conversaciones en los limoneros

Antonio Salazar: “Los que nos dedicamos a los libros lo hacemos por amor”

El periodista y editor celebra el décimo aniversario de La Gaveta Económica "y al principio pronosticaban que desapareceríamos al cuarto número"

El currículo lo ha redactado él mismo. Antonio Salazar García (La Orotava, 1966) es periodista y editor. Y, sobre todo, una excelente persona, un gran trabajador fabricado a sí mismo, que ha conocido el fracaso y el éxito. Cuando le pido que resuma su vida profesional, él mismo lo cuenta así: “Nací en La Orotava. Mis padres fueron pequeños empresarios sin mucha fortuna. Estudié en los Salesianos y luego empecé Derecho, porque pronto me fueron bien las cosas en la radio. Comencé en Radio Club, en una época irrepetible. Me fui tres veces de allí, la última de manera definitiva. Pasé por Onda Cero y luego por un montón de emisoras independientes, a las que antes hube de combatir por órdenes de la superioridad. Todas cerraron, aunque yo me considero inocente de esas incidencias. Mi última etapa radiofónica la desempeñé en Viva la Radio, una brutalidad que no cuajó porque los postes nos ayudaron poco y se escuchaba mal, pero creo que estaba bien tirada la idea de Lucas Fernández. Por entonces empezaba La Gaveta Económica, luego nació Gaveta Ediciones y ya me dejaba la vida intentando que nos autorizaran la Universidad de las Hespérides, de la que soy consejero”. Ahora ha celebrado, con un logradísimo número especial, el décimo aniversario de su revista La Gaveta Económica. Todo un hito, cuando la prensa de papel está moribunda.

-Antonio, ¿por qué la crisis de las pequeñas editoriales?
“Pues porque en España se editan más de 80.000 títulos al año y este es un país en el que apenas se lee, pese a lo que digan las estadísticas”.

-Toda una contradicción, ¿no?
“Un libro de ensayo que vaya bien alcanzará los 1.500/2.000 ejemplares vendidos, cifras modestas para cualquier empresa. En todo caso, a mí me parece que lo más lesivo es el precio fijo del libro, un capricho de aquellos editores de la gauche divine, Barral, Gil de Biedma, Herralde, este último el peor de todos, que tenían dinero e influencias. Siempre se han negado a que el libro sea otro bien más de mercado y así es complicado que funcionen las cosas”.

¿Es cierto que hoy en día las librerías se lo llevan todo?
“En realidad, no es así. Una librería independiente se queda con el 30% de las ventas. El distribuidor es el que cobra entre el 55% y el 60% del precio de venta al público y le paga al librero. Lo que sí hacen estos es devolver todo lo que no venden, una gracieta con origen en los Estados Unidos en tiempos de la Depresión, hace casi un siglo”.

-Y ahí entra, para el éxito, la fama del autor.
“Es que entonces les daban los libros en depósito porque no se vendía nada y así hasta hoy. Con el volumen de novedades que se publican y el escaso espacio del que disponen, sus apuestas son siempre por autores cuyos libros saben que van a vender. Y van a vender porque el apoyo de los libreros es definitivo. Es algo complicado para editoriales pequeñas y desconocidas, que además intentan lanzar a autores sin lectores previos”.

-¿Cuál es el porcentaje de las ventas que le queda al autor de una obra?
“Depende del autor y de las editoriales”.

-¿Por regla general?
“Obviando que algunos autores cobran anticipos sobre ventas que muchas veces las editoriales no recuperan, el resto recibe entre un 7% y un 10%. Si haces correctamente las cuentas, los porcentajes de reparto son 55% la distribución, 10% el autor –en nuestro caso— y con el 35% restante pagas imprenta, marketing, correcciones, maquetación, gastos generales, etcétera”.

-No es el negocio del siglo.
“No, pero supongo que muchos nos dedicamos a esto por amor a los libros, a las ideas, y das por bien empleado no perder dinero. Si un día tienes éxito y un libro rompe a vender, en ese momento habrás recuperado parte de lo que te dejaste en la otra aventura, en la de las pérdidas”.

-¿Resucitará el papel? Y hablo en general.
“Pues depende de para qué. Para periódicos, no parece. Para revistas que no sean estrictamente de actualidad, puede. Y algo se ha visto en los últimos años con una pequeña recuperación de ventas. Y para los libros no se observa un sustituto en el horizonte”.

-¿Por qué no ha triunfado el libro digital y sí el periódico digital?
“Yo creo que ha sido porque la tecnología con la que quisieron sustituir al libro de papel no mejoraba la que ya existía, así que el formato durará más tiempo. El periódico compite con la actualidad y el desfase no se puede corregir. Además, existe una generación que necesita el papel para concentrarse y muchos presumimos de las bibliotecas que, con tiempo e inversión, hemos ido construyendo, ejemplar a ejemplar. Me preocupa el futuro de esos libros: muchas bibliotecas ya no aceptan donaciones. Y cuando una administración se interesa por tus fondos bibliográficos, como fue tu caso, termina maltratándolos”.
(A tenor de las palabras de mi compañero Antonio Salazar, me veo obligado a explicar mi caso. Doné miles de ejemplares a la Biblioteca Municipal del Puerto de la Cruz y los libros, incluida la colección completa –25 años— del boletín “Canarias Confidencial”, estuvieron años tirados en una dependencia de la Casa Ventoso, muchos de ellos pasto de las ratas. Parece que mejor suerte corrió el lote de libros, donado también por mí, a la Biblioteca Municipal de Garachico, que parece que la ha tratado mejor. Incluía la fonoteca de Radio Burgado y mi valiosa colección de postales antiguas, que dieron lugar a siete libros, de algunos de los cuales se vendieron más de 30.000 ejemplares, gracias a El Corte Inglés).

-Tú ejerces el periodismo de forma activa, ahora en Atlántico TV y en tu revista. ¿Crees que la aspiración de los periodistas recién graduados es convertirse en funcionarios?
“Diría que no sólo la de los periodistas, pero es verdad que parece que en nuestro oficio se nota de manera más intensa. La gente responde a incentivos, los medios ya no pueden hacer ofertas interesantes que encajen con sus demandas y las administraciones se han llenado de profesionales con trabajos tasados y bien pagados”.

-Ponme ejemplos.
“Sí, claro. Hoy un director de comunicación en el Gobierno de Canarias puede cobrar tanto como un director de periódico (en el entorno de los 55.000 euros al año). No culparía yo a los jóvenes de que piensen así, sino que se trata del sistema de incentivos el que provoca esta situación y ahí sí que deberíamos analizar lo que está ocurriendo. Es evidente que no todos queremos, ni podemos, ser funcionarios y que tampoco se podrá mantener esta especie de fiesta de manera permanente”.

-Tú eres autodidacta. ¿Crees que la mejor universidad, cara al periodismo, es el ejercicio profesional?
“No me atrevería yo a hacer una afirmación categórica al respecto”.

-¿Por qué?
“Pues porque es evidente, por ejemplo, que a mí me ha ido bien porque he trabajado en lo que quería y con una libertad de la que puedo presumir. Hablo, por ejemplo, de la escuela de Radio Club. Ahí, cuando empezaba, había una serie de profesionales de primerísimo nivel, desde Paco Padrón a Carmelo Rivero. Desde Xuancar a Gilberto Alemán. Y un montón de personas más, tú entre ellas, que hacían cosas grandes en aquella emisora que despertaba y que se convirtió en una de las mejores de España. Pero es cierto que antes de iniciar la revista hice un máster en Economía. Conocer el oficio está bien, pero luego es preciso tener un conocimiento específico sobre algunas materias. Esto ayuda mucho y es una opción. Lo que no quita que un licenciado o un graduado en Periodismo pueda hacer lo mismo, claro”.

-¿Se gana prestigio y dinero con el periodismo económico?
“Más prestigio que dinero”.

¿Por qué lo dices?
“Es gracioso, mucha gente cree que el periodismo económico consiste en llevarte bien con los empresarios y que eso se traduce, sin más, en contratos publicitarios que comienzan a llover sobre ti. Y nosotros en la revista hemos visto más “cancelaciones” que contratos. Hace nada me advirtieron que éramos los más odiados en una organización empresarial que ha llevado mal nuestros enfoques, que siempre han estado orientados a unas políticas abiertas que permitan la prosperidad de todos, no la defensa de intereses particulares”.

-Hombre, habrá de todo.
“Es que muchos empresarios presumen de liberales, pero son mercantilistas, que se pasan el día merodeando al poder político para que los blinde de la competencia. Es inaceptable, nosotros lo criticamos y eso nos pone en el lado de los sospechosos. Pero esta actuación va en contra de la innovación, del progreso y causa atraso y pobreza. No toda la culpa es de los políticos”.

-‘La Gaveta Económica’ cumple diez años. Todo un récord, dada la crisis del papel.
“Cuando empezó, nos daban cuatro números de vida. También nos dijeron que en un cuatrimestre ya no tendríamos temas que tratar. Nosotros entendemos la economía como toda actividad humana intencionada, en feliz expresión de Ludwig Von Mises en “La acción humana”. Sabíamos que si conseguíamos sobrevivir el primer año, nuestra vida sería algo más extensa. Pero, por ser justos, también hubo gente que creyó y nos brindó apoyo publicitario y difusión para que las ideas permearan en la sociedad. Además, tuvimos siempre un gran valedor en la figura de Lucas Fernández, que ha considerado la revista como una marca más del DIARIO DE AVISOS. No puedo estar más orgulloso de que así sea”.

-Haz un vaticinio sobre esta profesión. ¿Sobrevivirá a las redes?
“Hayek, otro economista liberal de la Escuela Austriaca, recomendaba ser prudente con las predicciones…”.

-Y aun así…
“Criticaba aquellas que se hacían dotándose el pronosticador de un conocimiento del que, en realidad, carecía, como dejó escrito en “La fatal arrogancia”. Sólo admitía lo que llamaba predicciones de tendencias, algo mucho más al alcance de las limitadas capacidades de cada uno de nosotros. Por eso podemos prever un futuro no demasiado halagüeño para nuestro oficio, de seguir por el camino que lleva. No sólo por las redes sociales sino también por la irrupción bestial de la inteligencia artificial”.

-Que se sepa.
“Claro, porque desconocemos si, en algún lugar del mundo, un tipo, en el garaje de su casa, está ideando una solución que devuelva al periodismo su esplendor pasado. Lo que sí creo que se puede anticipar es que, de existir ese talento espontáneo, no se trataría de un periodista, lo que lo dota de una visión externa que a nosotros nos falta, y que, segurísimo, tampoco es canario. Porque aquí innovar es delito de lesa patria. ¡Pero qué sabré yo!”.

-Más de lo que crees, amigo. Lo avalan esos 10 años de ‘La Gaveta Económica’. Enhorabuena.

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