica.
Se trata de un proceso en cadena por el cual, si una celda de la batería de litio sufre un fallo o daño físico, puede liberar calor de forma descontrolada, afectando a las celdas adyacentes hasta generar una combustión difícil de contener.
Algunos de los factores que pueden desencadenar este proceso son:
- Golpes o impactos en la batería, como los que pueden producirse por accidentes o perforaciones desde la carretera.
- Defectos de fabricación en los sistemas de almacenamiento de energía.
- Mantenimiento inadecuado o uso de cargadores no homologados.
Casos como la retirada masiva de vehículos Chevrolet Bolt por problemas en las celdas de sus baterías reflejan la sensibilidad de este tipo de sistemas.
¿Realmente hay más incendios ahora?
Aunque la percepción social es la de un aumento en estos incidentes, los datos globales ofrecen matices. La NFPA indica que los incendios de vehículos han descendido en términos generales en los últimos años, aunque se ha registrado un ligero incremento de víctimas mortales vinculadas a estos siniestros en carretera.
En el caso de los coches eléctricos, el crecimiento de unidades vendidas en todo el mundo —especialmente en mercados como Estados Unidos, Europa o Australia— ha hecho que los incidentes relacionados con baterías, aunque poco frecuentes, tengan una mayor visibilidad pública.
En términos comparativos, los estudios más recientes siguen situando al motor de combustión como principal foco de riesgo: por cada 100.000 vehículos, los coches eléctricos presentan entre 20 y 80 veces menos incendios que los de gasolina o diésel.
Cómo reducir el riesgo de incendio
Para minimizar el riesgo de incendios en cualquier tipo de vehículo, los expertos recomiendan:
- Mantener el vehículo en correcto estado de revisión mecánica.
- Revisar de forma periódica los sistemas eléctricos y los niveles de fluidos.
- En vehículos eléctricos, prestar especial atención a golpes o anomalías en el sistema de baterías, evitando impactos, inundaciones o modificaciones no autorizadas.
- Utilizar siempre cargadores homologados y seguir las instrucciones del fabricante en cuanto al mantenimiento de la batería.
Nuevos retos para la seguridad vial
Aunque los incendios de vehículos en marcha no son un fenómeno nuevo, el avance de las nuevas tecnologías de propulsión —especialmente los sistemas eléctricos— está llevando a los fabricantes, los cuerpos de bomberos y las autoridades a desarrollar nuevos protocolos de actuación frente a estos incidentes.
El reto ahora, según los especialistas, no es solo reducir la incidencia, sino también mejorar la capacidad de respuesta ante incendios que, aunque poco frecuentes, pueden alcanzar temperaturas muy elevadas y requerir tiempos prolongados de extinción.