El pasado 19 de octubre cuando el papa León XIV presidió en la plaza de San Pedro la ceremonia de canonización de San José Gregorio Hernández, el primer santo de Venezuela, tras una amplia devoción popular que durante décadas ha reconocido en él un modelo de fe, ciencia y servicio al prójimo. Fue su antecesor, el papa Francisco, quien en febrero de este mismo año autorizó su canonización.
Diez días después, un pedacito del santo reposa en la parroquia matriz de Santiago Apóstol, en Los Realejos. Es una pequeña parte de un hueso, una reliquia ex ossibus para la iglesia católica con un enorme significado para las personas creyentes y en especial, para la población venezolana, que ayer se congregó junto con cientos de fieles en la iglesia del Realejo Bajo en la ceremonia de entronización, en la que los restos mortales del santo fueron colocados en un lugar preferente dentro del templo con el fin de que pueda ser venerado y como signo de unión espiritual entre las iglesias de Venezuela y Canarias.
El acto litúrgico estuvo presidido por el cardenal venezolano Diego Rafael Padrón Sánchez, y contó con la presencia del Obispo de la Diócesis Nivariense, Monseñor Eloy Alberto Santiago Santiago, y el cura párroco del templo anfitrión, Angelo Nardone Barrios. Una ceremonia muy emotiva que finalizó con un joropo, una danza folclórica tradicional venezolana y la interpretación del himno nacional de ese país.
Es cada una de las Islas Canarias hay una reliquia de San José Gregorio Hernández. Nadie sabe los motivos por los cuales el municipio norteño fue elegido para albergar la reliquia del santo. Hay quienes apuntan a la importancia histórica que tiene la parroquia, una de las primeras edificaciones religiosas en Tenerife, cuya construcción data de 1496 y fue declarada Monumento Histórico Artístico de carácter Nacional por Real Decreto 598/1983 de 2 de febrero y Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento.
También se le atribuye a que Nardone es natural de Venezuela. En cualquier caso, las razones no son lo más importante, asegura el sacerdote. “El eslógan en estos momentos para los venezolanos es que ‘es un santo para todos’, independientemente de la parroquia en la que se esté la reliquia, que es de la gente y de los creyentes. Y el día que me toque irme porque aquí estoy de paso, seguirá siendo de todos”, recalca el párroco.
l tampoco sabe las razones exactas, lo llamaron para comunicarle que la iglesia de Santiago Apóstol había sido elegida y desde ese momento, trabajó para buscarle un lugar idóneo dentro del templo que será cerca del retablo donde está la Virgen de los Remedios, al entrar a la iglesia, a mano izquierda.
El religioso vivió desde pequeño la devoción por el santo. “Crecimos viendo su imagen y aunque no estaba beatificado todavía, para nosotros siempre lo fue porque nuestros abuelos nos han enseñado a venerarle en esa misma situación. Todos conocemos a ese hombrecito del sombrero que estaba en un altar, en una mesa de noche y al que se le pedía por una enfermedad o para afrontar una adversidad”, apunta.
Su labor con las personas más humildes
A San José Gregorio Hernández también se lo conoce como ‘el médico de los pobres’ porque atendía sin cobrar a las personas más humildes e incluso les compraba las medicinas cuando lo necesitaban y no podían costearlas. Estudió en Caracas, completó su formación en París y Berlín pero volvió a su país natal donde introdujo el microscopio, nuevas técnicas, sentó las bases de la bacteriología, y contribuyó con sus investigaciones al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela.
Falleció el 29 de junio de 1919 atropellado por un automóvil en una céntrica calle de Caracas.Sus restos descansan en la iglesia de La Candelaria, donde miles de fieles acuden a diario a realizarle sus peticiones y cada 26 de octubre celebran su natalicio y no su fallecimiento, como ocurre con el resto de santos dado que en su caso coincide con el de San Pedro y San Pablo.
“Cuando uno sale de su país, siempre se impregna de lo que la comunidad nos regala, la gente a la que le tocó viajar desde Venezuela y ha venido a Canarias, siempre trae una imagen de San José Gregorio González y por eso la gente le conoce”, sostiene el párroco.
Son muchas las personas que han emigrado desde el País Andino hacia Tenerife. “Venezuela es un pueblo de mucha fe y en medio de la actual situación política, no deja de participar en la vida religiosa porque es muy creyente y eso le ha permitido siempre mantenerse firme en medio de la dificultad” opina el sacerdote.
El milagro de la niña Yaxury Solórzano que lo llevó a ser santo
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en la pequeña localidad de Isnotú, en el estado de Trujillo, en el centro-oeste de Venezuela. Se graduó en Medicina con excelentes calificaciones en la Universidad Central y también destacó como docente e investigador. Fue conocido como ‘el médico de los pobres’ por la generosidad con la que atendió a pacientes de bajos recursos y su fe religiosa. Se convirtió en una figura central entre los fieles de su país y de otros de Latinoamérica que le piden su ayuda en situaciones difíciles. Fue beatificado en 2021, cuando el papa Francisco reconoció el milagro concedido a la niña Yaxury Solórzano Ortega, quien recibió un disparo en la cabeza cuando fue asaltada y a quien los médicos que la atendieron no le auguraron un buen pronóstico de vida. Su madre declaró haberle rezado al santo y la comisión eclesiástica que estudió el caso le atribuyó el milagro.
Al finalizar la ceremonia se permitió besar la reliquia, se pidió por la libertad del pueblo venezolano y se hicieron diferentes ofrendas por parte de médicos y de personas dedicadas a la medicina.





























